Muchas personas me han preguntado porqué dedicarme al coaching en desarrollo personal en lugar de hacerlo en desarrollo profesional.
Desde el punto de vista de negocios, a simple vista pareciera que la segunda opción tiene más “campo”. Sin embargo, lo que está debajo de la superficie de las apariencias es una realidad muy distinta a esa. Lo que sucede es hemos dado más importancia a lo que ven los demás que a lo que realmente somos en nuestro interior; esto es nuestro “yo” como profesional versus nuestro “yo” como individuo.
Producto de mi experiencia y de mi aprendizaje espiritual, tengo la convicción absoluta de que sólo podemos lograr las metas profesionales que nos hemos planteado y los proyectos de vida que nos hemos trazado si sabemos con precisión quiénes somos como individuos, cual es nuestra misión de vida, cuáles son nuestros valores, qué nos llena y nos produce satisfacción y qué deseamos alcanzar en el plano personal. Una vez alcanzada la claridad en esos aspectos podremos entonces diseñar un plan de carrera que satisfaga nuestras expectativas personales y que esté apegado a nuestros valores.
Invertir el orden de prioridades -es decir, primero el plan profesional y luego el personal- es la fórmula perfecta para ser profundamente infelices. Son esos casos que vemos de gente muy adinerada y de mucho renombre, pero insatisfechos, estresados y llenos de amargura.
Dicho de otra manera: coloca en primer lugar tus metas profesionales y estarás cultivando el ego, el cual es sumamente vulnerable y frágil. Enfócate en tu crecimiento como individuo y estarás alimentando el alma, el cual es invencible y eterno.
Te invito a no dejarte llevar por la tentación de dejar que tu título y tus logros profesionales definan quién eres. Al contrario, define quién eres y vive en función de tus valores y tu pasión y verás que los logros en tu carrera serán el resultado natural y directo de ser auténtico (a).
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* Este artículo fue publicado originalmente en el blog jaminspira.com.
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