“A la final ni el uno sabe qué es derecha ni el otro qué es la izquierda, mostrando que los discursos de odio promueven cada día más la separación como ciudadanos a una paz estable”
En el país la construcción de la política siempre ha sido y es una problemática polarizada, donde se crean debates sobre si volvernos Venezuela o salvar a Colombia y el que no quiere luchar dice ser de “centro”. Una problemática que se logra evidenciar en toda la esfera social del país.
Pero si quiere entender las verdaderas divisiones hay que encontrarse con la sociedad, con los ciudadanos de a pie quienes, en un aula de clase, si el profesor lo permite, se convierte en el verdadero rin político. Todos discuten si Petro va a salvar a Colombia en las siguientes elecciones y otros si van a montar a un guerrillero a la presidencia y a dejar que la izquierda vuelva a Colombia un estado “castro-chavista” o lo de “neo-castrochavismo”, que viene siendo el mismo cuento falso. Dando así un álgido conflicto entre partes, donde a la final ni uno sabe qué es derecha ni otro sabe qué es izquierda, mostrando que los discursos de odio promueven cada día más la separación como ciudadanos de una paz estable, o la de una sociedad promovida por la equidad y los procesos colectivos.
Viene entonces a ser difícil creer que en un país tan divido y conflictivo haya una solución, incluso, que se logre trabajar en conjunto para mejorar el país y las dificultades de acceso de sus ciudadanos a varios servicios básicos, pero, para este ciudadano, una apuesta sensata y que contribuye a acabar con los conflictos estructurales, es el tejido social, que ya hace varios años, muchas personas han construido, que siguen construyendo y que está dando frutos.
Hay que apostarle a la unidad como una base fuerte, no como un enemigo, de colores, pensamientos y espacios separados, sino como la oportunidad de resarcir el conflicto interno, que hemos tenido como país, como ciudadanos y como sociedad en general.
Comentar