Nuestros soldados, nuestros guerreros colombianos

El honor y el mérito de un ser humano que combate por un país, que enfrenta las justicieras balas del enemigo y las voces externas –qué como balas- en ocasiones buscan opacar su pundonor. Esas lexías que desde los dirigentes, la sociedad o sus mismos compañeros desestabilizan y menosprecian sus acciones de brío y de inmensas agallas. Lo anterior es un ponderado resumen, falto de muchos otros aspectos que deben calificar y resumir la participación del soldado en los distintos escenarios que enfrenta; una declaración a su labor que en ocasiones es desagradecida.

El soldado, ese militar colombiano que hace parte de nuestras Fuerzas Militares es sin duda alguna, quien ostenta un distinguido y riesgoso encargo: llevar las armas legítimas del Estado, darle forma a lo que aquel sociólogo Alemán Maximilian Carl Emil Weber señaló como “el monopolio legítimo de la violencia” (en ocasiones desde el sector militar, se prefiere cambiar “violencia” por “fuerza”). A su encargo constitucional y legítimo, se le suma que es un ser de obediencia pura, (en el presente hasta sin derecho a votar) sumido en lo que debe cumplir sin reprochar, porque el soldado en Colombia, es civilista, y mantiene la jerarquía que direcciona su que-hacer diario, así en muchas ocasiones, sus oficiales obedezcan a civiles gobernantes que no se articulan a la defensa del Estado y de sus ciudadanos, sino a meros individualismos.

Ese soldado que aunque participa directamente en el conflicto interno armado, no se le considera víctima (se le invisibiliza), pero se le ajusticia como victimario. Un ser participante y actor de la sociedad, tanto que Samuel Huntington indica que para un mejor relacionamiento cívico-militar debe existir en el segundo un alto rasgo de “profesionalización” el cual contenga “corporatividad”, lo que quiere decir, que es el corporativismo el cual destaca al militar en la colectividad como el garante idóneo de una responsabilidad especial.

Y para exaltar el trabajo legítimo del guerrero, sin detallar o polemizar sobre cuáles eran sus objetivos, se recuerda que históricamente en el mundo ha habido grandes guerreros y militares, que llevaron el liderazgo en la batalla y permanecen en los anales y libros de historia. Es el caso de Josué (1543 – 1433 a. C. aproximadamente) quien posterior a la muerte de Moisés quedó como capitán del pueblo de Israel, dejando a su marcha, victorias militares, como en la ciudad amurallada de Jericó, igualmente en la localidad de Hai (ciudad cerca de Jerusalén), que bien lo describe en el capítulo 8 del libro de Josué: “y Josué se levantó con todo el pueblo de guerra para subir a Hai. Escogió Josué treinta mil hombres, valientes guerreros, los envió de noche, y les dio órdenes”, para obtener la victoria. Más adelante Josué enfrentó al ejército del rey de Jerusalén Adonisec, y en sangrienta batalla lo derrotó, todo junto a sus hombres, sus soldados.

Como no recordar a Alejandro Magno (356 a. C.), heredero del título de Rey de Macedonia (parte norte de Grecia) y capitán del fuerte ejército macedonio. Estratega militar quien lideró la conquista de batallas y victorias, en contra del Rey de Persia y del Rey Poro (India), entre otras. Fue un líder militar que murió joven, a la edad de 33 años. O Julio César (100 – 44 a. C.) tribuno militar, de los ejércitos romanos, dirigió el dominio del Imperio en distintos territorios, y entre sus victorias se destaca la que obtuvo contra uno de sus más difíciles enemigos: Vercingétorix (líder galo de importancia militar, quien se enfrentaba a Julio César.  La región de la Galia es lo que hoy se conoce como Francia y Bélgica, parte de Suiza, zonas de países bajos y Alemania). Vercingétorix fue un personaje representativo de la historia, para la Francia del siglo XIX.

El recorrido por la vida y obra de militares sigue siendo mucho más amplio: George Washington (1732 – 1799), líder y pionero de las luchas en contra de los dominios europeos (Inglaterra, España, Portugal y Francia), a los 19 años ingresó a la vida militar, liderando las tropas en Virginia, -colonia Inglesa en ese entonces-, contra los pieles rojas (pueblos indígenas de América) y los franceses. Entre luchas y victorias contra milicias de Inglaterra y su dominio colonista como general en jefe, el 4 de julio de 1776 se proclamó la declaración de la Independencia. Posteriormente lideró la expulsión de los ingleses. Y constitucionalmente, el 30 de abril de 1789 Washington fue declarado como el primer presidente de EE.UU, por ocho años consecutivos. Muere como líder político de naciente y sobresaliente posición y orgullo militar en 1799.

Otro militar histórico estadounidense, Douglas MacArthur (1880 – 1964), graduado con honores en la academia militar de West Point, como coronel a los 37 años estuvo en la I primera guerra mundial, donde obtuvo resultados positivos, más adelante nombrado jefe del Estado Mayor del Ejército de EEUU. Pero su éxito estuvo como comandante de las tropas de ocupación en el contraataque y toma a Japón en la II guerra mundial. Al final sus posiciones políticas lo alejaron de su que-hacer militar.

Por supuesto no se quiere evidenciar causas o razones, sino liderazgos y valentías militares, que junto y gracias a sus soldados fue posible el éxito. Moshe Dayan, (1915 – 1981), militar israelí quien lideró las luchas independentistas de este territorio, por ejemplo al mando del ejército que se enfrentó en la guerra de los seis días (1967), igualmente en la guerra de Yom Kipur (1973, guerra del Ramadán). Gracias a sus estrategias militares y soldados logró victorias, para mantener el Estado Israelí (reconocido como tal por la ONU en 1947).

Otros que se pueden recordar, por su historia militar, Gengis Khan (1162 – 1227), mongol, primer militar que reemplazó la infantería por la caballería, logrando mayor movilidad y efectividad de las tropas sobre las defensas; Horacio Nelson (1758 – 1805) almirante Inglés, líder de batallas navales; Napoleón Bonaparte (1769 – 1821), líder y genio militar, estudioso del tema castrense (en la Real Escuela Militar de París). Obtuvo grandes victorias y conquistas, como en Italia, Egipto y Austria, logrando autoproclamarse y autocoronarse Emperador en 1807 hasta 1814 aproximadamente. Su final, fue exiliado en la Isla de Santa Elena inglesa. Simón Bolívar (1783 – 1830) caudillo militar, libertador de cinco repúblicas americanas (Ecuador, Perú, Bolivia, Colombia y Venezuela); José Antonio Páez (1790 – 1873), líder de la causa y la lucha independentista de Venezuela, unido a Bolívar, entre muchos más.

Así, entre causas y liderazgos, muchos militares han precedido las causas de los soldados colombianos. El ejemplo de orgullo, sacrificio, tesón, y muchos otros aspectos es reflejado por guerreros que han sobresalido. Lo que no se puede discutir es que nuestras fuerzas militares, sus soldados no carecen de valentía, y han estado inmersos entre el orgullo y el reconocimiento de un país que en su mayoría los ha apoyado. Por supuesto no falta quien señala sus actos, pero omite aquellos que se hacen por ejemplo desde los que se autodenominan “ejército del pueblo”. Por eso este texto, es por nuestros soldados, nuestros guerreros colombianos.

 

Jorge Andrés Rico Zapata

Comunicador Social – Periodista de la FUNLAM. Magíster en Estudios Políticos de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomado en Seguridad y Defensa Nacional de la Escuela Superior de Guerra. Seguidor de la academia, la comunicación, los medios de comunicación, la política, el periodismo y la literatura.