Memoria histórica: modo activo para la construcción de la paz

No tenemos un proceso de memoria histórica, pues nuestra democracia no es tan fuerte como dicen los libros de historia creados por las editoriales institucionalizadas y si yo estuviera equivocado, la memoria histórica hoy jugaría un importante papel para que fuéramos adelante como sociedad en un proceso de construcción de paz como el que vivimos, pero desafortunadamente no es así.

Preguntémonos por un momento ¿Cuáles son nuestros valores éticos como sociedad?, ¿Cómo realmente se ha construido democracia en las comunidades?, ¿Cuál ha sido el papel de la ciudadanía frente a la construcción de los valores y la democracia? Y como resultado de todo lo anterior, ¿Qué tenemos hoy en día frente a la memoria histórica en el país?.

El papel de la educación, la política y la comunicación, en la construcción y recuperación de la memoria, debería privilegiar las memorias de las comunidades y no profundizar en la memoria oficial, la que es «políticamente correcta», la que impulsa el «pensamiento único», que por lo general, es matizado frente a los reales hechos que han ocurrido, que en muchos casos, justifica desde la semiótica y literatura oficial muchos de los crímenes que han ocurrido en el país.

La memoria no sólo es un deber del Estado y sus autoridades nacionales, departamentales y locales, como lo plantea la Ley 1448 de 2011, Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, sino, es un derecho de la ciudadanía en general, para reconstruir desde las voces silenciadas, desde las narrativas de las víctimas, desde acontecimientos que nos han querido ocultar… un derecho que hoy pasa desapercibido y que quiere pasar por encima, inclusive, en los procesos de diálogos de paz que se adelantan en la actualidad.

En un país en conflicto constante como el nuestro, lo obvio sería olvidar lo catastrófico que ha ocurrido para poder dar campo a otros escenarios, para no recordar la barbarie; sin embargo, y pese a lo anterior y de manera aparentemente contradictoria, la memoria nos indicará el camino, para poder zanjar tanto dolor del pasado. Entonces la memoria es camino y acción directa para la construcción de paz, no solamente desde lo individual, sino también desde lo colectivo.

Pensando en la memoria de nuestro país, recordé dos casos impactantes de la historia reciente de la violencia política y contacté a los hijos de dos hombres que hicieron historias desde sus apuestas, ambos hijos hoy en día, son protagonistas en el tema de los derechos humanos; uno es Juan David Díaz y el otro es Iván Cepeda. Ambos tienen una conexión directa con la memoria, la cual les ha marcado sus vidas y que hoy retomo como parte del ejercicio necesario de recordar y al mismo tiempo para tomar sus conceptos frente a lo que consideran por memoria histórica.

Juan David Díaz
Juan David Díaz

Juan David Díaz, hijo del exalcalde suspendido, desaparecido y asesinado de El Roble: Eudaldo Díaz. Recordemos el fatídico episodio de aquel primero de marzo, en el marco de una Consejo Comunitario, ante el presidente de ese entonces, Álvaro Uribe Vélez “¡Señor presidente, a mí me van a matar!”. Juan David, después de padecer el exilio y las crisis propias de la persecución política y militar a su familia, construye un rumbo diferente; es el nuevo asesor de Paz para el Departamento de Sucre. Para él la memoria histórica es:

“Una necesidad para poder lograr la construcción de la paz, sin la memoria histórica estamos condenados a seguir el círculo vicioso de la violencia que tanto daño nos ha hecho, la memoria histórica nos permite reconocer las causas que originaron el conflicto, y que si no son tratadas y solucionadas nos seguirá devolviendo a la violencia, para la muestra el fallido proceso con el paramilitarismo que terminó con la mutación a las denominadas Bandas Criminales – Bacrim”.

Iván Cepeda
Iván Cepeda

Otro caso es el de Iván Cepeda, defensor de derechos humanos, vocero oficial del Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE), Senador de Colombia. Hijo de Manuel Cepeda quién fuera un destacado político, abogado y periodista asesinado por agentes del Estado en complicidad con paramilitares el 9 de agosto de 1994, en el marco del exterminio sistemático contra los integrantes de la Unión Patriótica UP. Iván considera que la memoria histórica es:

«Diría que la memoria histórica, es por una parte una fuente privilegiada de experiencias, de acontecimientos, de hechos, que han marcado la historia reciente, el devenir de las víctimas y por lo tanto, es una especie de referente permanente para nosotros, sobre cómo construir la no repetición de la violencia, cómo construir la paz sobre qué valores, sobre qué experiencia del pasado, sobre qué lecciones, pero también es un proceso pedagógico y de lucha de las víctimas, para ganar un espacio y para ganar un lenguaje, unos símbolos que hoy son monopolizados por la historia oficial y por el discurso hegemónico oficial».

Acá hay unos elementos para aquellos que buscan sin duda construir desde una apuesta alternativa y ciudadana, los que creen que desde una postura crítica y propositiva se puede también hacer paz. No hay una verdad, hay tantas memorias como personas, lo claro es que ante los puntos de encuentros frente a un hecho concreto, vamos caminando hacia la memoria, las cuales se van construyendo colectivamente. No dudo que se presentarán obstáculos para la implementación de cualquier ejercicio de este tipo, pero vale la pena no sólo intentarle, sino hacerlo.

Carlos Andrés Cardona Ramirez

Soy Carlos Andrés Cardona Ramirez / Defensor de derechos humanos / Columnista de opinión / #SomosMemoria #NuevaCiudadanía

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