Por un aumento justo al salario mínimo

Desde el 5 de diciembre hasta al 30 del mismo mes, empresarios y trabajadores discutieron el aumento del mínimo, inicialmente los primeros llevaron ofertas inferiores al 4,7%: la propuesta de los micro empresarios y Asobancaria fue del 4,5% mientras que la de Fenalco y ANDI fue del 4,7%. Por otro lado, los trabajadores llevaron propuestas del 10% para la CGT y del 12% para la CUT. Finalmente, los empresarios unificaron su propuesta en 5,1% mientras que los trabajadores terminaron divididos en la última reunión del año con propuestas de 7% para la CGT y 9% para la CUT. A pesar de que la brecha entre posturas fue reduciéndose, para el 29 de diciembre aún era mucha la distancia que separaba a ambas orillas, a esto se le sumaba el hecho de que los trabajadores salieron divididos de la penúltima reunión lo que llevó a su vez que la CUT no estuviera presente en la reunión del 30 de diciembre, encabezada por el presidente y los ministros de trabajo y hacienda y donde sorpresivamente se logró la concertación en 5,9% para el mínimo y 6,1% para el auxilio de transporte. A pesar de que los empresarios no estuvieron presentes en la última reunión reconocieron que podían aceptar aumentos de hasta el 6%.

Son 5 factores que deben ser tenidos en cuenta a la hora de concertar el aumento del mínimo al final de cada año: la inflación actual, la meta de inflación del siguiente año, el aumento de la productividad laboral y de la economía, la contribución del salario al ingreso nacional y el aumento del PIB.

En materia de inflación, por mandato de la Corte Constitucional el aumento del mínimo debe hacerse por encima de esta para evitar que este fenómeno monetario cause una pérdida de la capacidad adquisitiva de los colombianos menos remunerados. Según el DANE, la inflación para el 2017 fue del 4,09%, levemente superior al rango meta del Banco de la República (2%-4%). Adicionalmente la meta de inflación del banco central se seguirá ubicando en 3% (2%-4%) y el aumento de la producción nacional será inferior al 2%, el peor desempeño de la economía desde el 2009. Este tipo de ajuste en materia inflacionaria es aceptado por los empresarios quienes inicialmente propusieron cifras superiores al 4,5% reconociendo a su vez el aumento de la productividad laboral de 0,44%, dato que también fue inferior al del 2016.

Sin embargo, la rigidez en la postura de los gremios radicó en que la productividad de la economía en su totalidad disminuyó en 0,24% por lo cual solo aumentaron su propuesta inicial hasta 5,1% antes de concertar el aumento, lo anterior, entre otras cosas para compensar el aumento del IVA realizado el año pasado por la reforma tributaria. Entendiendo la difícil coyuntura, los trabajadores han bajado cada uno su propuesta inicial en un 3%, cediendo más pero finalmente esperando un aumento en la capacidad adquisitiva que tanto se les ha aplazado por la difícil coyuntura que se vive desde el 2014.

Para muchos colombianos un salario mínimo en Colombia escasamente alcanza para subsistir, sin embargo, la alta cifra de desempleo (cercano al 9%) y la alta proporción de asalariados que devengan un mínimo indican lo contrario: el mínimo está por encima del equilibrio del mercado. Estas altas cifras de desempleo acompañada de una alta informalidad incapacitan a la economía para hacer aumentos sustanciosos necesarios para mejorar la calidad de vida de los colombianos menos favorecidos.

Un generoso aumento del mínimo que no esté reflejado en aumentos en la productividad laboral causará un aumento del desempleo, la informalidad y la inflación, además de restarle competitividad a las empresas y aumentar en gran medida el gasto público al ser el estado el mayor empleador del país. Por ello, el aumento del mínimo debe ser gradual y debe reflejar el desempeño de la economía y del trabajador medidos por su productividad. Lo anterior favorecerá así la creación de empleos estables formales y de calidad, además de aportar a la creación de una economía más competitiva, lo que a su vez fomentará más aumentos de la productividad causando así un alza en los salarios que no tenga que ser impuesta por políticas populistas, sino que sea merecida por los propios trabajadores y empresarios. De esta manera luego de superados los episodios de alta inflación y bajo crecimiento de los últimos años la política económica podrá concentrarse por fin en controlar el alto desempleo en Colombia que para noviembre se ubicaba en 8,4%.