Por las calles de un paraíso azul

Desde donde estoy escribiendo es desconocido para algunos, escuchado por otros, y lugar de oportunidades para muchos, nacionales o extranjeros”.


Desde donde estoy escribiendo me hace pensar en que todos tenemos un lugar preferido en el mundo, y la mayoría de veces, coincide que son lugares para descansar de las rutinas laborales o académicas, esos espacios en el mundo donde nos sentimos plenos física y mentalmente.

En este instante ventea fuerte, se ven las copas de los árboles mover en una sola sintonía que brinda tranquilidad, pasan las aves, a lo lejos se escuchan unas trinar, o como prefieren algunos, se escuchan cantar desde su libertad, en su hábitat donde siempre deben permanecer, y no enjauladas por un deseo banal del humano. La vista proporciona matices en el paisaje, el azul del cielo parece limitar con el verde que enriquece las montañas, y en ellas, manchas negras y blancas que caminan o tan solo se ven pastar, siempre juntas, aunque sea para descansar. No se puede ignorar un punto en lo alto que se ve lleno de árboles, y que en ocasiones es tapado por las nubes bajas en las frías mañanas, ese punto alto que tiene un nombre que para algunos es asustador o misterioso, para otros es tan solo religioso, con mitos e historias que no pasan desapercibidas, esa punta de la montaña que menciono, se le conoce como El Monte del Cura.

Se ven personas pasar, unas hacia el trabajo, otras quizá para hacer alguna vuelta del hogar, hay quienes pasan con jeans en su espalda o en una carreta, esos que salen de alguna fábrica y van hacia la lavandería o al hogar de alguna pulidora. Por unas calles el sonido es de máquinas funcionar, y no son otras sino de coser, y en calles siguientes el ruido es el de alguna obra que está en construcción y se convertirá pronto en hogar de muchos. Es inevitable que, al seguir por estas calles, no se pase por alguno de los puentes que son patrimonio municipal, llamativos por su color, pero, sobre todo, destacan por su ingeniería en arco. El más antiguo de ellos data de finales del siglo XIX, más precisamente en el año 1897 y conocido como El Puente Zea.

Este territorio pequeño en extensión (181 km2) es llamado hace poco como – El Paraíso azul – por el denim, e igualmente reconocido como – La fábrica de confección más grande de Colombia – no hace falta detallar el porqué, también visto como – La Roma Paisa – por su reconocido trayecto religioso en el mundo católico. Además, es lugar donde han surgido grandes cooperativas como COLANTA, CFA y de innumerables personajes de múltiples artes y oficios en el mundo.

Desde donde estoy escribiendo es desconocido para algunos, escuchado por otros, y lugar de oportunidades para muchos nacionales o extranjeros. Este rincón en el mundo es el espacio que me brinda plena tranquilidad física y mental, y del que me motiva poder aportar para el continuo desarrollo, por su territorio, su gente, y su historia. Esta última, llena de algunas variedades, evocando desde su vocación campesina, hasta su actual vocación en la industria textil y diversificándose en otras actividades sociales y económicas.

Este paraíso mágico llamado Donmatías, ubicado en Antioquia, es mi lugar preferido en el mundo, es mi hogar, y me hace orgulloso decir que soy de pueblo y de raíces campesinas. ¿Cuál es su lugar preferido en el mundo?

Juan Camilo Madrid López

Hijo de Donmatías, pueblo de solidaridad y cooperativismo, creyente y actor del desarrollo territorial desde lo social. Concejal de Donmatías, estudiante de Derecho en la Universidad de Medellín. Miembro Cofundador de MERAKI Proyecto Social.

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