Domingo siete

Un tren elevado entre Buenaventura y Barranquilla, proveer de empleos estatales a todos los desempleados del país, acabar la pobreza de “un plumazo” con la Renta Básica Universal, eliminar el 4×1000, reducir los privilegios de los políticos, reducir la aparatosa suma que gana un congresista, que solo los “4.000 más ricos” iban a pagar el alza de impuestos, y, ¿qué creen?, los impuestos los pagarán los que tienen plan de datos de COP$ 40.000, los que tienen Netflix, los que toman gaseosa, los que venden su casa o su carro, los que compran un computador, y demás… a esos les tocará sacar más de su bolsillo para cumplir solamente las promesas burocráticas. El tren ya no va, los empleos ya no van, la renta básica ya no va, la eliminación del 4×1000 ya no va, la reducción de salarios a congresistas ya no va, ¿saben qué sigue en pie?, los Ministerios para los amigos del Pacto Histórico, los privilegios para los burócratas, las cuotas para los clanes políticos tradicionales, los mismos que ayudaron a Gustavo Petro alcanzar la Presidencia. El gasto prometido lo pagará la clase media, las pyme, los trabajadores y todo el aparato productivo del país.

El país le entregó la chequera a Armando Benedetti, Roy Barreras, Ernesto Samper y Piedad Córdoba: una combinación perfecta entre políticos corruptos, congresistas ignorantes, ideólogos extremistas y opositores eternos. Colombia decidió dar un salto al vacío, después de años en el saber popular diciendo “los políticos son mentirosos”, “usted sabe mentir, métase a político”, “nunca confíe en las promesas de un político”, decidieron desbocarse ante las promesas de un político. Después de tanta advertencia, Colombia se dejó meter un domingo siete.


Este artículo apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.

Carlos Manjarrés

Estudiante de Derecho (Universidad Libre). Coordinador Local de SFL (Students for Liberty) en la Región Caribe de Colombia. Director de Divulgación de COLIBRE.

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