Las erratas de Francisco de Roux

Explicación no pedida, culpa manifiesta” reza un proverbio de uso recurrente en Colombia. Pues bien, el expresidente de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad (CEV) es el gran protagonista nacional de esta frase coloquial que deviene de la locución latina excusatio non petita, accusatio manifesta y que también se interpreta como “quien se excusa, se acusa”.

Esta es mi lectura de las recientes salidas mediáticas del sacerdote jesuita Francisco de Roux. A modo de contexto, aclaro que él me escribió en WhatsApp manifestándome que mis columnas sobre la CEV, algunos comisionados y su papel, eran ad hominem. Estas líneas tal vez ratifiquen su percepción y los imaginarios que tiene de mí, pero así es la libre expresión.

Entrando en materia, varios “pecadillos” le estarían quitando el sueño a de Roux (las comillas son mías), situación que habría tenido su punto de inflexión el pasado 25 de agosto durante un conversatorio sobre el Informe Final en la Universidad Militar. Este encuentro con militares y policías retirados y sus familias –un buen número de ellos víctimas de nuestro conflicto armado– fue quizá el primero donde él no pudo filtrar el ingreso de los asistentes y dejar por fuera a los indeseables, es decir, los críticos de su gestión y resultados.

El jesuita jamás olvidará el reproche que aquella mañana le hizo Esperanza Rojas, entre otros asistentes al conversatorio. Esposa de un suboficial del Ejército desaparecido por las FARC hace 29 años y cabeza visible de Acomides –ONG que vela por los derechos de las víctimas de desaparición forzada en Colombia–, esta aguerrida mujer le recordó que él y la Comisión nunca programaron espacios de escucha con ella ni con sus representados, muy a pesar de que el propio de Roux le suministró el número de su teléfono privado.

El desencuentro del expresidente de la Comisión con este segmento de víctimas explicaría el porqué de una afirmación suya que, la segunda semana de septiembre, sirvió de título a una entrevista que le hizo la directora editorial de Colombia +20, la periodista Gloria Castrillón Pulido: “Me hubiera gustado avanzar más con los militares”. Aunque tarde ya, es menester reconocerle su sinceridad cuando igualmente admitió que “[…] hubiese querido tener un contraste más fuerte, de tal suerte que la conversación con los otros puntos de vista hubiese sido más de fondo”.

Luego, el clérigo sorprendió a propios y extraños el 26 de agosto (¡qué curioso!, un día después de estar en la Militar), tras afirmar que la execrable conducta de los “falsos positivos” no era un crimen de Estado, declaración a título personal contenida en una especie de voto de salvamento que se hizo público ese día. Una precisión tardía y extemporánea que está contenida en un documento anexo al volumen de Hallazgos y Recomendaciones del Informe Final, máxime cuando la narrativa del documento induce a concluir todo lo contrario.

Pero de Roux no se ha encontrado solo en esta cruzada para justificarse y defender su legado. La periodista Ares Biescas Rue, responsable de Efe Verifica Latinoamérica (apéndice de la agencia española de noticias EFE) y reportera de ColombiaCheck, le tendió una mano. La comunicadora escribió un informe de prensa intitulado Militares retirados de Colombia desinforman sobre la Comisión de la Verdad, que empezó a ser difundido desde el primero de septiembre y que El Espectador publicó el 20 del mes pasado.

En el lead de este trabajo periodístico, la reportera española asegura que “[…] militares retirados de las Fuerzas Armadas de Colombia alimentaron en los dos últimos meses un alud de desinformación contra el informe final de la Comisión de la Verdad (…) como ha demostrado una investigación conjunta de EFE Verifica y ColombiaCheck”. Más adelante agrega que de Roux fue el “blanco preferido” de estos ataques.

Ya que mi nombre aparece en dicho escrito, invito a Biescas Rue a profundizar más en sus investigaciones, verificando la información y contrastando fuentes, conducta ética que se espera de cualquier reportero.

Así, ella se habría percatado de que somos colegas, que funjo en calidad de columnista de opinión y que quien opina es el periodista y no el coronel retirado. Tendría claro, verbigracia, que de las más de 115 columnas de opinión que me han publicado en El Espectador y en otros medios de comunicación online donde escribo –como El Bastión y Al Poniente–, solo una veintena se centran en la CEV y que ¡jamás se me ha exigido rectificar mis denuncias!

Asimismo, estaría al corriente de que mi primer escrito crítico sobre la entidad transicional fue publicado en La Silla Vacía el 10 de julio de 2018 con el título El “terror” es fundado y que este obligó a de Roux a dar explicaciones a la prensa días después. Y tal vez se habría tomado la molestia de leer La reunión secreta de la Comisión con militares y policías víctimas, mi más reciente columna en Colombia +20, publicada el 21 de julio de este año.

El trabajo de la Comisión terminó, pero continúa la difusión de su legado, motivo suficiente para ahondar en aspectos que el ciudadano de a pie desconoce del Informe Final. De tal forma que, sacerdote de Roux, aprovecharé este espacio y el de otros medios de comunicación para hacer mi veeduría periodística, la cual funge cual atalaya luminosa que guía mi camino.


La versión original de este artículo apareció por primera vez en el diario El Espectador de Colombia, y la que le siguió en nuestro medio aliado El Bastión.

José Obdulio Espejo Muñoz

Comunicador Social y Periodista de la Universidad Central, con Especialización en Derecho Internacional de Conflictos Armados de la Universidad Externado de Colombia. Oficial en retiro del Cuerpo Logístico del Ejército Nacional. Columnista en distintos medios.

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