Rafael Correa, el caudillo latinoamericano

EFE/Maurizio Gambarini

Hay muchos quienes aseguran que él gobernará, tras las sobras de su pupilo Arauz


Entre 2007 y 2017, se involucró en casi todo asunto que generara interés en el país, haya sido político, social, económico, religioso o deportivo, sea en persona o a través de Twitter, fue protagonista de gabinetes itinerantes y de unos 500 enlaces ciudadanos en todo el territorio ecuatoriano, conocidos informalmente como «las sabatinas», donde hacía uso  de sus grandes dotes de orador; el caudillo latinoamericano, Rafael Correa, presidente de la hermana República de Ecuador, logró dar estabilidad a su país que necesitaba un cambio radical, tras haber tenido 12 presidentes desde el retorno a la democracia; Correa fue electo en las urnas en tres ocasiones, liderando triunfales procesos de cambio constitucional y obtenido los más altos porcentajes de aceptación y credibilidad registrados en la historia política ecuatoriana por una década.

Durante su gobierno los índices de reducción de la pobreza disminuyeron hasta el año 2014, la inequidad en la distribución del ingreso también se redujo, llegando a ser considerado el creador de un nuevo ciclo histórico, superando el modelo empresarial neoliberal, obvio que mucho de eso se debe al precio del barril que llego a tener cifras históricas, lo que le permitieron al gobierno de Correa emprender un programa de mejoras en la infraestructura productiva, vial, educativa y salud, entre otros temas.

Durante su mandato, Rafael Correa, tuvo mucha oposición por parte de algunos medios de comunicación y sus periodistas estrellas, sin embargo, no existió un solo periodista detenido por ejercer su oficio, ni tampoco un solo medio cerrado por su línea editorial, lo que sí ha habido es una sistemática campaña de desprestigio por parte de ciertas organizaciones no gubernamentales y asociaciones de empresarios dueños de medios de comunicación, quienes no están defendiendo derechos sino sus intereses particulares  y económicos, al sentirse rezagados por los nuevos espacios de los medios de comunicación públicos.

Pero todo no es color rosa, pues lo que enturbia su liderazgo, es como ha defendido a capa y espada lo indefendible, al salir de manera pública apoyando a gobiernos de ultra izquierda y dictatoriales como Fidel Castro o Hugo Chávez, por citar algunos ejemplos, sin olvidar las estrechas negociaciones con países como Rusia y China.

Logró imponerse y dominar a las Fuerzas Armadas, al eliminar y privar de muchos beneficios que a su criterio eran injustificados y excesivos, mientras los maestros tenían salarios paupérrimos; en esa búsqueda de un equilibrio pudo fraccionar el criterio militar hasta hoy en día. Tuvo de manera fiel e incondicional al alto mando quienes no se cansaban de demostrarle su fidelidad, mientras una minoría pensaba en fracasados intentos de minar su imagen como líder.

Jamás dejó ningún tema de interés nacional fuera de su agenda, personalmente llevaba un manejo exhaustivo de obras y proyectos emblemáticos, diseñados a favor de los sectores más vulnerables, a pesar de incomodar al sector empresarial, por ejemplo al eliminar el sistema de contratación a través de tercerización y aplicar sanciones drásticas a quienes de manera injustificada no asumían las responsabilidades como patrono; también depuró varios colegios e institutos de educación superior, que no cumplían con su rol, sino que eran grandes negociados, lo mismo ocurrió con los centros médicos de salud y hospitales los mismos que fueron rediseñados y dotados de alta tecnología, y ni que decir del amplio y envidiable sistema de red vial a nivel nacional, con peajes muy económicos; estos son algunos ejemplos de su gestión.

Pero todo se ha visto opacado a causa de supuestas implicaciones en el escándalo de Odebrecht y sobornos, al igual que ha ocurrido con otros mandatarios a lo largo y ancho de nuestro continente, este pretexto ha servido para que del árbol caído saquen leña y arda Troya, solicitando la intervención de la Interpol, quienes han hecho caso omiso al determinar que no es competente activar una alerta roja.

La tónica de sus mandatos se resume, en ser querido por muchos, odiado por otros, pero admirado por todos; distintos sectores critican su autoritarismo, prepotencia y sectarismo para gobernar, a la par que es amado por otros, gracias a esa misma dureza para ordenar el país, desembarcar del poder a gremios profesionales, a sectores económicos oligárquicos y a organismos internacionales. Se forjó un reconocido liderazgo nacional e internacional y en actual ganador del debate presidencial Ecuador 2021, pues todos los 16 candidatos no se cansaban de nombrarlo sea en bien o en mal, lo que le da una idea de liderazgo total pues sin necesidad de dinero, ni prensa, ni influencia haya una gran mayoría ciudadana que desea su regreso inmediato.

Andrés Arauz, parece que será quien triunfe y gane la presidencia tras cuatro años de dejar Rafael Correa su gobierno, podrá hacerlo mejor o peor que su antecesor, solo el tiempo nos contestará a esta interrogante, pero será difícil que llegue a ejercer el poder como él, de una manera que bien podría definirse como omnipresente; pues queda claro que tanto sus sucesores Moreno y Arauz por si solos no generan ni un voto, el pueblo ecuatoriano vota por Rafael Correa, algo similar a lo que ocurre en Colombia, la gente no votó por Juan Manuel Santos o Iván Duque, sino por quien Álvaro Uribe disponga, lo que ha causado insatisfacciones y traiciones imperdonables, que quedan en la mente de los votantes, quienes ahora no saben si continuar apoyando a sus líderes o votar al libre albedrío.

Paola Basantes Heredia

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