Invadir o no invadir, esa es la pregunta

“¿Qué debe más dignamente elegir el alma noble [rusa] entre sufrir de la fortuna impía el porfiador rigor [de la Otan] o rebelarse contra un mar [negro] de desdichas y, afrontándolo, desaparecer con ellas? Morir, dormir, no despertar más nunca [viendo nuestras fronteras contraídas], poder decir todo acabó [y recuperamos la Ucrania que rusa siempre fue]; en un sueño sepultar para siempre los dolores del corazón, los mil y mil quebrantos que heredó nuestra carne [soviética amputada], ¡quién no ansiara concluir así! ¡Morir… quedar dormidos… [pero reivindicados y completos]! ¡Dormir [más tranquilos, sin que EE. UU. nos respire en la nuca]… tal vez soñar [que los próximos en la lista serán Bielorrusia, Finlandia y los países bálticos]! ¡Ay!, allí hay algo que detiene al mejor. Cuando del mundo no percibamos ni un rumor [después de una invasión irreversible], ¡qué sueños vendrán en ese sueño de la muerte! [¿Incluso retomar la ingrata Polonia si se descuida la Otan?]. Eso es, eso es lo que hace el infortunio planta de larga vida. ¿Quién querría sufrir del tiempo el implacable azote [estadounidense], del fuerte la injusticia [de la posguerra fría], del soberbio el áspero desdén [de Occidente], las amarguras del amor [ruso] despreciado [por los ingratos ucranianos], las demoras de la ley [que exigimos de la Onu], del empleado la insolencia [de Biden], la hostilidad que los mezquinos [europeos] juran al mérito pacífico [del Kremlin], pudiendo de tanto mal librarse él mismo, alzando una punta de acero [o enviando una oleada de misiles o de ataques cibernéticos]?”.

Interpretación Putinesca del soliloquio de Hamlet de Shakespeare.

Diariamente me preguntan si Rusia invadirá a Ucrania, pero ninguna respuesta satisface porque solemos ver todo de forma binaria. Si todas las peleas fueran de un solo round, el único camino para Putin sería invadir. Pero como en una confrontación deben considerarse la naturaleza de los actores involucrados y las circunstancias presentes y futuras, deberían contemplarse otros escenarios y no solo si tomarse Ucrania íntegramente es viable para Rusia.

Un verdadero pensamiento estratégico examina tanto el conflicto como el postconflicto. Por ello B. H. Liddell Hart advertía: “Es responsabilidad de los hombres de Estado no perder nunca de vista las perspectivas de posguerra cuando persiguen el ‘espejismo de la victoria’”. Las consecuencias para Rusia y para el mundo de tomarse completamente a Ucrania son tantas y tan significativas que Putin tendría dos opciones más. Como dije hace un mes: “puede obtener más rentables beneficios solo amenazando con una guerra que haciéndola”, porque si estuviera resuelto a invadir, no habría avisado; o elegir una opción parcial en Ucrania como lo hizo hace años en Georgia, en donde, sin aparecer directamente como el invasor, apoyó militarmente a regiones como Abjasia y Osetia del Sur para que se “independizaran” y quedaran en términos reales bajo la influencia rusa.

Una invasión modular hace menos ruido y sería, finalmente, “tolerable” para quienes no están dispuestos a involucrarse en una guerra mayor por Ucrania.

Tomado de EC con autorización del autor. 

Juan David Escobar Valencia

Docente.

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