El amor propio se nutre del desinterés ajeno

“El hombre más poderoso es el que se domina a sí mismo”- Séneca

Sabemos que en la vida nos enfrentamos a un camino imprevisible en los diversos aspectos de esta misma. Al respecto, ¿existe alguna relación entre el amor y el desinterés, sobre todo cuando se experimenta de otras personas?.

Es crucial destacar que este trayecto puede tornarse angosto, llevándonos a replantearnos nuestras decisiones. ¿Acaso debemos regresar por donde empezamos, abandonando el viaje que en un principio parecía maravilloso? Para muchos, lo que inició como una fantasía termina convirtiéndose en una pesadilla.

En medio de este dilema, nos encontramos inmersos en auténticos conflictos internos debido a la discordancia entre nuestras ideas e intereses. Por un lado, ansiamos continuar, demostrando “resiliencia” y autonomía. Sin embargo, al mismo tiempo, tendemos a auto sabotearnos, lo que produce frustración si, además, se reciben críticas de la sociedad. Con la premisa de que esa comunidad está más pendiente de la vida ajena que de la propia.

Sobre este planteamiento, el filósofo y psicólogo William James, postuló la existencia de una relación intrínseca entre el amor propio y el desinterés, especialmente en el cultivo de una personalidad resiliente, autocrítica y reflexiva para salvaguardar nuestra integridad. Por tanto, es imperativo recalcar la importancia de mantenernos fieles a nosotros mismos y jamás permitir que el desinterés ajeno menoscabe nuestra autoimagen, ya que es una característica esencial del amor propio.

¿Qué significa el desinterés? Según la definición proporcionada por la Real Academia Española, es la falta de atención o preocupación por algo, ya sea una situación o persona. A partir de esta definición, se pueden presentar dos escenarios posibles: uno donde permitimos que el desinterés de personas extrañas nos cause un daño emocional profundo y otro donde el desinterés, manifestado como abandono, conlleva a una falta de cuidado de nuestras propias necesidades en momentos difíciles, lo cual puede tener serias repercusiones para nuestro bienestar.

Este segundo escenario puede verse reflejado, por ejemplo, cuando experimentamos síntomas de estrés y agotamiento físico o mental, pero en lugar de tomarnos un tiempo para cuidar de nosotros mismos, decidimos continuar con nuestras responsabilidades sin prestar su debida atención a las necesidades emocionales y físicas que estamos presentado. Esta falta de autocuidado puede generar una consecuencia negativa a largo plazo para nuestra salud y bienestar en general.

Es vital que el amor propio crezca y se nutra del desinterés ajeno, siendo nosotros los únicos responsables de nuestra propia felicidad y bienestar, no terceros. En la cotidianidad, a menudo nos tratamos con más desinterés que el que recibimos de otros.

Por esto, es fundamental cultivar la autocrítica basada en la asertividad y gratitud, pues detrás de cada piedra con la que tropezamos se encuentra una nueva oportunidad para aprender y mejorar. En palabras de William James, eres tú, con tu forma de hablarte cuando te caes, el que determina si te has caído en un bache o en una tumba. A comparación de los comentarios inapropiados de personas ajenas, lo que define un punto y coma o un punto final en nuestra aventura, son nuestros mismos pensamientos.

Debemos cambiar expresiones como “eres un fracasado o una fracasada” por un “sé lo que hice bien, lo que hice mal, ahora puedo mejorar. No es agradable saber que me tropecé nuevamente, pero, así como me caigo, puedo volverme a levantar, y tendré más cuidado para la próxima”. Lo anterior encaminado a un amor propio estable y duradero, que al igual que la paz, todo el mundo desea obtener.

“El hombre más poderoso es el que se domina a sí mismo”- Séneca

Hasta una nueva oportunidad.