El uso de los Placeres en el país del Sagrado Corazón

Soy yo quien decido, en virtud de la legítima soberanía que tengo sobre mi cuerpo, la forma, el cómo, la hora y el lugar en donde quiero, por ejemplo, fumarme un porro, o hacerle el amor a una linda muchacha o muchacho, o comer la comida que me daban en casa cuando niño y no otra, o no comer simplemente, o dejarme morir, incluso. No le permito al Estado ninguna intromisión en esto, ni la más mínima, y soy una fiera cuando intenta ejercer su Poder para «Cuidarme», como si yo se lo hubiera pedido, arguyendo una vacua retórica médica, psiquiátrica o penal acerca de lo que «Debería Ser», o de lo Bueno y de lo Justo. Lo que quisiera el Estado es meternos los dedos a la boca; pero mucho cuidado, que todavía no sabe que mordemos.

El proceso de la Nueva Escuela de Pensamiento se inició como una búsqueda privada, existencial, que se hizo pública, que se extendió a toda la ciudad. Durante mucho tiempo el ejercicio de pensamiento político que se realiza en nuestra sociedad ha recaído sobre lo que comúnmente se llama «Condiciones objetivas», con lo cual se entiende el amplio abanico de la pobreza, la miseria, la exclusión, el desempleo etc. Son luchas de carácter económico y político, y son necesarias, y no hemos faltado nunca en su acompañamiento y participación. Pero con la Nueva Escuela lo que hicimos fue poner en práctica un ejercicio distinto.

La vida moderna ha logrado construir un clima espiritual más precario y enfermizo que su propia economía. La vida de la mayoría de nosotros, si somos sinceros, carece de sentido. Y es apenas natural que sea de esa manera. Carecemos del sentido de la trascendencia, y en el fondo somos profundamente pesimistas a considerar la posibilidad de construir otra vida, la que en  alguna parte de lo que somos sabemos como digna. Nuestro esfuerzo ha sido en consecuencia la invitación a un diálogo genuino, generacional, acerca de todas estas cuestiones, que incumben a la vida inmediata de cada uno y que son en realidad las preguntas esenciales.

Creemos que la tarea del Arte en nuestro tiempo es desatar las potencias subjetivas que habitan en el interior de cada individuo, a través de un proceso de desentrañamiento que acarrea un cambio profundo. Potencias socavadas por el dominio que se ejerce sobre nuestra vida personal, sobre la forma en que entendemos y explicamos el mundo. De ahí la necesidad de preguntarnos por esos elementos que nos constituyen, pues la importancia de la cultura no radica en la adquisición de conceptos, teorías o escenarios y grandes eventos. La cultura es la posibilidad de luchar por nuestra propia  libertad frente a un poder que se ha ejercido logrando controlar sin coacción a las personas. Paradójicamente, este dominio se logra por la inserción que sufrimos desde la infancia en la cultura hegemónica, una cultura de plástico, para ser más concreto.

En la Nueva Escuela de Pensamiento consideramos que el campo de trabajo es cada uno consigo mismo. Intentamos que el ejercicio de pensamiento no sea una especulación abstracta, sino un cerciorarse profundo de elementos concretos de la vida de cada persona. Hay preguntas urgentes, y este semestre quisimos invitarlos a realizar ese proceso de búsqueda acerca del uso que damos a los placeres, sus implicaciones, su naturaleza, la codificación puesta a su alrededor, la sexualidad, el cuerpo, su regimen, su dieta.

Se nos pide de un lado y del otro que dirijamos la reflexión que se organiza en la Escuela hacia la crítica del Proceso de paz, la Reforma tributaria o la venta de Isagén; otros quisieran que realizáramos algo así como una formación de «Cuadros políticos» que preparen la llegada de la Revolución Socialista (?) En todo caso, muchas de las personas que recomiendan este accionar no logran siquiera ser dueñas de sus  vidas. Deberían ocuparse también de sus propios negocios.

Sin lugar a dudas el proceso de ir descifrando-se, el ir ampliando el margen de conciencia sobre el mundo termina por cambiar el sentido de la existencia. La conciencia no puede sino tarde o temprano llevar a la desobediencia. De ahí en adelante queda todo por hacer, pero lo importante es que ya habremos iniciado.

Julián Vásquez

Escritor y columnista. Activista político. Director Creativo de la @NuevaEscuelaFG. Aprendí algún día: El cielo no se toma por consenso, se toma por asalto.

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