Si los niños regresan a clases, no todo estará mal

En medio de una pandemia los debates han surgido sin mezquindad por uno u otro tema, diferentes bandos a tomando posiciones tan radicales que parecen casi una imposición, se ha descuidado la salud mental a tal punto que ha tenido un impacto casi igual o peor de severo que el mismo virus. La depresión y la ansiedad, enfermedades que están presentes y olvidadas en nuestra sociedad, se han hecho más resistentes y patentes, cada vez con mayor impacto y mayores consecuencias.

Estas últimas quizá son una de las principales razones para apoyar el regreso a clase de los niños, niñas y adolescentes. Si bien, no puedo dejar de desconocer la magnitud que tiene el COVID – 19 en cifras de contagio y mortalidad en nuestro país. Tampoco puedo desconocer que por naturaleza somos seres sociales, y de la inevitable necesidad que tenemos de interactuar con el otro. Parece contradictorio hablar de la alternancia cuando encontramos en pleno pico por contagio en Colombia. Sin embargo, debemos asumir un rol más cultural, actuar bajo la responsabilidad individual y social que permitan el regreso a los colegios, y que a su vez preserva el cuidado a la salud.

Frente a esta situación he escuchado en varias ocasiones que volver a las escuelas puede significar agravar el problema coyuntural al que nos enfrentamos. Esto puede ser un riesgo, es verdad, por eso hay que trabajar en materia de prevención, enseñar hacer consientes de la toma de decisiones referente a los riegos y el autocuidado. La solución en este punto, no es sólo conectar los niños frente a la pantalla. Olvidarnos que muchos de ellos se les está negando el derecho a una buena educación, por la razón: no todos tienen acceso a una herramienta digital, lo cual hace que los modelos de aprendizaje virtual resulten de difícil implementación, dando lugar a la aparición de una brecha tecnológica entre niños, niñas y adolescentes muy difícil de resolver. Además, gran parte de la nutrición de los niños con escasos recursos dependen de la alimentación escolar. Por otro lado, está la afectación al rendimiento académico tras largas jornadas virtuales y el desgaste laboral al que muchos de los profesores y padres se han tenido que enfrentar.

De otro lado, debemos comprender que hay muchos beneficios que la educación infantil tiene en el desarrollo personal y social de los niños. Según la investigación “La educación temprana para niños y niñas desde nacimiento a los 3 años: Tres perspectivas de análisis” realizada por los especialistas Patricia Ramírez-Abrahams, Vivian Patiño-Mora y Elsa Gamboa-Vásquez “El cerebro desarrolla la mayoría de sus neuronas entre el nacimiento y los tres años de vida. El potencial neurológico se incrementa y alcanza aproximadamente entre un 80 y 85 % del total de sus conexiones neuronales durante los primeros seis años de vida gracias a la calidad de las interacciones y experiencias del niño con el entorno, sus pares y adultos. De ahí que interese destacar que los primeros ocho años de vida, los que se denominan “primera infancia”, son relevantes en el desarrollo cognitivo, físico y socioemocional de todo individuo”.

A su vez, el Centro Nacional para el Desarrollo y el Aprendizaje Temprano de EE UU afirma que los niños que acceden y permanecen en programas educativos de primera infancia tienen mayores oportunidades de hacer frente a los retos escolares que suponen las etapas obligatorias y el sistema formal educativo. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) destaca que la educación infantil cumple una función básica de cara al proyecto de integración escolar de niños con necesidades educativas especiales. “A través de indicadores de comportamientos conductuales y cognitivos se puede detectar situaciones de riesgo e iniciar procesos de intervención que contribuyan a su desarrollo óptimo”. Por su parte, la UNESCO pone énfasis en la Educación Infantil como el nivel educativo que promueve la igualdad de oportunidades sociales cuando los estudiantes proceden de familias que se encuentran en situaciones de riesgo.

Es entonces, como sociedad debemos tener en cuenta que la escuela educa, crea lazos sociales, alimenta, da refugio, democratiza conocimientos, orienta y contiene. Es un sitio seguro y constituye una herramienta de equidad social indispensable, particularmente para los grupos más vulnerables.

En conclusión, la educación remota puede ofrecer herramientas que permitan complementar el proceso de enseñanza y bajo las circunstancias que vivimos se vuelve la única manera de dar continuidad a los procesos de aprendizaje, se debe tener claro que este tipo de enseñanza, no logra reemplazar a la enseñanza presencial, además que requiere de un nivel de autonomía, participación activa y desarrollo de habilidades digitales que no todos los estudiantes tienen, sobre todo los más pequeños y quienes tienen necesidades educativas especiales, lo que puede significar un aumento de las brechas de aprendizaje, además de impactar en las habilidades sociales del niño.

Es decir, las clases presenciales no sólo tienen un fin respecto a entregar una adecuada enseñanza para el logro de los aprendizajes, sino que también permiten el desarrollo socioemocional del niño. Así, el desafío no solo recae en los establecimientos, sino también en las comunidades educativas, centros de salud y entidades locales para abordar de forma conjunta las necesidades psico socioeducativas de los estudiantes.

Walter Betancur Montoya

Nació y creció hace 35 años en la Vereda Los Gómez del municipio de Itagüí. Orgulloso padre de Jerónimo. Inició su carrera política y social al lado de Rosa Acevedo, una mujer que le ha enseñado que la política es el arte de transformar la realidad social de las personas. Desde hace más de doce años ha liderado proyectos ambientales, culturales y sociales en diferentes sectores del municipio.
En el año 2008, hizo parte de la junta de acción comunal de su vereda, con los miembros de la junta creó proyectos para la sana convivencia y la paz en el territorio.

Fue director y fundador del Comité Ambiental Cuidá Los Gómez, para incentivar en la comunidad herramientas de protección y prevención ambiental. En el año 2012, inició su proyecto político siendo elegido como edil del Corregimiento El Manzanillo, allí potenció diferentes proyectos para la gestión del riesgo y el medio ambiente.

Luego de recorrer los barrios y veredas de Itagüí, gracias a la confianza y el apoyo de los itagüiseños, hoy tiene el honor de ser por primera vez concejal del municipio por el Partido Centro Democrático para el período 2020- 2023, desde esta corporación, hace un control político constructivo y responsable de la mano de la ciudadanía.

Su trabajo le ha permitido conocer la realidad de los comerciantes y emprendedores del municipio, representa desde su curul a los comerciantes de la Central Mayorista. Creador de la iniciativa digital #HechoEnItagüí que busca apoyar y visibilizar a las personas que con esfuerzo y tenacidad crean empresa en el municipio.

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