Las redes sociales se han vuelto eso: redes

En el año 1997 con la creación de la primera red social ya desaparecida SixDegrees (SeisGrados), se veía venir una sociedad globalizada con un interés por llevar a cabo procesos de comunicación a escala mundial, pero no se previó la nueva adicción que traería; una adicción no química.

De dicha adicción hablaré en líneas siguientes porque uno de mis objetivos en esta columna es exponer lo pernicioso de las redes sociales, pero voy a darles la oportunidad de defenderse dando yo mismo algunos de los aportes positivos que han ofrecido al ser humano.

En el orden de las redes más populares en la actualidad se encuentra Facebook, es innumerable la cifra de casos que se tienen presente de parejas ahora casadas que se conocieron por esta plataforma, los reencuentros con viejos amigos e incluso historias de personas que fueron dadas en adopción a temprana edad y que ya adultas se comunicaron son sus parientes biológicos, gracias a esta misma.

En el caso de Instagram y Tik Tok, con un contenido en poco volumen educativo y en mayor parte para el entretenimiento exponiendo imágenes y videos cortos. Twitter: sencilla y práctica, permite estar al tanto de todo lo que ocurre gracias a la rápida circulación de sus publicaciones escritas con un límite de hasta 140 caracteres.

Las redes sociales además son un terreno comercial, fértil para el crecimiento capitalista, lugar donde aflora el ego y el narcisismo, espacio donde muchos son lo que quisieran ser, pero no lo que realmente son. Un sitio que ha generado múltiples problemas emocionales por la competencia de seguidores, Entre los más reconocidos se encuentran la baja autoestima, la insatisfacción personal, la depresión o hiperactividad e, incluso, la falta de afecto, carencia que con frecuencia los adolescentes tratan de llenar con el estímulo de leer la notificación que le indica que alguien le dio like a su publicación.

Se ve con frecuencia personajes que comparten contenido divertido con el fin de crear comunidades para ser medios de difusión y cobrar por publicidad, incluso muchos de ellos viven de esta forma de trabajo establecida. Con el trabajo y el tiempo que estas personas deben dedicarle a sus redes sociales ha nacido en muchos y en gran mayoría de su audiencia dicha adicción mencionada al inicio de esta columna, ahora para entrar un poco en materia… se trata de una conducta repetitiva que resulta placentera y genera una pérdida de control en la persona, con una interferencia grave en su vida cotidiana, ya sea a nivel familiar, social o académico.

La acción de salir de WhatsApp para ir a Facebook, luego abrir Instagram, posteriormente pasar a revisar Twitter y terminar viendo videos en tik tok, afecta en muchas áreas de la vida si es muy frecuente durante el día: el primero y algo contradictorio a el objetivo de la creación de estas es la desunión en familias, se aprecia en reuniones familiares y de amigos la falta de comunicación entre ellos por la reclusión de cada uno en el pequeño mundo que se encuentra adentro de su teléfono.

La productividad es uno de los aspectos que más se ha visto perjudicados por dicha acción ya que la distracción que esto genera, interfiere en la realización eficiente de las labores diarias. Y como si fuera poco la salud mental se ve afectada de gran manera por el abuso de las redes sociales: efectos como la falta de concentración, estrés y la escasez de motivación por la constante explosión de dopamina, factores que perjudican nuestra vida a largo plazo.

Las redes sociales pueden ser bien utilizadas, el problema es que se han potenciado los pequeños placeres de poco tiempo que derivan del mal uso de las mismas y terminan por volverse “redes” que atrapan a los usuarios.

 

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Jose Manuel Guerra Mejía

19 años, estudiante de comunicación, periodista deportivo y voice over.

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