Consejos para reciclar un diploma anulado

En épocas pandémicas y de economía naranja es primordial hacer uso de la creatividad y la innovación para salir adelante, así que al mal tiempo buena cara y para evitar que todo sea pérdida completa, me he tomado la libertad de idear 5 usos útiles que podría usar el senador Bedoya para su diploma invalidado


Esta semana se conoció la resolución 008 del 5 de abril de 2021 del consejo de la facultad de derecho de la Universidad de Medellín donde se concluye que tanto la matricula, como el plan de estudios aplicado, los requisitos de grado y los exámenes presentados por el senador liberal Julián Bedoya Pulgarín fueron hechos de manera irregular y por tanto “al no cumplir con los requisitos de formación deberá anularse el título de abogado otorgado al señor Julián Bedoya Pulgarín y los registros al interior de la institución que ello conlleve”. Esto es una verdadera decepción, pues Bedoya logró superar 16 exámenes especiales en tiempo récord y sin siquiera sudar con alguno de ellos. Nadie lo había logrado antes, por eso algunos nos ilusionamos al ver la reencarnación de H. Kelsen en forma de liberal antioqueño. Era demasiado bueno para ser verdad.

De todos modos, el senador apeló ante el Consejo Académico que tendrá la última palabra en este asunto, pero ante la inminente derrota y mientras llega la última decisión, dejaré una lista de consejos para Julián Bedoya porque en épocas pandémicas y de economía naranja es primordial hacer uso de la creatividad y la innovación para salir adelante, así que al mal tiempo buena cara y para evitar que todo sea pérdida completa, me he tomado la libertad de idear 5 usos útiles que podría usar el senador Bedoya para su diploma invalidado:

  1. El primero es usarlo como una especie de guía de autoayuda, las derrotas pueden ser dolorosas y no hay nada de malo en llorar, limpia y purifica el alma al expulsar las penas, pero ese reguero tarde o temprano hay que limpiarlo y no hay nada más lujoso para secarse las lágrimas que un pañuelo, con adornos rojos y hecho de papel opalina. Además, incluye el nombre completo y un sueño frustrado, así que encima de todo está personalizado.
  2. Luego, el más evidente es un uso completamente escatológico y es que dado el pánico colectivo que ha generado la pandemia y la costumbre colombiana de dejar todo para última hora, se han levantado reportes de escasez de papel higiénico en numerosos supermercados del país. Así que, para evitar aglomeraciones y filas, puede usarse el ex diploma para…ya sabe, limpiarse con todas las de la ley.
  3. Pero siguiendo la línea de atender necesidades básicas y teniendo en cuenta que el senador es paisa y seguramente disfrutará de la gastronomía antioqueña, lo que una vez fue prueba del título, puede ser también un insumo de lujo para madurar aguacates. Incluso, este uso puede darle una salida útil al senador en caso de que en 2022 las elecciones den un giro hacia la izquierda con la Colombia Humana. A esas alturas, el exabogado ya sería un experto en el proceso de maduración del nuevo producto que sustentará la economía nacional y podría tranquilamente ocupar un Ministerio, quizás el de Hacienda o Comercio Exterior, hasta el de Agricultura. Sin embargo, tendrá que olvidarse para siempre de la cartera de Justicia.
  4. Por otro lado, si el liberal desea abandonar su carrera política y dedicarse a cultivar el espíritu, siempre podrá lanzar su carrera artística en el Museo de Arte Moderno de Medellín publicando su diploma como obra de Arte Abstracto con un nombre original, en una lengua oriental, para darle profundidad, algo como “chan-shú-yo”. Yo personalmente, y sin ser un gran conocedor del arte, iría a verlo encantado, después de todo peores cosas se han visto en los museos de Nueva York.
  5. Finalmente, y al paso que va el país con la folclorización de las instituciones públicas, tengo plena confianza en que es solo cuestión de meses para que sea instituido en el Congreso de la República un reinado popular. Entonces, el diploma anulado será la joya más codiciada para el vestido hecho de reciclaje. Mejor aún, dado el origen del documento, este debería usarse para fabricar la corona. Un tributo a las irregularidades. Será un éxito absoluto, no tengo duda alguna.

En todo caso, mientras el senador Julián Bedoya Pulgarín decide qué hacer con su diploma yo aprovecharé para presentar el último par de predicciones y es que, después de más de un año de incertidumbres, luchas estudiantiles, una pandemia global y cambios políticos y administrativos, solo el tiempo podrá dar certezas sobre el camino que tomará la Universidad de Medellín, a la que solo le deseo convertirse en el mejor claustro del mundo y ser un ejemplo de ética para esta nación que tanto la necesita. Al menos por estos días, los que pertenecemos a su comunidad podemos levantar la cara con tranquilidad y seguir diciendo, con alegría y alivio, que Julián Bedoya no hace parte de nosotros. Sin embargo, al senador Bedoya le auguro un éxito que seguramente él no habrá imaginado aun y es que ahora sin ese molesto diploma de abogado, podrá relucir gallardamente su condición de bachiller, con la que, apoyado en los precedentes recientes, podrá optar como candidato de lujo al título de presidente del Honorable Senado de la República.


*Esta columna de opinión es una sátira que surge a raíz de la declaratoria de irregularidad y revocatoria del grado del senador Julián Bedoya por parte del consejo de la facultad de derecho de la Universidad de Medellín

Juan Camilo Osorio Taborda

Estudiante de Derecho Universidad de Medellín. Escritor amateur. Conferencista ocasional.

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