Andrés Manuel López Obrador, el Peje, AMLO, ha ganado de calle las elecciones en México. Y nunca mejor dicho de calle, porque de pantalla o de chequera tenían que haber ganado otros. En México, en un país donde parecía que la esperanza había desesperado. Donde zonas enteras del país están signadas por el narcotráfico y la violencia, donde las desigualdades no duelen al 1% y el 99% sabe que les han engañado demasiadas veces, donde las mujeres, que son la mitad del cielo, viven un infierno que emparenta a México con la palabra “feminicidio”. En un país que tiene justo pegado al Norte la posibilidad de prosperar y también la posibilidad de perecer en el desierto, de ser detenido o disparado por dementes con rifle, de ser esclavizado por mafias, de ser separado de tus padres para que tu llanto se incorpore a la historia de la infamia de la humanidad.
Ha ganado López Obrador la Presidencia del Gobierno y también las cámaras, abriéndose la posibilidad de que ese 50% de México pobre y abandonado tenga,después de ochenta años, un Presidente que apueste por los humildes. AMLO ha dicho desde el fondo de su alma que “primero, los pobres”. Un presidente que cree en la soberanía nacional y no va a dejar que se repitan las payasadas de Peña Nieto dejándose humillar por el jefe de los payasos que gobierna en Washington.
Un Presidente de México que devuelve al país al concierto internacional y que precisamente por eso vuelve a mirar al Sur. Justo en el momento en el que los países que ganaron la década en el continente están exhaustos. Le corresponde a México enarbolar la bandera de la izquierda y frenar la ofensiva que mercenarios como el responsable de la OEA, Almagro, o de enemigos de la paz como el uribista Presidente de Colombia Duque, tienen puesta en marcha de la mano de Trump (apoyados ayer por Rajoy y la monarquía española). López Obrador va a contar con un nuevo Gobierno en España que va a cambiar claramente el rumbo. Porque la alternativa son más pobres y más exiliados. Por eso ha vuelto a sonreír ese pueblo.
Lula ha sido encarcelado sin pruebas. Dilma Rouseff fue destituida por un Parlamento de imputados. Rafael Correa está siendo perseguido judicialmente igualmente sin pruebas para intentar cortar su apoyo popular. A Petro le intentaron encarcelar con mentiras, además de robarle cualquier posibilidad de supervivencia económica. A Maduro le aprueban los organismo internacionales un bloqueo económico y de cuentas. En Perú cambian las reglas electorales para dejar fuera a Verónica Guzmán. Jueces venales quieren enjuiciar a Cristina Fernández en Argentina. Y así. ¿Qué está pasando con la democracia en América Latina? Parece claro que después del fiasco de Oriente Medio, los Estados Unidos han regresado a su “patio trasero”. Con el loco de Trump la cosa se agrava. Vamos a ver una guerra mediática durísima para intentar justificar el encarcelamiento de toda la izquierda en el continente. Le correspende a México y a España luchar a favor de la democracia y frenar ese deterioro.
Este domingo el Zócalo de Ciudad de México vibró de esperanza y recordé con ese pueblo mexicano a Neruda:
Yo conocí a Bolívar una mañana larga,
en Madrid, en la boca del Quinto Regimiento,
Padre, le dije, eres o no eres o quién eres?
Y mirando el Cuartel de la Montaña, dijo:
“Despierto cada cien años cuando despierta el pueblo”.
[…] tres cosas de Latinoamérica que a mí me llenan de optimismo: 1) La victoria de López Obrador en México. 2) Las movilizaciones de dos millones de mujeres argentinas haciendo lucha callejera, lucha […]