Las faldas bien puestas

recordar las dos partes de esta moneda, la oxidada, vieja e inservible de la violencia y la de las luchas, logros y banderas que en sus hombros han cargados las mujeres por siglos y que necesitamos brille como el oro que acaba de ser fundido. ”


El pasado 25 de noviembre se conmemoró el Día de la no violencia contra la mujer. Logre divisar campañas en redes sociales, campañas por parte de alcaldías, gobernaciones, Organizaciones no gubernamentales, Fundaciones, pero no logré divisar la disminución de las cifras que nos ruborizan las mejillas frente a violencia de género.

Un promedio de 4,1 millones de niñas con mutilación genital en este año, o como refiere SISMA MUJER  frente a cifras apenas del año pasado, sin pandemia, deja un largo camino por andar frente a esta problemática tan aguda, donde “En Colombia, durante el año 2019, cada 3 días una mujer fue asesinada por su pareja o ex pareja, por lo menos una mujer fue agredida por su pareja o ex pareja cada 13 minutos, cada 24 minutos al menos una mujer fue agredida sexualmente y sobre este grupo, las niñas y las adolescentes fueron el 86% del total de mujeres agredidas. Las niñas que tienen entre 10 y 14 años son las más afectadas, seguidas por las que tienen entre 5 y 9 años.”  De esos datos aberrantes se logró evidenciar también que, de los 18.927 casos de violencia sexual hacia mujeres y niñas en el país, apenas, aproximadamente, un 3% de los agresores eran desconocidos. No es necesario entonces ahondar en los efectos que el aislamiento preventivo obligatorio dejó en este 2020 frente a la violencia hacia la mujer.

La historia nos ha contado de la entrega incondicional de la mujer a muchas causas y así mismo de la violencia y maltrato al que han sido sometidas, o al que hemos sometido como sociedad. Las hermanas Mirabal, en República Dominicana, fervientes opositoras de Trujillo, fueron perseguidas, hostigadas, amenazadas y finalmente, asesinadas a manos de la policía secreta de aquel gobierno. Dicho asesinato fue el 25 de noviembre de 1960, razón por la que en esta fecha se conmemora el día de la no violencia contra la mujer. Posterior a aquel brutal asesinatos, surgieron eventos desencadenantes que llevaron a un despertar colectivo en República Dominicana frente a su situación en ese entonces.

La intención de esa columna, que escribo con un sentimiento de dolor pero con fe profunda de que puede haber una transformación real como sociedad ante esta barbarie, es mostrar de frente apenas una parte de la realidad, pero también exhortar a todo aquel que lea estas lianas a recordar las dos partes de esta moneda, la oxidada, vieja e inservible de la violencia y la de las luchas, logros y banderas que en sus hombros han cargados las mujeres por siglos y que necesitamos brille como el oro que acaba de ser fundido.

Cristhian Esteban Reyes Oliveros

Tengo 25 años y soy profesional en Trabajo Social, egresado de la Fundación Universitaria Juan de Castellanos de Tunja. Dentro de mi ejercicio profesional, como evidentemente este lo demanda, me he vinculado siempre con la causa del menos favorecido, con el desamparado, con el marginado y desde ahí considero que puedo llevar las experiencias de ese ejercicio profesional a un espacio de reflexión escrita como el de Alponiente.

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