Experimento por el doctor Luis Pérez Gutierrez cariño y simpatía y tengo la impresión de que el sentimiento es mutuo. Nunca hemos compartido socialmente, pero nuestras visiones de la sociedad – la suya desde la política, la mía desde mi profesión de economista – se han cruzado en varias oportunidades, casi siempre de forma divergente, pero siempre con respeto y amabilidad.
Durante su alcaldía, quiso hacerse cargo, como hoy lo quiere el alcalde Quintero, del manejo directo de EPM, ocasionando daño a la reputación de la Empresa y sacrificando el prestigio de las tres excelentes personas que nombró como gerentes.
Pero hay años luz de diferencia entre la inteligencia y la experiencia de Pérez Gutierrez y las del aprendiz de gobernante que es Quintero Calle. También habrá años luz de diferencia entre el pequeño daño reputacional que algunas actuaciones del primero causaron a EPM y el inmenso daño que le están causando y que le causarán las de segundo.
Por eso me ha parecido que algunas manifestaciones recientes de Luis Pérez, a propósito de la actual crisis de EPM, desmerecen de su inteligencia, de su fino olfato político y de la idoneidad financiera del hombre de negocios que también ha sido.
Me resulta difícil creer que él mismo se crea su cuentazo sobre el “excesivo endeudamiento” de EPM, como si no supiera que las compañías crecen apalancándose en la deuda y que sin ese apalancamiento financiero EPM no sería la empresa multinacional que hoy es y que reporta ingentes recursos al Municipio de Medellín. Pretender crecer a punta de capital propio es la mejor forma de garantizar que una empresa permanezca chiquita. Nada que añadir tengo a los datos financieros que, refutándolo, se han aportado desde EPM y que cualquier puede consultar en su página web.
Más recientemente, en artículo titulado “La ilusión en seguros de EPM”, publicado en La República y en Al Poniente, muestra otra vez Luis Pérez una desconcertante incomprensión de cuestiones elementales. Se duele el ex – alcalde de la insuficiente cobertura de los seguros y de las dificultades para obtener el reconocimiento del siniestro por las aseguradoras, como si esto último fuera tan simple como sacar plata de un cajero automático. Es más fácil quitarle un peso a un rico que hacerse pagar un siniestro. El proceso reconocimiento y pago de un siniestro es complicado, pero todo indicaba que en el caso de Hidroituango las cosas iban por buen camino.
Los datos que da Luis Pérez son reales, pero seguramente en el momento en que se tomaron los seguros las coberturas parecían razonables. Es absurdo pretender una cobertura por daño emergente por el costo total de una obra como Hidroituango o que la cobertura de lucro cesante fuera por cinco años o más años. Estoy convencido de que si al propio Luis Pérez un experto en seguros le hubiese presentado es propuesta lo habría sacado de su oficina, acusándolo de querer enriquecer con primas gigantescas a las compañías aseguradoras. ¡Cuán fácil es poner banderillas a toro pasado!
Entiendo la decepción que ha debido experimentar el Gobernador Pérez cuando se presentó la contingencia de Hidroituango, con cuyos rendimientos esperaba financiar un ambicioso programa de gobierno. Entiendo también que, en su momento, como representante del accionista mayoritario, expresara fuertemente su descontento con lo ocurrido y reclamara su esclarecimiento.
Lo que no entiendo es que ahora, con un afán desmedido de protagonismo político, esté empeñado en apoyar la decisión de instaurar una demanda que tiene muy escasa probabilidad de prosperar; pero que, además de los daños ya ocasionados, pone en riesgo la culminación del proyecto en 2022, lo que causará más lucro cesante y alejará por más años el flujo de ingresos para el Departamento de Antioquia, que defendió con ahínco su ex – gobernador.
Sí, ¡definitivamente no entiendo las cosas de Luis Pérez!
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