LinkedIn, la red social del positivismo tóxico

he llegado a pensar que LinkedIn se ha convertido en una red social que, más que promover el contacto profesional, se ha convertido en un resumen extenso y multifactorial de algún libro barato de autoayuda.


Hubo un espacio en el frenético tiempo digital en el que LinkedIn fungió como principal portal para la formación y la postulación a empleos por medio de una nueva imagen que, a diferencia de otras redes sociales como Facebook, ofrecía un entorno más profesional y enfocado en resaltar las capacidades académicas y laborales que un individuo tenía para el área productiva mundial, la búsqueda de contactos y nuevos horizontes laborales eran sin duda elementos imprescindibles dentro del ambiente corporativo de la red social, sin embargo, el paso del tiempo hizo que su contraste con redes como Instagram y Facebook fuese aún mucho más marcado, mientras Twitter es un campo de batalla, LinkedIn es un campo de flores.

Basta con abrir la red social y darle un vistazo a los post que inundan el inicio de la aplicación, títulos como; 10 maneras de ser un líder motivador, perder el empleo es una oportunidad de crecer y esa continua mirada del vaso medio lleno ante las perdidas comunes y corrientes de la vida, hacen sin duda de esta red una de las peores pesadillas para el pensamiento racional, he llegado a pensar que LinkedIn se ha convertido en una red social que, más que promover el contacto profesional, se ha convertido en un resumen extenso y multifactorial de algún libro barato de autoayuda.

La hiperproductividad y la sumisión corporativa nos han puesto tan contra las cuerdas, que ahora tenemos nuestra propia red social en la que, con todo el orgullo esclavista, podemos colgar fotos de los actos tan significativos que la madre empresa ha tenido con nosotros, orquestado desde las salas de recursos humanos y como si de un acto burlesco se tratara, constantemente los empleados publican con toda solemnidad que la empresa les ha regalado una nueva lapicera contramarcada, lo que demuestra el valor incalculable y el aprecio honorario que la empresa tiene con nosotros; frases de cajón, botilitos contramarcados, lápices, lapiceros, un correo electrónico o globos atados a escritorios de oficina en los que se agota la vida de aquellos que en medio de su confusión productiva se creen partícipes de la cadena capitalista.

No hay duda que el surcoreano Byung Chul Han tiene razón en el momento que afirma que era mucho más fácil ejercer control sobre los demás si en lugar de obligarnos a ser esclavos, nos enseñaran a esclavizarnos a nosotros mismos, y no solo eso, nuestra necesidad autoimpuesta de rendimiento productivo y orgullo corporativo tiene que ir acompañado de una infatigable necesidad de sonreír, si Barbara Ehrenreich entrara un día a LinkedIn se daría cuenta que su libro “sonríe o muere” tiene muchos más aciertos que los que ella esperaría.

¿Vivimos entonces en una nueva era de auto imposición laboral y de orgullo corporativo? ¿hemos perdido la capacidad de ejercer nuestra critica o asumir los hechos negativos naturales de la vida? ¿debemos afrontar todo con ese positivismo fantasioso que rara vez se corresponde con la felicidad genuina? Quizás en algún momento podamos despertar y darnos cuenta que la idea de convertirnos en nuestro propio jefe no solo está asociada al movimiento emprendedor o multinivel, sino que, cada uno de nosotros, ha cargado el arma y se la ha puesto en la cabeza, diciendo día tras día: debo ser positivo, debo trabajar más, debo ser mejor, la empresa está orgullosa de mí, yo estoy orgulloso de mi empresa, mientras la esclavitud moderna va avanzando y reemplazando a cada orgulloso empleado por frías maquinas que no necesitaran positivismo ni lapiceras contramarcadas para dejarse explotar, quizás en ese momento LinkedIn o la red entera, se den cuenta que primero nos explotaron, luego nos enseñaron a explotarnos a nosotros mismos y ahora nos han adoctrinado para exhibir con orgullo la cadena que cuelga en nuestros cuellos.


Todas las columnas del autor en este enlace: Filanderson Castro Bedoya

Filanderson Castro Bedoya

Psicólogo de la Universidad de Antioquia con énfasis en educación, formación empresarial y salud mental, educador National Geographic, escritor aficionado con interés en la historia, la política y la filosofía, amante de la música y la fotografía.

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