El Sistema Nacional de Salud en Colombia no es una porquería

El Sistema Nacional de Salud (SNS) se puso en el centro del debate presidencial del pasado 14 de marzo. Ni los periodistas ni los candidatos mostraron un gran conocimiento tema y, probablemente porque eso da más réditos electorales, en todos afloró la tendencia a descalificar un sistema cuyos logros son reconocidos internacionalmente y que se compara muy favorablemente con los de países más desarrollados económicamente. Esos logros son en cobertura, oportunidad de la atención y bajo gasto de bolsillo de parte de los afiliados.

Ya nadie se atreve a negar el avance en cobertura que llega al 96% de la población, un 47% en el régimen contributivo, otro tanto en el subsidiado y el restante 6% en regímenes especiales.

La oportunidad de la atención se ha cuestionado invocando el número de acciones de tutela que se presentan para obtener la prestación de los servicios de salud. De tiempo en tiempo el personaje que ostenta el cargo de “Defensor del Pueblo”, cualquiera que sea, sale en los medios con frases como esta: “cada hora se presentan 100 tutelas de salud”. Y durante varios días esa frase se repite ad nauseam dejando en la gente el sentimiento de que el SNS es una porquería.

La gráfica 1 muestra el número acciones de tutela en salud entre 2011 y 2020[1]. Ciertamente han venido creciendo, pero no hay forma de saber si son muchas o son pocas sin tener un referente que sirva de comparación.

La gente recurre a la tutela cuando la EPS niega una atención o servicio de salud de cualquier naturaleza. Se sigue de ahí que la comparación debe hacerse con la totalidad de atenciones o servicios de salud prestados por el SNS durante el mismo lapso en el que se presentaron las tutelas.

La unidad de medida de los servicios de salud es el Registro Individual de Prestación de Servicio” (RIPS). En el sistema se distinguen cuatro clases de RIPS, a saber: consultas, urgencias, hospitalizaciones y procedimientos de salud. El significado de las tres primeras categorías es obvio, la cuarta abarca desde el suministro de una aspirina hasta la realización de una cirugía de corazón abierto.

La gráfica 2, con datos del Sistema Integrado de Información de la Protección Social, SISPRO[2], muestra las atenciones o RIPS del SNS en 2019. Se toman los datos del 2019 porque los de 2020 y 2021 están distorsionados por efecto de la pandemia.

En 2019 el sistema realizó cuatrocientos sesenta y un millones, cuatrocientos treinta y dos mil, doscientas sesenta y una  atenciones o RIPS;  de las cuales doscientas siete mil, trescientas sesenta y ocho fueron por tutela. Esto significa que el 0,04494007% requirieron tutela y el 99,9550599% no. Otra forma de verlo, para expresarlo, en los términos que le gustan al “Defensor del Pueblo” y a la prensa, sería esta: Cada hora el Sistema Nacional de Salud realiza 52.675 atenciones sin tutela.

El gasto en salud de bolsillo propio de los colombianos es increíblemente bajo. La gráfica 3 muestra las ponderaciones y el valor de la canasta familiar con la que el DANE estima las variaciones de los precios al consumidor. Las cifras son muy confiables pues la encuesta con la que se estimaron las ponderaciones fue realizada en 2018, con lo que se cambió la canasta que se venía empleando desde 2008.

A precios de junio de 2019, la canasta familiar del colombiano promedio valía $ 3.488.577 de los cuales $ 59.655 se gastaban en salud, es decir, el 1,71%, casi lo mismo que el gasto en bebidas alcohólicas, tabaco y estupefacientes.

Adicionalmente, el peso del gasto en salud dentro del gasto total de los colombianos ha venido disminuyendo desde la adopción del Sistema Nacional de Salud basado en la denostada ley 100 d 1993.

La emergencia del COVID 19 puso en evidencia de forma contundente la protección financiera que el SNS da a los afilidados. Las miles de personas que fueron hospitalizadas o recibieron atención domiciliaria no tuvieron que pagar un solo peso pues la totalidad de los costos fueron asumidos por las EPS. En otros países del mundo, incluidos los desarrollados, el pago por los tratamientos del COVID 19 dejó en la ruina a millones de familias.

En síntesis: desde el punto de vista del usuario, el Sistema Nacional de Salud, basado en la separación del aseguramiento y la prestación del servicio, ha sido exitoso en cobertura, atención oportuna y bajo costos para el usuario.

El SNS tiene otros problemas, entre ellos la existencia de incentivos perversos que conducen al uso abusivo de los servicios y facilitan la corrupción. Sobre este último punto, el candidato Gustavo Francisco Petro Urrego haría bien en hablar con su carnal Roy Leonardo Barreras Montealegre, quien sabe mucho del asunto. No es sarcasmo.

[1] https://www.minsalud.gov.co/sites/rid/Lists/BibliotecaDigital/RIDE/DE/CA/informe-tutelas-orden-30-2020.pdf
[2] https://www.sispro.gov.co/Pages/Home.aspx

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista. Docente. Consultor ECSIM.

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