Las deudas detrás de la pandemia

Caricatura de: Átomo.

“No hay plazo que no llegue, ni deuda que no se pague.”

Uno de los postulados de la libertad económica limita la intervención estatal en el mercado por ser un escenario de autorregulación. Paradójicamente, la crisis financiera y el Covid – 19 alteraron los axiomas del libre mercado mediante la injerencia de otro enemigo peligroso: la deuda.

Desde mediados del siglo XX, los Estados Unidos impusieron a través de organismos internacionales el nuevo orden económico mundial. Así, por ejemplo, durante la crisis económica asiática, el FMI consiguió desembolsar una deuda de aproximadamente 111 mil millones de dólares para el rescate de Tailandia, Indonesia y Corea del Sur. Entre sus condiciones: recortes en el gasto y déficit público, aumento de las tasas de interés y la no intervención del Gobierno en el rescate de bancos y empresas al borde de la bancarrota.

A diferencia de las condiciones históricas sugeridas por el FMI -habitualmente mencionadas como necesarias para un desarrollo económico estable-, el Senado norteamericano en su pretensión de contrarrestar la crisis financiera y el Covid – 19, aprobó por unanimidad el mayor plan de rescate económico de su historia en ayudas a empresas y ciudadanos por más de dos billones de dólares, y un recorte en la tasa de interés entre el 0 y el 0.25%.

Al igual que sucedió en la crisis financiera del 2008, el enorme desembolso fiscal para rescatar la banca y la empresa estadounidense elevó exponencialmente el endeudamiento público y el déficit fiscal. La FRS señaló que la deuda pública externa de ese país pasó de 62.8% del PIB en 2007 a 101.3% en 2014 y se estima que para este año ascendería a 131.1%

El aumento de la deuda privada también es notable. Para su informe del 2019, el FMI estimó que el total de la deuda de las empresas de las economías más fuertes fue de 51 billones de dólares. Y advirtió: “Para las empresas, una deuda elevada significa que hay menos recursos para invertir en la expansión de la actividad empresarial y en empleos.”

En efecto, las noticias de los últimos días muestran el histórico realce del desempleo en los Estados Unidos con un 4.4.% en marzo y sin reflejar todavía los millones de puestos perdidos desde el incremento de la pandemia del Covid – 1910.

El oscuro panorama norteamericano no es ajeno a la realidad colombiana. Una encuesta efectuada por la Cámara de Comercio de Cali -entre sus afiliados-evidenció que el 58% de las empresas solo puede sostener una nómina actual hasta por cuatro semanas de continuar la medida de aislamiento.

Lo anterior es confirmado por ACOPI quien aseguró que de las sociedades que contemplan reducir su nómina 19.12% lo harán completamente. Esto es preocupante por ser las MiPymes las que contribuyen con más del 80% del empleo en Colombia.

Una de las propuestas para la contención del inminente desempleo en Colombia es planteada por Jorge Humberto Botero y Eduardo Lora en su artículo “Una estrategia para la defensa del empleo y la estabilidad económica” de abril de 2020.

Los autores consideran viable subsidiar totalmente el primer salario mínimo de todos los trabajadores de sectores inhabilitados por el aislamiento y hasta por la duración de la medida decretada por el Gobierno. Lo anterior se haría a través de un papel protagónico del Banco de La República quien otorgará créditos de emisión al Gobierno para que este a su vez, tramite un empréstito forzoso a cargo de personas jurídicas o naturales contribuyentes del impuesto de renta.

Considero que la estrategia tiene dos problemas: el primero, porque un préstamo directo del Banco Central al Gobierno desdibuja lo que por largo tiempo se ha inculcado acerca de la independencia del banco central como condición necesaria para la estabilidad económica de un país.

Y el segundo, porque a diferencia del estímulo iniciado en E.E.U.U., Colombia posee una tasa de interés alta que poco o nada beneficiaria a las MiPymes a través de los préstamos forzosos sugeridos. En efecto, “(…) muchas empresas no están en capacidad o prefieren no utilizar los canales de financiamiento que se han abierto porque ya se encuentran demasiado endeudadas o porque consideran que adquirir nuevas deudas es demasiado riesgoso frente a las inciertas perspectivas de su línea de productividad (…)”

Tanto en Colombia como en los Estados Unidos, el manejo de la presente crisis se está diseñando a través de la glorificación de la deuda sin tener en cuenta sus enormes daños en la economía.

Aparte del consecuente déficit fiscal e inflación, la actual parálisis económica implicaría que los dineros a título de préstamo no entrarían en el mercado sino en apalancar e incrementar artificialmente activos financieros.

El aumento del valor de los sectores destinatarios de los estímulos económicos, no reflejará el verdadero estado de la economía y la sociedad. La excesiva deuda del sector privado impedirá la expansión de la actividad empresarial y la generación de empleo.

Así las cosas, se demuestra que los postulados primigenios de la economía liberal se disuelven bajo las políticas monetarias e irresponsables de los últimos días que, paradójicamente, resultan contradictorias con las condiciones habitualmente mencionadas como necesarias para un desarrollo económico estable.

Las deudas detrás de la pandemia nos imponen retos. Estamos ante un escenario que urge por corregir las fallas del mercado para lograr la competencia libre y productiva; la creación de empleo digno, el control del mercado financiero que por años ha prolongado la especulación, y la vigilancia de un incremento injustificado de la deuda pública y privada que limita cualquier posibilidad de desarrollo económico.

Procuremos lograr que la creación de riqueza real, eficiente y en beneficio de la sociedad, vuelva a ser el medio libre para desarrollar y proveer nuestras vidas y la economía de libertad.

 

Sebastián Marín Barba

Es abogado y estudiante de Maestría en Responsabilidad Civil y del Estado de la Universidad Externado de Colombia. Logró el primer lugar en varias competencias de arbitraje y de derecho financiero. Participó en torneos nacionales e internacionales de debate competitivo. Ha escrito artículos afines a su carrera. Es investigador del Centro de Arbitraje y Conciliación de la Cámara de Comercio de Bogotá y abogado litigante de una compañía de seguros.

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