Medellín, ¿Distrito de Ciencia Tecnología e Innovación?

La idea de convertir a Medellín en un Distrito Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI) es una posibilidad cercana debido al proyecto de ley presentado por el Centro Democrático el 2 de diciembre de 2019, que actualmente se encuentra pendiente por rendir ponencia para primer debate en Senado. Este proyecto tiene importantes implicaciones administrativas, financieras y socioeconómicas para la ciudad, las cuales merecen ser consideradas con detenimiento para poder precisar qué tan conveniente resulta. A continuación se enuncian algunas de ellas, pero se hace énfasis en aquella relacionada con los impactos socioeconómicos derivados del discurso y los propósitos contenidos en la propuesta.

Para comenzar, es importante mencionar que la conversión a Distrito Especial exige una serie de modificaciones en los esquemas de financiación y administración del municipio que incluyen principalmente, la división del territorio en localidades con su respectivo alcalde y junta administradora local; el aumento del presupuesto asignado por la Nación al municipio a través del Sistema General de Participaciones; y la dirección de las actividades relacionadas con su vocación económica, en este caso, la Ciencia Tecnología e Innovación.

Lo anterior, de acuerdo con el Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional (s.f), permite “una mayor eficiencia en el cumplimiento de metas, programas y proyectos”, los cuales, en el contexto de la propuesta, son orientados al emprendimiento, la innovación, el conocimiento científico y las nuevas tecnologías. Según algunos estudios citados por Álvaro Uribe en la justificación del proyecto, estos aspectos atraen una mayor inversión extranjera y aumentan la productividad en varios sectores de la economía municipal.

No podemos decir que estas ideas nos toman por sorpresa. La visión futurista y complaciente de la ciudad, la “narrativa edulcorada”, como la llama Luis Fernando González (2018), acompañada de expresiones tales como “crecimiento económico”, “valor agregado” y “competitividad”, lleva mucho tiempo instalándose en la planificación urbana, y ha sido promovida por sectores privilegiados de la sociedad.  A partir de la exposición de motivos del proyecto, en la que se menciona que “la creación de conocimiento es un factor y un componente que refuerza el desarrollo y los indicadores que dinamizan la competitividad” cabe preguntarse ¿A quiénes benefician estas apuestas que, en últimas, persiguen la generación de mayores ingresos?

González, en su artículo titulado ¡Un “premio nobel” para Medellín! hace un recuento de algunos eventos y premios internacionales en los cuales la ciudad ha sido partícipe, inspirados en los mismos imaginarios de innovación. En estos foros, que reciben miles de visitantes y activan las economías locales, resalta la mayoritaria presencia de empresas internacionales de economía urbana en busca de alianzas público-privadas y demás estrategias de negocio (González, 2016, p. 108).

Esto, como plantea el autor, pone en evidencia la predominancia de una lógica sobre lo urbano ajena a los habitantes y construida a partir de los intereses de agentes económicos externos (González, 2016, p. 110). En contraposición a ella, la posibilidad de realizar intervenciones en el territorio con miras a superar la inequidad social pasa a un segundo plano. De este modo, ¿vale la pena que Medellín se convierta en un Distrito Especial con una vocación económica fuertemente influenciada por el capital mundial, y en el mejor de los casos, beneficiosa solo para un estrecho margen de la población?

En un estudio desarrollado por la economista Maira Alexandra Prieto (2017) acerca de la experiencia de Buenaventura como distrito industrial, portuario, biodiverso y ecoturístico; se constató que el elevado índice de necesidades básicas insatisfechas (NBI) en la dimensión de pobreza (de un 35,85%), impidió que los ciudadanos se insertaran plenamente en el circuito de la producción, distribución y consumo de sus actividades económicas representativas (p. 69). Por esta razón, los beneficios esperados en generación de empleo y transferencias de la Nación se vieron frustrados de manera significativa.

En Medellín, este mismo índice es del 40% (Área Metropolitana del Valle de Aburrá, 2020), por lo que es aun superior al de Buenaventura. Esto, da cabida a un nuevo interrogante: ¿cómo garantizar que los sectores desfavorecidos de la sociedad se vinculen a una vocación económica que demanda un significativo nivel de educación y calidad de vida? Es posible afirmar que para pensar en Ciencia Tecnología e Innovación en las dimensiones que propone el proyecto, se deben hacer esfuerzos en primer lugar para contar con un mínimo acceso a educación básica y superior de calidad, a servicios sanitarios, a una buena alimentación y a una vivienda digna. De no ser así, no parecen haber suficientes razones para considerar que las ganancias de un proyecto de este alcance no profundizarán la inequidad social.

Una manifestación de la relación entre ambos fenómenos, bastante peculiar además, es la del premio City of the Year, otorgado a Medellín en 2013 por ser “la ciudad más innovadora del año”. En  momentos previos a la ceremonia,

 (…) el director ejecutivo de ONU-Hábitat, Joan Clos (…) había señalado que Medellín era una de las cuatro ciudades más inequitativas de Colombia, esto es, en uno de los países más inequitativos del mundo (…) Pero la repercusión que tuvo en los medios aquel lamentable estado de cosas no trascendió, en la medida en que micrófonos, cámaras, grabadoras o libretas de notas recogieron la triunfante noticia procedente de Nueva York” (González, 2014, p. 94).

Nuevamente, en esta anécdota se vislumbra que el discurso del progreso antes mencionado es ajeno a las necesidades más urgentes que encara Medellín, y por el contrario, se ajusta a la perfección a las estrategias de citymarketing que buscan posicionar la ciudad a nivel global y exaltar los egos de los gobernantes de turno. En últimas, cuando se piensa en el modelo de ciudad ansioso por la cuarta revolución industrial, en medio de difíciles contextos de violencia y pobreza, queda un sinsabor acerca de cuáles son sus destinatarios y qué tan democrática es la construcción del mismo.

Por: Carolina Muñoz Benítez,
Estudiante de Ciencias Políticas y Derecho- Eafit 

Referencias

¿Qué son y para qué existen los distritos en Colombia? – Instituto de Estudios Urbanos. (n.d.). Retrieved May 11, 2020, from http://ieu.unal.edu.co/medios/noticias-del-ieu/item/que-son-y-para-que-existen-los-distritos-en-colombia

Área Metropolitana del Valle de Aburrá. (2020). Necesidades básicas insatisfechas. Retrieved April 19, 2020, from https://www.metropol.gov.co/observatorio/Paginas/necesidades-basicas-insatisfechas.aspx

González, L. F. (2014). El Medellín futuro o el ángel del progreso. Revista Universidad de Antioquia, 317, 92–101.

González, L. F. (2016). ¡Un “premio Nobel” para Medellín! Revista Universidad de Antioquia, 326, 104–111. Retrieved from https://revistas.udea.edu.co/index.php/revistaudea/article/view/326527/20783814

Gutiérrez, V. (2018). La falacia progresista: una charla con Luis Fernando González. Retrieved from Revista Arcadia website: https://www.revistaarcadia.com/agenda/articulo/la-falacia-progresista-una-charla-con-luis-fernando-gonzalez/70897

Prieto, M. A. (2017). Impactos del Régimen de Distritos Especiales (Ley 1617 De 2013) Sobre la Gobernanza Territorial en Colombia: El Caso del Distrito Especial de Buenaventura (Universidad del Valle). Retrieved from https://bibliotecadigital.univalle.edu.co/bitstream/handle/10893/11346/CB-0573333.pdf;jsessionid=64862CF8A3F06FF48FC2A2819AAD8E2E?sequence=1

 

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