Es momento de pensar mejor la economía colombiana

Pensar la economía desde el componente agregado del gasto y la inversión es un enfoque que ha funcionado por décadas pero que ha dejado de ser útil desde el punto de vista regional.


Pensar la economía desde el componente agregado del gasto y la inversión es un enfoque que ha funcionado por décadas pero que ha dejado de ser útil desde el punto de vista regional. Partimos del hecho de revisar las cifras a nivel departamental y municipal sobre la base de descentralización y los efectos del gasto nacional en el desarrollo territorial, que, aunque han tenido un comportamiento creciente en el presupuesto, son en gran medida tangenciales a la hora de evaluar la participación en el PIB nacional.

Desde que inició la pandemia uno de los resultados más notables ha sido la alta dependencia que aún se mantiene en la participación de rentas del Estado, sumado a una rivalidad entre el gasto y la eficiencia del mismo a nivel territorial que destapó las necesidades que se mantienen en silencio en las regiones. Al mismo tiempo, resaltó las dinámicas de economías subterráneas que funcionan bajo el control de grupos armados ilegales, grupos de delincuencia común, mafias contrabandistas, grupos de extorsión entre otros actores ocultos que obtienen ganancias por el narcotráfico, el robo, el pillaje y la abundante oferta de servicios sombra que promueven la delincuencia.

De otro lado, las fuentes de generación de empleo, mostraron que, a nivel regional, por encima del 70% corresponden a economía informal, la velocidad a la que se ajustan los ingresos en centros poblados dista de la capacidad de recuperación que pueden tener las ciudades, lo cual los convierte en zonas de alta vulnerabilidad y baja concentración de actividades productivas, propensos a endurecer los escenarios de pobreza y desigualdad.

Ahora hay que pensar mejor la economía colombiana desde el enfoque micro, precisamente con un cambio a la hoja de ruta de las políticas públicas, empezando por darle mayor responsabilidad a los gobiernos locales, reducir los elevados costos de transacción inmersos en la contratación, incentivar la formación de empresa, organizar el sistema tributario territorial, formalizar la tierra, fortalecer el catastro, actualizar los inventarios de vías terciarias, invertir en desarrollo y no simplemente gastar inoficiosamente los recursos, dejar el círculo vicioso de la tramitomanía de proyectos con guiño adelantado, por nombrar algunas cosas que hay que hacer en la inmediatez.

El cambio debería ser entonces, llevar la economía donde no ha llegado, donde el principal empleador es la administración pública y la forma más conocida de generar ingresos es en la informalidad, en otras palabras, tenemos que recobrar el sentido de la especialización, si los planes de desarrollo cumplieran a cabalidad los objetivos establecidos en sus más de 200 páginas, llegaríamos al resultado de anclar la política económica a las necesidades territoriales. Mucho se aprovecharía la oferta de planeación nacional que existe en este momento desde el DNP.

Hacer el ejercicio económico desde las regiones implica un gasto necesario en consolidación de estadísticas, el Dane, recientemente publicó el PIB departamental en el que se observa un gran trabajo en la identificación de factores coyunturales clasificados por departamentos, a este ritmo, llegaríamos a comprender el efecto de la inversión pública focalizada, de manera que el efecto del gasto sería en gran parte tan efectivo que reduciría las brechas de ingreso entre una región y otra.

Actualmente la apuesta del gobierno nacional se ha enfocado en la generación de empleo a través de la formación para el emprendimiento y la financiación de la empresa, uno de los avances más significativos ha sido la ley de emprendimiento en la ampliación de oferta y la descentralización de la empresa, la estrategia sacúdete es otro gran ejemplo de política de incentivo a los jóvenes y a la productividad, la agricultura por contrato también ha marcado pautas de valor agregado para la comercialización, los programas de subsidio al empleo avanzan a través de la política de formalización y la estrategia del plan de recuperación económica entregará resultados muy positivos en materia de infraestructura.

Es momento de pensar mejor la economía colombiana desde el enfoque microeconómico a través del cambio de ruta en la política económica nacional con carácter territorial, solo así dejaremos el vicio de pensar el desarrollo desde el papel.

Ciro Alejandro Ramírez C.

Abogado egresado de la Universidad Javeriana; especialista en derecho minero-petrolero de la Universidad Externado de Colombia, derecho contractual de la Universidad del Rosario y derecho de sociedades de la Pontificia Universidad Javeriana. Magister en Gerencia Pública de la Universidad de los Andes, escuela de gobierno Alberto Lleras Camargo. Actualmente, cursa programa de Doctorado en Derecho en la Universidad Santo Tomás.
Representante a la Cámara por el Departamento de Boyacá para el periodo constitucional 2014-2018, miembro de la Comisión tercera constitucional de la Cámara de Representantes. Actualmente es Senador de la República, por el partido Centro Democrático.

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