La vida hermosa de Luis Alberto Spinetta

Miguel Grinberg dice en “Una vida hermosa” (Ed. Atlántida) que toda la obra de Spinetta es una búsqueda de la trascendencia.

«Si fuera un árbol sería un spinetta» cantaba Charly García en «Dileando con un alma (que no puedo entender)», el tema que abre «Rock and roll yo», disco que salió en 2003, el mismo año en que Spinetta sacaba «Para los árboles».

Desde siempre, Luis Alberto Spinetta tuvo una conciencia ecológica que, como casi todo en él, rozaba lo místico. Alguna vez, Edelmiro Molinari contó que en la reunión de Almendra de 1980, mientras ensayaban en una quinta de la provincia, no podía practicar su nuevo hobby —tiro con arco y flecha— porque Spinetta se lamentaba por el sufrimiento de los árboles.

Esa forma de vincularse con el mundo tomaba perfecta entidad en su concepción del artista, a quien tenía por un alquimista. Largamente influenciado por Rimbaud, Artaud, el surrealismo, los escritores existencialistas, Basho, consideraba que el arte verdadero implicaba una transformación. Spinetta decía que la función del artista es la de «Crear, crear, crear, crear, crear y crear, seguir creando y crear más. La finalidad es aurificar los objetos, convertirlos en oro, cambiarlos de donde están y tornarlos a la sustancia inicial.

Cualquiera de nosotros puede descubrir un punto de luz tremendo».En Una vida hermosa (Ed. Atlántida), Miguel Grinberg traza el recorrido de Spinetta en la búsqueda por trascender, a través de una nueva mirada sobre las canciones, la poesía, las entrevistas. «Periódicamente», dice Grinberg, «de modo sutil y persistente, en todas las épocas, nacen en este planeta individuos predestinados a crear puntos de referencia singulares, todos ellos afinados en una única perspectiva: la evolución de nuestra atribulada especie». Y Spinetta, para Grinberg, fue, claramente, uno de ellos: «Supo desde el principio que toda la vida tiene música, y afinó sin cesar su sensibilidad en pos del mejor acorde, de la suprema armonía». Grinberg consigue una biografía heterodoxa en donde la documentación, los hechos y el tiempo pasan a un segundo plano, mientras que se ocupa de la «difícil tarea [de Luis] de llevar hasta su máxima expresión los dones naturales con los cuales todos nacemos, pero que no todos desplegamos».

Spinetta “supo desde el principio que toda la vida tiene música”, dice Grinberg

Periodista imprescindible para entender la evolución de la música nacional, Miguel Grinberg fue uno de los defensores más activos del rock durante la última dictadura. Trabajaba en «La opinión» cuando en 1977 Timerman, su director, fue secuestrado y el diario intervenido. A partir de ese momento, debió batallar cada nota con un general del ejército, poniendo toda su energía en encontrar la manera de saltar el cerco de la censura. Grinberg fue testigo en tiempo presente de los primeros pasos de Charly García, León Gieco, David Lebón, Pappo, Manal, por supuesto Spinetta. Las notas de aquellos años fueron reunidas hace poco en el maravilloso volumen Un mar de metales hirvientes (Gourmet Musical).

Por aquel entonces, Grinberg se desempeñó ocasionalmente como productor. Armó un concierto en el Teatro Odeón un sábado por la mañana —horario inverosímil; eran tiempos de dictadura—. En un momento, alguien del público insultó a Spinetta. Él dejo de tocar y le dijo: «¿Esa es tu forma de dar amor?»

 

Por:  Patricio Zunini

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