Gobierno y Sociedad una pareja en crisis

No me molesta que me hayas mentido, me molesta que a partir de ahora no pueda creerte.  Friedrich Nietzsche


Resido en el noroccidente de la ciudad de Bogotá- Colombia, tengo de vecinos a una pareja muy conflictiva, ella la sociedad y está muy sentida con su actual esposo, el gobierno, aunque la sociedad es a veces callada e indiferente ante los abusos del gobierno, últimamente arrinconada se ha visto obligada a luchar por las promesas de bienestar que le hizo su actual pareja. Aunque mi imaginación de escritor de novela me lleva a este tipo de asociaciones, considero que la situación actual del país está muy cerca de esta analogía, les explicare el porqué.

Vivo efectivamente cerca de uno de los sitios donde recientemente se han presentado graves disturbios entre la ciudadanía y la policía, al igual que en otras zonas del país; en lo que tengo de vida jamás había visto este tipo de hechos violentos en la ciudad, tampoco el levantamiento de la ciudadanía como se ha venido dando desde el 21 de noviembre de 2019 cuando se convocó un “cacerolazo nacional” en contra de la administración del actual presidente de la República de Colombia, Iván Duque Márquez, dos días después fue asesinado Dylan Cruz por un proyectil disparado en una protesta por parte de la policía, situación que aún no olvida el país, luego desapareció la policía una noche y presuntos asaltantes se metieron a los conjuntos a intimidar, la ciudadanía reclamó la protección de la policía y temporalmente se volvió a recuperar el control por parte del gobierno, pero las verdaderas razones son imperdonables, como cuando una relación de pareja se perdona pero en el fondo la confianza ya está agrietada.

Las grietas de la actual administración de gobierno radican en que la acción del presidente se ha visto opacada especialmente por la ausencia de medidas de protección efectivas para indígenas y líderes sociales, así mismo las dudosas decisiones administrativas del gobierno frente a los distintos ámbitos de atención, entre ellos la destinación de recursos durante la pandemia, donde las cuentas no cuadran y el beneficio del préstamo de 370 millones de dólares a la aerolínea Avianca, cuando al sector de la salud se le adeudan salarios y tienen necesidades de infraestructura urgentes.

Como medidas el gobierno adelanta un esfuerzo de comunicación nacional por medio de un programa televisivo diario de una hora, llamado “Prevención y acción” en el que informa junto con su gabinete adelantos de su gestión, lo que sin duda muchos ciudadanos asocian con el programa televisivo de su homólogo en Venezuela Nicolás Maduro “en contacto con Maduro”, esto como esfuerzo de Iván Duque por legitimar y resaltar su trabajo. A pesar de esto, la ciudadanía aún recuerda las promesas de gobierno frente al Fracking, su desprecio a las coimas ilegales, la negación a repetir un gobierno de favores políticos o la llamada mermelada, todo lo que quedó en las promesas de campaña y que ahora se le reconoce por su famosa frase “¿De qué me hablas viejo?”, todo esto, las promesas incumplidas, el abuso de poder, una sociedad que necesita de una salud psicológica frente a lo que ocasiona el encierro y la escasez económica en época pandemia, desespera y hace que la sociedad se levante contra tanta opresión, quizás en el sentimiento frustrado al no ver un futuro prometedor, destrozan lo que no los representa, pero donde también están aquellos que desean aprovechar el caos y encuentran una manera de delinquir o sacar un beneficio extorsionando o robando a otros ciudadanos.

La confianza rota, un estado de crisis y necesidad, promesas incumplidas, el oportunismo y corrupción, una sociedad con altas necesidades de educación, un gobierno incapaz de administrar su casa, todo da respuesta de lo que tiende al divorcio del gobierno y de la ciudadanía, quizás como de costumbre la sociedad de nuevo se agote de luchar por sus derechos y sufra en el silencio de la insatisfacción reprimida, pero es parte de la eterna lucha de poder, solo que quizás no existan esposos o gobiernos tan crueles e indolentes como el que nos ha tocado.

Jean Paul Pico Hernández

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