Lo que el niño dios nos traerá

Por estas fechas es muy común escuchar mensajes, cuyo contenido relaciona momentos de espiritualidad, transformación y prosperidad; pareciese que ésta es la época donde, con cada una de sus luces, somos transportados a un espacio fuera de lo cotidiano, donde siempre deseamos ser mejores y donde los seres humanos nos vemos tentados a abandonar nuestra animalidad natural, para formar una sociedad mucho más unida y virtuosa. Pareciese que diciembre, último mes del año, con sus novenas y festejos, nos abriera las puertas al cambio y a la mejora de nuestra sociedad.

Lo paradójico resulta ser que este aire de benevolencia viene acompañado de una multitud de campañas publicitarias y de estrategias de mercadeo, donde las personas no sólo nos vemos abocadas a mejorar nuestro ser interior, sino que también es el mes de los aguinaldos, del ya popular “estrén”, pero sobre todo del traído del Niño Dios.

Diciembre es, pues, el mes del nacimiento del Niño Dios¸ celebración tradicional entre los católicos, que se lleva a cabo el veinticuatro de diciembre a la media noche con la víspera de la Navidad. Pero esta celebración no se da sin más, contiene una preparación que dura poco más de una semana, y es la reconocida Novena de Navidad. Resulta ser muy emotivo como en las casas se hace la representación a escala del pesebre que dio lugar al nacimiento de Jesús, y cómo a su alrededor se congregan familias y vecinos, con el fin de rezar la novena.

Esta novena, que ha sido repetida hasta el cansancio y que la mayoría que la hemos vivido a lo largo de nuestra infancia la sabemos recitar de memoria, parece que no logra ir más allá de esto, de una recitación, pues son pocos quienes realizan una reflexión de su contenido. En las iglesias la asistencia de los niños a las novenas en muy alta, pero es mucho más visible a la hora de hacer la fila para reclamar el ficho, con el cual, el día 24 y si se tienen los nueve fichos correspondientes a las novenas, se podrá ser acreedor de un regalo.

No sé que es más denigrante durante el mes de diciembre, que la palabra: Matel tenga mayor relevancia que la palabra Jesús, al fin y al cabo lo que celebramos es su nacimiento, que diciembre sea el mes en el que más se gasta dinero en mercancías y alcohol, en vez de potenciar las relaciones con el prójimo, o que las tradiciones capitalistas sean heredados desde el hogar, donde se supone nos deben formar en la lo espiritual.

Casi desde que tenemos uso de razón, cuando se va acercando diciembre nos hacen cuestionamientos como Este año ¿Qué le estás pidiendo al niño Jesús? Y entre las respuestas más comunes siempre han estado, y me imagino estarán: patines, bicicleta, celular, juguetes (generalmente alguno que se encuentre a la moda) o ropa. Lo curioso es que en vez de corregir las ideas materialistas de los niños los impulsamos pidiéndoles que se porten bien para que el niño les traiga lo que piden y le hagan la tradicional carta, explicándole porque merecen sus regalos. Es desde el hogar desde donde se nos impulsan las ideas hedonistas del actuar como medio para conseguir fines materiales, al igual que la motivación para asistir a las novenas es el regalo y no la oración.

Reitero mi idea perspectiva de que lo más criticable es que pareciese que el verdadero sentido de la navidad estuviese encarcelada en las páginas de los libros de navidad de autores como Charles Dickens, mientras que en los hogares, alimentando mitos como el del Niño Jesús, lo que se hace es arraigar en nuestro ser una idea materialista de esta celebración, donde lo que importa es el regalo y los mensajes de felicidad y de cambio se quedan resguardadas en las tarjetas navideñas.

Por todo ello, me opongo a alimentar en los niños la idea de que es el niño Dios quien trae los regalos, considero que desde pequeños se nos debe enseñar que el fin de los rituales navideños es hacernos mejores seres humanos, y no personas que cada vez tienen más objetos, para que los menos favorecidos económicamente, por nuestro sistema desigual capitalista, no sientan el desengaño de no encontrar los regalos, que ya nadie tenga que entonar las notas de la canción Mamá dónde están los juguetes, y relacionar su ausencia con el desamor de Dios, que cada vez sea menor la ignorancia sobre una festividad tan importante para la religión y que este año, por fin, el niño Dios nos traiga un país con, por lo menos, semillas de paz.

[author] [author_image timthumb=’on’]https://scontent-a-mia.xx.fbcdn.net/hphotos-xpf1/v/t1.0-9/10376713_10152544242313223_6084039276192950078_n.jpg?oh=b85f63f3dc9ab1107519ab31302be85b&oe=54E02857[/author_image] [author_info]Yeimy Tamayo licenciada en filosofía de la UdeA, actualmente estudio ciencia política en la misma universidad. [/author_info] [/author]

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2 Comments

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  • Excelente reflexión. Tristemente lo que llamamos Navidad ha perdido su verdadero significado.

    Es imposible desligar dichas fiestas de su carácter religioso y en esta esta época hasta el más ateo celebra cada fecha festiva.

    La misma palabra Navidad tiene un significado religioso y generalmente se desconoce, porque lo que nos interesa es presumir las nuevas adquisiciones. Muy cierto cuando se dice que Diciembre, pareciese la época en que todos pretenden ser mejores personas y apenas termina este mes…. pues todo vuelve a la normalidad. Qué lástima, es el último mes del año y en tiempo parece que durara menos que los otros 11 meses.

    Es un mes lindo, especial y muy esperado. Realmente vale la pena vivirlo así ?