Dilemas Culturales

Es mejor callarse. Hay muchos secretos guardados entre escritores, novelistas y columnistas que han manifestado sus apreciaciones acerca del tema de la cultura. Es un tema difícil de tratar, país que con menos presupuesto hizo más, hoy el ministro gestiona menos. Aquí empieza el primer dilema, de los muchos por los que atraviesa cada vez más la cultura en la agenda nacional. La cultura se incorpora al presupuesto local, departamental y nacional. No tiene dolientes en el capitolio.

La cuestión, la cultura se trata con presupuesto, saber gestionar para desarrollar un trabajo articulado y contextualizado con las instituciones educativas, como lo hace el deporte en muchos casos, allí surgen medallistas, atletas y grandes competidores en deportes variados. La cultura no se articula, con respecto a lo que están ejecutando, en las aulas de las diferentes instituciones educativas. No es una denuncia, es un llamado a que en tiempos de incertidumbre social se pueda reimplantar una adecuada formación integral y contextualizada por las diferentes subregiones nacionales desde la Guajira al Amazonas y desde el Chocó hasta el Arauca.

La cultura ha sufrido grandes transformaciones y no necesariamente desde la ley general de la cultura, los presupuestos son más pírricos y hasta se han convertido en menuda de caja menor para el ministro de hacienda. La cultura está en cuidados intensivos y ni qué decir del patrimonio arquitectónico de algunos municipios y ciudades capitales sin tener la buena voluntad de recuperar las construcciones y si se recuperan, se las entregan a una caja de compensación familiar para su sostenimiento físico. No escribo ejemplos. Los lectores pueden darse cuenta a lo que me refiero.

La cultura no como concepto filosófico, tampoco como teorías de hermenéutica y de semiótica, me refiero a esa cultura de la música hecha en el barrio, en la vereda, en el corregimiento. Me refiero: a la cocina tradicional, al sainete, al festival de música andina colombiana, al pasillo y al bambuco, a la banda de un pueblo, a la exposición de pintura y fotografía, a la exposición de toldos y flores, al festival vallenato y al de guasca sin cabalgata. Me refiero a lo que ahora, no se hace por el aislamiento social, porque en duda esta, hay festival de Cartagena, payasada de los que menos saben de la realidad cultural, otro dilema.

Diego Calle Pérez

Especialista en Gestión Pública. Escuela Superior de Administración Pública ESAP
Especialista Gerencia Educativa con énfasis en Proyectos. Universidad Católica de Manizales.
Historiador - Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín - Analista Político
Miembro fundador de columnistaslibres.com

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