“Ser diferentes implica una reestructuración, entrenamiento y fortalecimiento de un conjunto de habilidades duras y blandas que, unidas a la individualidad y unicidad del ser, despertarán un enfoque diferencial de percepción de la realidad…”
En una nación desarrollada, extensa y con gran número de habitantes como lo es Estados Unidos todavía resultan escandalosas las cifras de reducción de puestos de trabajo por parte de Twitter, Google, Microsoft, Facebook, Amazon, entre otras. No obstante, son empresas que públicamente comunican y mantienen a la ciudadanía informada sobre los cambios y tendencias en el entorno laboral. De alguna u otra forma esto permite a las personas proyectarse en aquello en lo que desean formarse de cara a estar preparados para el futuro. Muchos son los factores a analizar, sin embargo, quiero resaltar dos: la inteligencia artificial y la automatización de procesos.
La inteligencia artificial, sus acelerados avances y el alto nivel de ‘aprendizaje’ de la misma, provocan una deshumanización del conocimiento, aquel que nos costó mucho trabajo construir y transmitir hasta el día de hoy. Todo queda en potentes servidores, en la ‘nube’ desde donde se accede de manera rápida y ágil a millones de datos e información, siendo más preciso el acceso y recuperación de los mismos que el de un humano.
La automatización de procesos extiende su frontera invisible, invadiendo campos sagrados del hacer y de la técnica humana. Pareciera que el objetivo es el de suprimir la mano de obra calificada y no calificada, añadiendo además reducción de costos y estandarización milimétrica de procesos.
Frente a todo este panorama, para unos sombrío, para otros sin importancia, resulta altamente valioso el pensamiento crítico, la reflexión consciente y la capacidad creativa. Son pilares que el ser humano contemporáneo debe buscar, encontrar y cuidar como algo precioso y bendito. Amenazas al tiempo productivo ante tantas aplicaciones, páginas web y servicios tecnológicos hacen pensar que tomar una pausa para reflexionar ante toda la realidad es una total pérdida de tiempo. La existencia misma y la auscultación interior quedan relegadas e incluso ridiculizadas.
Vamos directo hacia una artificialización de la realidad, de la naturaleza, del pensamiento, de la vida misma. Poco a poco intrincados algoritmos les permitimos tomar decisiones por nosotros. Nos refugiamos en el metaverso y poco interactuamos en la realidad. La diversión real es emulada en entornos virtuales.
Aunque todo parezca alarmante, es la oportunidad perfecta para ser diferente, ser único. Serlo no significa ir en contra del mundo, de sus valores, de su estructura social, de su sistema legal. Ser diferentes implica una reestructuración, entrenamiento y fortalecimiento de un conjunto de habilidades duras y blandas que, unidas a la individualidad y unicidad del ser, despertarán un enfoque diferencial de percepción de la realidad que le permitirán dominarla e incluso, someter las diferentes inteligencias artificiales existentes y sus tecnologías emergentes y paralelas. Estar informados no es un lujo, es una necesidad apremiante para sobrevivir e ir más allá: triunfar. Saber los pequeños y hasta imperceptibles cambios en la esfera social, política, económica, ambiental, tecnológica le darán las herramientas para la correcta toma de decisiones. Saber administrar los cientos de datos e información diaria recibida marcará la diferencia. Es la habilidad blanda del siglo XXI: la gestión eficiente de la información. La mente es capaz de ver más allá de los datos y evolución del conocimiento, es capaz de mezclar lo anterior con emociones y sensaciones, y obtener lo mejor, ¡ojalá para todos!
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