Soplan nuevos vientos para el campo, aunque no sabemos si serán borrascosos o si impulsarán las pesadas aspas del desarrollo rural. Gustavo Petro es el presidente electo y gobernará de acuerdo a sus motivaciones de izquierda, pero, aun así, ha convocado a la concertación desde su propuesta de convertir al país en potencia productora de alimentos. Quién quita, entonces, que un gobierno de izquierda sí tenga la voluntad política para recuperar el campo, con acciones que deberán ceñirse a la Constitución y la Ley.
No ha faltado quien vea extraño que el presidente de Fedegán se reúna con el senador del Pacto Histórico, César Pachón, quien también ostenta una investidura legítima, y lo haré con todo aquel que la tenga. Por el contrario, nunca con quienes durante décadas enlutaron a la ganadería, como no aceptamos avalar las negociaciones con las Farc en el Foro Agropecuario de 2012, organizado para legitimar la Reforma Rural Integral. En ese entonces, el Gobierno y el presidente del Congreso, ¡Roy Barreras!, nos tildaron de “enemigos de la paz” y Fedegán sufrió retaliación oficial.
Hoy, alrededor del propósito de convertir al país en potencia agroalimentaria, podemos llegar a puntos de encuentro en temas como el catastro multipropósito que formalice la tierra y oriente la producción; una política de asociatividad que les permita a los pequeños llegar a los mercados, o la tan necesaria de energía y agua para la producción, y la de las vías terciarias, sobre la cual, inclusive, propusimos un proyecto de ley que sume recursos, pues la situación actual profundiza la inequidad y eleva costos de transacción en contra del ingreso campesino, como en el acopio de leche.
Pero la concertación deberá ser también el espacio para zanjar diferencias y derribar mitos.
¿La ganadería le quita tierra a la agricultura? Es una falacia; los mismos ganaderos se pasarían a la agricultura si fuera viable, pero no lo es porque no hay facilidades de adecuación de tierras, agua, insumos asequibles, crédito, asistencia técnica y carreteras.
¿La tierra está excesivamente concentrada? Sin desconocer el derecho del campesino a ser propietario, esta es una narrativa de la izquierda en contra de la producción empresarial, que genera empleo y contribuye a la seguridad alimentaria y a la diversificación exportadora.
¿La tal concentración es causa de la pobreza y la violencia?, ¿la tierra rural no paga impuestos? Estas y otras preguntas, convertidas en afirmaciones y repetidas en las narrativas de la izquierda, hasta convertirlas en verdades, son mitos que me propongo derribar, no solo en este espacio, sino en un libro que me he propuesto escribir.
Sobre estas preguntas esperamos el debate argumentado con el gobierno y, sobre todo, con la ministra Cecilia López, mujer con experiencia y saber. Quedamos atentos.
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