La ideología extrema no permite pensar

La ideología extrema no permite pensar. No quiere y no le conviene mentes pensantes, que se ahonden en tratar de buscar analizar y confrontar, por eso un sector de la sociedad acepta cualquier imagen que le permita entretenerse en diferentes temas.

“En tanto que parte de la sociedad, el espectáculo es expresamente el sector que concentra toda mirada y toda conciencia” decía Guy Deborde. Una falsa conciencia en sectores que creen tener la razón, simplemente porque no encuentran o no quieren tener motivos para analizar, solo para creer.

Basta un rumor para que surjan los validadores: grandes masificadores de ese rumor, no hay siquiera debates o argumentos. Roberto Blatt mencionaba que “es bastante fácil lanzar una campaña de murmuración, con la condición de que le favorezca a un marco emocional adecuado”, y ese marco emocional está fundamentado por la cohesión a la ideología que en palabras de Agustín Lieja “es un conjunto de ideas anticientíficas que desde nuestra mente pretenden moldear nuestra realidad”.

No importa que sea anticientífica, el problema para mí, es que se pretenda egocéntricamente que las ideas propias son las únicas válidas o que deben ser permitidas, porque deba darse una idea de aceptarse todo. No todo debe ser aceptado y no toda opinión pública por el solo hecho de ser opinión debe ser permitida, hay efectos y responsabilidades que no se pueden omitir.

Goebbels entendió como jugar con las emociones populares. Basta con emitir una oposición popular y evitar el argumento. Y no voy a caer en el discurso pluralista en primera persona de un “nosotros” no pensamos. Las excepciones son claras en nuestro contexto, tal vez no se encuentren en facebook o twitter.

La ideología y no me refiero a ella como doctrina o simplemente como un marco de ideas. Me refiero a esa ideología que no permite apertura y simplemente es emocional, esa ideología que hace alusión a las ideas que se forman en el individuo o un colectivo, y obedecen ciegamente al creer y no al analizar.

Hitler dijo que “la inteligencia de las masas es pequeña” y Deborde dejó escrito que “el espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social entre personas mediatizada por imágenes” lo cual hoy se evidencia, que cualquier diatriba sin duda, puede ser un estimulante para que sectores y tendencias brinden una aceptación “irreflexiva y esclavizada que paralice el análisis crítico” (Roberto Blatt).

Jordan Peterson habla del término posesión ideológica, la cual tiene como ingrediente atomizante el fanatismo. Sin duda, como ejemplo, puede verse tanto en un tipo de ideología de izquierda como de derecha, y si bien ambas proponen aspectos diferentes, desde lo conceptual e ideal, cualquiera de éstas puede estar cargada de irracionalidad y superficialidad.

Lo que termina importando en esta dimensión es quién y no el qué, según la conexión emocional y que tanto espectáculo pueda crearse. Se suma el ego de quienes opinan desde la mera ideología y no aceptan que otros les ganen la carrera argumentativa, porque la ideología extrema no permite pensar.

Jorge Andrés Rico Zapata

Comunicador Social – Periodista de la FUNLAM. Magíster en Estudios Políticos de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomado en Seguridad y Defensa Nacional de la Escuela Superior de Guerra. Seguidor de la academia, la comunicación, los medios de comunicación, la política, el periodismo y la literatura.

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