La economía del miedo (parte 2)

“El miedo es ese pequeño cuarto obscuro donde los negativos son revelados.

Michael Pritchard”.


Continuando con la exploración de los efectos del miedo en la economía y en las dinámicas sociales, es clave resumir la columna de la semana pasada, donde quedó manifiesto que existe una relación entre el poder y el miedo en la sociedad, dado que el miedo se puede administrar como un elemento de adoctrinamiento de las masas, hay ejemplos en los que se utiliza el odio y la ira ante lo que se percibe como una amenaza, donde estas conductas se resaltan en la actualidad con mayor ahínco en un intercambio, por medio de las redes sociales, aquí las posturas de opinión están repartidas, pero solo un jugador se ha adueñado del poder de las instituciones.

No es solo el temor ante el ser una cifra más en las listas de víctimas de la pandemia, también está el miedo a ser asaltado o asesinado, a ser señalado como enemigo y objetivo de cualquier organismo social o colectivo, a que el asalariado deje de recibir el ingreso, el continuo temor a que la sociedad se salga de control en contra de quienes administran el estado, a convertirnos en algo que nunca pensamos ser si llegamos a tocar fondo, ser una especie de sujetos en un canibalismo económico del siglo XXI.

La anterior descripción algo apocalíptica, se asemeja por algunas de sus características al caso de países europeos antes y en el desarrollo de la segunda guerra mundial, donde se expandía una publicidad que motivaba el odio y el miedo por los judíos, tres factores que siguen siendo herramientas muy vigentes y funcionales en el manejo del poder, (Moreno, 2016) describe:

“Durante la Segunda Guerra Mundial se potenció en toda la Europa del Eje una serie de actos públicos que pretendían contribuir al odio de determinados grupos sociales. Bajo la estela del Tercer Reich, la Francia de Vichy desplegó por todo el país una serie de exhibiciones cuyo objetivo era vilipendiar y deshumanizar a unos colectivos concretos, como eran los judíos, los comunistas y los masones”.

Por lo tanto, aunque no existe una cura para el miedo, elementos como la unión, la reflexión, el debate, la argumentación y la solidaridad, pueden ayudar a alejar los fantasmas y el temor que trae el ignorar las intenciones de quien administra el poder, al tomar una posición desunida o desinteresada ante los conflictos nacionales es como ver un noticiero en la televisión y decir –pobre gente como sufre, ojalá el gobierno les ayude-.

Pero el miedo se administra como el poder en diferentes dimensiones de relacionamiento del ser humano, puede estar implícito en una familia donde hay maltrato y abuso de toda índole, claro está por parte de quien tiene el poder, así también en los trabajos donde el empleador puede llegar a convenir un pago de miserias por mano de obra ante la necesidad evidente del empleado, y este último por no perder la oportunidad acepta para llevar algo a su casa; el ejemplo más radical que he conocido, tiene que ver con la migración de extranjeros venezolanos, a los que contratan en ocasiones por debajo de una retribución digna, lo que a su vez tiene repercusión para colombianos que buscan posibilidades de empleabilidad, pero que muchos empleadores aprovechan repartiendo migajas, generando odio y resentimiento, lo que mueve también los hilos de la delincuencia en todo el territorio, hombres cazadores de hombres para obtener más o para conseguir algo.

¿Tenemos miedo en nuestro trabajo? La respuesta más directa es sí, y es a nivel general de la sociedad, como es el caso del periodista que no da su opinión porque va contra los intereses del medio de comunicación y sus patrocinadores; a veces como empleado se prefiere callar injusticias y maltratos para sí mismos, o referente a sus compañeros y no es un asunto de deficiencia en habilidades blandas, es un adoctrinamiento en el abuso permanente, en el cual probablemente debamos analizar nuestros propios niveles de tiranía ante otros.

¿En nuestra sociedad alguien piensa en el riesgo del SIDA antes de tener relaciones sexuales? Aunque en esta respuesta no se podría generalizar, dada la relación de pensamiento-acción, entre distintas variables puede estar:

  • Pienso en el riesgo y lo hago
  • Pienso en el riesgo y no lo hago
  • Pienso en el riesgo y tomo medidas de protección
  • No pienso en el riesgo y lo hago
  • Entre otras

Lo anterior sumado a que al pensar en pareja las posibilidades aumentan, lo que sí es determinante es analizar las cifras que determinarían una tendencia, al revisar el reporte epidemiológico semanal del Ministerio de Salud de Colombia, del 17 al 23 de noviembre de 2019, (Minsalud, 2019) reporta:

“La notificación de casos de VIH muestra una tendencia creciente año tras año, tendencia que se ha mantenido en el año 2019. En 2018 ingresaron al sistema de vigilancia 14 474 casos y hasta periodo 11 de 2019 esta cifra es de 14 010, de acuerdo a la proyección de casos según el comportamiento histórico del evento, el 2019 superará ampliamente al número de casos presentados en 2018. Al comparar el mismo periodo de 2018, se evidencia un aumento del 16,4 % con una tasa de incidencia de 26,6 casos por 100.000 habitantes”.

Por lo tanto, al haber aumento la reducción de campañas publicitarias, el ocuparnos de otros temas según la prioridad, crean un ambiente de tranquilidad o de falsa seguridad ante un riesgo que sigue presente, por lo tanto, no es que no exista el miedo al contagiarse de SIDA, es solo que está siendo más ignorado por otros miedos más publicitarios.

¿Si la gente le tiene miedo a la cárcel por qué sigue delinquiendo? Aunque este es un tema de puntos de vista variados y extensos, quisiera hacer relación a que el sistema carcelario en Colombia necesita ser mejorado efectivamente en múltiples aspectos, pero significativamente en su función de proteger a la sociedad de sujetos peligrosos y una vez cumplida su condena la reinserción a la sociedad, sin reincidir o cometer otros delitos; a su vez tenemos un sistema judicial cuestionable que a veces permite que el delincuente sea capturado en varias ocasiones e ingrese a la cárcel, para volver a salir y cometer de nuevo otras violaciones a la ley, esto también involucra a la familia, al sistema educativo y varias instituciones responsables de la formación, el bienestar y la protección del ciudadano, por lo tanto, robar, matar o cometer un delito se convierte en un manejo del sistema, al punto de que las cárceles sobrepasan el numero permitido de presos, otros son enviados a sus casas, otros están privados de su libertad en su finca, lo cierto es que seguramente no se ganara mucho proponiendo penas más estrictas si los problemas de base del sistema carcelario y judicial no tienen un efecto transformador de la persona.

Por último, cerrando este tema de la economía del miedo quedan muchos puntos sin tratar y otros comentados superficialmente, sin embargo, esta lectura, permite reconocer que somos administrados como sociedad a partir del miedo, una masa invisible, que se siente, se sufre, mueve y hasta deteriora vidas; a veces el temer puede ser un instinto de supervivencia, en otras ocasiones puede ser una idea infundada, en cualquier caso, una decisión prudente o valiente determinará nuestro destino.


Referencia bibliográfica

Antonio César Moreno Cantano, « Propaganda del odio y del miedo », Diacronie [En línea], N° 25, 1 | 2016, documento 1, Puesto en línea el 29 marzo 2016, consultado el 05 octubre 2020. URL : http://journals.openedition.org/diacronie/3903 ; DOI : https://doi.org/10.4000/diacronie.3903

Minsalud (2019). Boletín epidemiológico semanal. Consultado el 05 octubre de 2020. URL: https://www.ins.gov.co/buscador-eventos/BoletinEpidemiologico/2019_Boletin_epidemiologico_semana_47.pdf

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Jean Paul Pico Hernández

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