Milei es anticomunista, pero no es fascista ni de la ultraderecha

El triunfo de Javier Milei, el 19 de noviembre en Argentina, demuestra que ese pueblo supo  percibir el momento político  y discernir el signo de los tiempos, ante las inmensas necesidades que vive la nación, a lo que hay que agregar que es la primera vez que un candidato libertario gana  la presidencia en una nación latinoamericana; pero por el atraso conceptual e ideológico que pulula  en algunos sectores en los países de la región, se ha catalogado al nuevo presidente de Argentina como fascista y de extrema derecha, resaltando que por el hecho de ser anticomunista no significa que sea fascista o de la ultraderecha.

Puesto que Milei en su anticomunismo ha sido demasiado diáfano, rechazando los dogmas del marxismo leninismo y todo lo que  es una catástrofe para algunos pueblos del mundo, sometidos por el comunismo; recordando nuevamente que el marxismo es el padre del fascismo; dado que Benito Mussolini su fundador, era a principios del siglo XX un marxista fanático, amiguísimo de Lenin y fue tanta  la devoción del Duce por  el marxismo que hizo expulsar del partido socialista italiano a los socialdemócratas por blandos.

 Mussolini también fue demasiado cercano a Vladímir Lenin, quien consideraba al Duce como el «gran revolucionario», que hubiera podido realizar la insurrección en la península itálica, antes de 1914; en atención a lo cual, fue por lo que Mussolini salió del partido socialista y creó el fascismo para demostrar que era más revolucionario que cualquier miembro del partido socialista Italiano.

Lo más curioso de Mussolini con su fascismo, fue el acompañamiento que le hizo, el fundador del partido comunista italiano Nicola Bombacci, quien fue con el Duce  hasta la muerte, siendo ejecutados los dos en 1945; de  tan manera que bajo ninguna circunstancias se puede catalogar a Javier Milei de fascista; porque sin temor a ser desmentido, el fascismo es hijo del marxismo y el  nuevo presidente argentino al declararse como anticomunista, por ningún motivo se le puede dar el calificativo de fascista.

Tampoco a Milei se le puede dar el apelativo de extrema derecha, como lo hizo el presidente colombiano Gustavo Petro en un twitter, dado que los términos derecha e izquierda  en la actualidad han perdido su esencia y son utilizados caprichosamente de acuerdo a las circunstancias, para acomodarse políticamente sin ningún rigor, desconociendo el origen de esos dos términos en  la revolución francesa hace 234 años.

También  hay que resaltar que los primeros anticomunistas que aparecieron en el mundo en el siglo XlX, fueron los anarquistas,  encabezados por Mijaíl Bakunin, quien expresó su célebre frase: «Detesto el comunismo, porque es la negación de la libertad y no concibo nada humano sin libertad», ello  sucedió  en la Primera Internacional de los trabajadores cuando los  obreros  rechazaron los sofismas del señor Karl Marx.

Así que antes de  colocarle epítetos a Javier Milei,  se debe recordar la historia que nos sirve para conocer el presente y no cometer errores conceptuales tan difundidos en Latinoamérica,  por las fuerzas totalitarias del marxismo leninismo;  en razón a que el electo presidente argentino es un liberal libertario que por su talante,  busca el desarrollo social y humano de los  argentinos, basándose   en la libertad que es  la condición suprema de los seres humanos.

De suerte que hay que reconocer en Milei a un  líder que enfrenta  ideológica y culturalmente a los comunistas y a  sus idiotas útiles, que   no han tenido ninguna dificultad en la región para enajenar, adocenar y envilecer a las masas  con sus entelequias, puesto que no ha existido resistencia de las fuerzas democráticas liberales, dedicadas a otros menesteres, pero no a preparar a los ciudadanos en la batalla ideológica que es donde las fuerzas totalitarias del comunismo toman ventaja por la desidia de los  amantes de la libertad.

Antonio Gramsci el comunista italiano, fallecido en 1937, ha sido el maestro de los comunistas en Latinoamérica y fue el que puso, como tarea fundamental para los seguidores de esa corriente, la guerra cultural, en donde  planteaba que si se toma el poder cultural, el poder político cae como fruta madura; debido a lo cual el nuevo presidente  de Argentina, de manera transparente entendió que la base para conservar la libertad y la democracia se encuentra en la lucha cultural e ideológica, en contra del marxismo y todos los especímenes que medran alrededor de esa fuerza absolutista y esclavista.

Ariel Peña

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