Colombia: entre sueños y fantasías políticas

Casi 180 días han transcurrido de un proyecto de cambio que más de once (11) millones de colombianos creyeron y pensaron que se podía hacer realidad, pero, hasta el momento, la kakistocracia ha permeado la sed de poder: nombramientos sin contar con los títulos y la formación idóneos, y reparto del botín del Gobierno de quienes ayudan a consolidar una esperanza sin fundamento entre el círculo cercano y los lideres del partido, alcanzando incluso, para la oposición. Es así que frente a planteamientos como la “paz total”, cambiar la lucha antidrogas careciendo de sustento, crear un Ministerio que todavía no se sabe qué va a hacer e incentivar la demagogia[1] como medio preparatorio de las elecciones locales de 2023, crean el camino de incertidumbres que tenemos los que vemos las necesidades de Colombia y no vislumbramos solución alguna para los problemas que está presentando el país.

Colombia terminó un año difícil: una inflación disparada, hogares padeciendo los impactos de esta, el alto coste de los alimentos y el dólar que no da tregua. Así empezamos un año incierto en lo económico, sin rumbo en lo político y con una alta expectativa sobre lo que va a hacer el Gobierno que ha demostrado no tener ningún respeto por las instituciones del Estado, pues, como lo dije inicialmente, anda nombrando personas incapaces en altos puestos que han ayudado a que la economía se hunda.

Por otra parte, la humanidad, en general, pareciera que se hubiera estancado, sin presentar avances significativos entre sus relaciones. El odio y el egoísmo se siembran sobre las mentes de lideres que piensan que estamos en la edad media donde se podían conquistar tierras y asesinar niños, y no pasaba nada; tal es el caso de la guerra que todavía está ocurriendo en Europa Oriental. Como en otros tiempos, el Grupo Wagner, que siempre se vende al mejor postor sin ningún tipo de ley, viene luchando por Rusia contra Ucrania, y hasta hoy ya van siete mil civiles muertos por ataques del primero al segundo. Por eso hablo de la edad media, porque la barbarie manifiesta solo nos puede llevar a ese momento histórico: pelea por tierra y por posesión geoestratégica que no va a terminar bien. Ya se prevé que la economía de Rusia, de ser la N.º 11 del mundo, podría pasar a la posición 40 o quizás más abajo, terminando el 2022 con una inflación del 14% que aún está por definir.

La crisis mundial producto de la pandemia del COVID-19 y la guerra, hasta ahora se está sintiendo. Lo que viene para países en vía de desarrollo como Colombia no es bueno. El Banco Mundial ha pronosticado que para 2023 el país solo crecerá 1,3%, es decir, ¡no vamos a crecer!, variable que, además, ayuda a entender por qué el peso colombiano ha sufrido una fuerte desvalorización frente a otras monedas.

Respecto a escenarios similares, en Gobiernos anteriores como el de Santos 2010-2014, en plena crisis económica, su ministro de Hacienda junto con otros, se inventaron la estrategia de la locomotora minera, situación que le ayudó a que ingresaran millones de dólares por la venta de petróleo y minerales para así poder solventar los programas y problemas que estaba ocasionando el invierno. Pero a diferencia de Santos y su “locomotora minero-energética”, en este Gobierno pusieron al frente de varias carteras y entidades tan importantes como Minas y Energía, Salud y Protección Social, Relaciones Exteriores (Cancillería), ICBF, entre otras, a personas que llegaron fue a hacer activismo, y no a dirigir o apoyar al “Capitán de este barco” a cumplir su Plan de Gobierno.

Ahora bien, en materia de seguridad el primer reto que ha tenido Presidencia es la criminalidad. El asesinato de lideres y las masacres, según Indepaz (2023), llegó a un total de 94 con corte al 31 de diciembre de 2022, de las cuales, en el actual Gobierno sucedieron 33. La bandera de la “paz total” que se erigió como propuesta reina en el Plan de Gobierno Petro bajo la nominación de “dejaremos atrás la guerra y entraremos por fin en una era de paz” está fracasando. Como en un cuento de hadas, los “expertos” no han entendido con quien se negocia.

En principio, y bajo el mapa de actores armados, es oportuno ver que en Colombia a hoy existen (3) tres organizaciones o macro-organizaciones a nivel nacional que son: 1) grupos armados organizados residuales, 2) el ELN (Ejército de Liberación Nacional) y 3) las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia). Tras años de estudio del crimen organizado, funcionalidad de la empresa criminal y su modus operandi, puedo concluir que la hegemonía de dichas organizaciones se cierne en sus fuentes de financiación, es decir, los tres grupos basan su sostenimiento en el tráfico de estupefacientes, de toda la cadena logística que se emana de ello (producción, corredores y movilidad); cobro a terceros por los cultivos, la producción y tráfico de drogas; minería ilegal y cobro a pequeños extractores; así como los tributos que tienen que pagar las personas que buscan el sueño americano (trata de personas). Mientras que a escala local, tenemos los outsourcing o grupos delictivos organizados como la Cordillera, la Local, los Flacos, los Chatas, La Terraza, La Unión, Trianón, los Triana, Caicedo, el Mesa, Robledo, Pachelly, La Sierra, el Clan de Oriente, los Puntilleros, Pacheca, los Caparros, los Pelusos, y demás; para estos, como los anteriores, su principal fuente de financiación es la cadena logística del microtráfico y el narcomenudeo, apoyar el tráfico de drogas de los primeros, el secuestro extorsivo (sino se vende a una organización superior), la minería ilegal acompañado del gota a gota (usura) y la extorción, y en caso de zona marítima, la piratería.

Solo para que entendamos a que nos enfrentamos como sociedad, en el Informe Mundial de ONUDC (Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito) sobre drogas de 2022, Colombia, después de deforestar miles de hectáreas de árboles, mucha de esta madera fue vendida por las organizaciones antes mencionadas y el espacio fue utilizado para sembrar coca (primer cultivo criminal); es así que llegamos a producir en 2021 más de un millón cuatrocientos mil kilogramos, de las cuales solo se incautaron 600 mil (únicamente, por autoridades colombianas, pues falta lo incautado internacionalmente). Lo antes explícito indica que en el mercado pudieron estar a la oferta cerca de 400 mil kilogramos que enriquecieron tanto a las organizaciones internacionales como las nacionales; por eso, encontrarse la presencia de delegados de los cárteles como Sinaloa o Jalisco Nueva Generación, no debe de ser raro, así como organizaciones europeas, asiáticas o árabes que intentan quedarse con una porción del negocio internacional y no les interesa que Colombia llegue a una paz total, aunque tengan que armar nuevos grupos y pagar mejores salarios a los combatientes (Núñez, 2021a; Núñez, 2021b; Núñez, 2021c).

Bajo esta lupa, no es fácil el camino de la paz total, ya que la criminalidad filtró a todos los grupos de influencia por el poder y el dinero que brindan estas economías. Recordemos que en el año 2000, los jóvenes de los suburbios decían que ellos sabían que no iban a vivir más de los 30 años, pero que iban a ser años muy bien vividos (sicarios o personas pertenecientes a las anteriores organizaciones); mujeres, excesos, dinero y poder son el sueño que les venden a estos jóvenes sin oportunidades, utilizados por unos pocos (comandantes) para conseguir sus propósitos: desde caer en las peores aberraciones en las que puede incurrir un ser humano (como violar niñas vírgenes), hasta adquirir muchas joyas o consumir comidas y licores de los más costosos. Su éxito saben que durará muy poco: un sueño fugaz, antes de morir o ser presos; todo, legado de la narco-criminalidad de los años 80.

En un país que ha sido contaminado por la corrupción, el clientelismo, la miseria de sus dirigentes políticos, se tiene que trabajar como lo ha dicho Antanas Mockus. Tenemos que recuperar las raíces, que sirvan las entidades que tienen que atender a los niños (ICBF, Comisarias, MEN, por citar algunas), crear planes y programas que impacten a los adolescentes, dar oportunidades a la industria (la fórmula es, más empresas + más trabajo = mejores salarios); y no solo ser un país extractivista, sino, trasformar estas materias primas. Lastimosamente, como ya lo hemos analizado, en estos casi 180 días no existe una ruta a seguir; estamos teniendo prueba y error, mientras se desborda la inflación y el pobre sigue siendo pobre (económicamente). Si los mismos con las mismas siguen en el poder, nada va a cambiar; ejemplo de esto, es que hemos llegado al punto que, hasta la plata de la alimentación de los niños se la roban, o también se conceden favores sexuales a cambio de ocupar puestos que, por el capricho de alguien por no ser de su ideología, dejan sin trabajo a un centenar de buenos empleados.


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Referencias

Núñez, J. (2021, 7 de abril). El cuadrado perfecto de la Criminalidad (Cauca-Nariño, Putumayo y Caquetá) – primera parte. Aletheia Investigaciones. Recuperado el 1 de febrero de 2023 de: https://aletheiainvestigaciones.blogspot.com/2021/04/el-cuadrado-perfecto-de-la-criminalidad.html.

Núñez, J. (2021, 14 de abril). El cuadrado perfecto de la Criminalidad (Cauca-Nariño, Putumayo y Caquetá) – segunda parte. Aletheia Investigaciones. Recuperado el 1 de febrero de 2023 de: https://aletheiainvestigaciones.blogspot.com/2021/04/el-cuadrado-perfecto-de-la-criminalidad_14.html.

Núñez, J. (2021, 21 de abril). Guerras recicladas – LA FRONTERA DEL PUTUMAYO O EL NUEVO “HÍBRIDO” DE LA VIOLENCIA. Aletheia Investigaciones. Recuperado el 1 de febrero de 2023 de: https://aletheiainvestigaciones.blogspot.com/2021/04/guerras-recicladas-la-frontera-del.html.

Observatorio de Derechos Humanos y conflictividades – Indepaz. (2023, 30 de enero). Masacres en Colombia durante el 2020, 2021, 2022 y 2023. Indepaz – Instituto de estudios para el desarrollo y la paz. Recuperado el 1 de febrero de 2023 de: https://indepaz.org.co/informe-de-masacres-en-colombia-durante-el-2020-2021/.

Notas:

[1] Es decir, el empleo de halagos, falsas promesas que son populares pero difíciles de cumplir y otros procedimientos similares para convencer a los ciudadanos y convertirlo en instrumento de la propia ambición política.


Este artículo apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.

James Núñez Dueñas

Magister en Seguridad Pública de la Escuela de Postgrados de la Policía “Miguel Antonio Lleras Pizarro” y Profesional en Relaciones Internacionales y Estudios Políticos de la “Universidad Militar Nueva Granada”. Es también, Técnico Profesional en Servicio de Policía y Estudiante de Derecho de la “Corporación Universitaria Unihorizonte”.

Es además, experto en temas de drogas con un amplio recorrido en investigaciones de caracterización de estas y sus mercados, e investigador del conflicto armado colombiano con experiencia en resolución de conflictos. Ha participado como investigador y editor de diversas publicaciones relacionadas con los temas a los que es afín.

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