El alma de la Universidad

La sinfonía de temas académicos que se discuten en la biblioteca central, una conversación con amigos en los bajos del doce, asistir con emoción a las clases de profesores apasionados, tomarse un tinto en Barrientos, interpretar con esfuerzo las ideas de los pensadores clásicos, pasar la tarde de viernes en el “aeropuerto”, participar de acalorados debates culturales, políticos o económicos, llegar a primera hora de la mañana y salir bien entrada la noche. Lugares, momentos y personas que hoy extrañamos de nuestra Universidad.

La actual contingencia sanitaria logró lo impensado, apartarnos desde el 15 de marzo de este año del Alma Mater, el segundo hogar de  todos los que la habitamos y que llevamos con orgullo, y ahora con algo de nostalgia, en el corazón.

Los esfuerzos realizados por la administración y las distintas unidades académicas para continuar los procesos de formación de la manera más tranquila y estable posible son admirables, pues en un periodo muy corto de tiempo y con recursos limitados la totalidad de sus actividades pasaron de lo presencial a lo virtual. También es digno de hacer mención aquí la suma de voluntades que lograron hacer realidad  que el valor de la  matrícula sea $0 para todos los estudiantes de pregrado, esto no hubiera sido posible sin la presión que ejercieron los seis compañeros que se declararon en huelga de hambre durante más de doscientas horas a las afueras del campus.

No obstante, la Universidad no es un lugar donde se asiste exclusivamente a recibir conocimientos de forma pasiva o al cual se llega para aprender una técnica u oficio para luego salir a reproducirlo y generar así unos ciertos ingresos. Por el contrario, considero que el  principal compromiso de la Universidad es la formación integral de sus estudiantes, que al educarse puedan transformar  radicalmente su vida, se abran horizontes que les permitan construir su subjetividad. Lo anterior exige, aparte de la transmisión de  saberes, una participación activa en los procesos de aprendizaje por parte del estudiantado, lo que implica necesariamente la convivencia e interacción con los otros tanto dentro como fuera del aula de clase. Lastimosamente la virtualidad no logra suplir esto en su totalidad.

Durante mucho tiempo en el bloque 16 estuvo expuesto un mensaje que nos recordaba que “la Universidad es un universo complejo”, cualquiera que haya puesto un pie dentro de la Universidad de Antioquia puede dar fe de la validez de esas palabras. En ella coincidíamos a diario cientos de personas, todas con diferentes formas de concebir el mundo, todas con ansias de saber, todas repletas de esperanzas. Precisamente es esa diversidad  la que permite que se tejan procesos académicos, culturales, sociales y humanos tan valiosos, ya que se vuelve imperativo escuchar, debatir y construir con otros que enriquecen el propio proceso formativo con sus puntos de vista. Por esto precisamente considero que los estudiantes y profesores somos el Alma de la Universidad, nuestra presencia es ese hálito de vida que imprime en cada uno de sus rincones movimiento y vitalidad que se renuevan constantemente gracias a nuestra actividades académicas e  investigativas.

La Universidad ha sido pionera en el país en adelantar investigaciones sobre la Covid-19, además un grupo de investigación ha producido ventiladores mecánicos de bajo costo, necesarios las unidades de cuidados intensivos de los hospitales. No obstante, en estos meses no solamente se han adelantado procesos en el campo de la medicina y la ingeniería, esta crisis ha  dejado en evidencia lo mejor de la comunidad universitaria: su capacidad de ayudar a quienes más los necesitan. Entre rifas, recolección de alimentos y dinero, computatones, grupos de escucha y de apoyo psicológico, se ha buscado dar un alivio a los estudiantes  que se han visto más afectados.

En estos momentos donde  las circunstancias han puesto nuestras vidas entre paréntesis es importante invitar a una reflexión sobre el  papel de la Universidad en medio de una sociedad que a raíz de esta pandemia deberá emprender un duro camino de recuperación social y económica. Es la ocasión para mostrar todo el potencial creativo de los estudiantes de la Universidad de Antioquia, sin duda podremos hacer florecer la vida en medio de la incertidumbre.

Daniel Bedoya Salazar

Estudiante de Filosofía UdeA
Ciudadano, creyendo en la utopía.

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