¿Calle de honor a la corrupción?

Me he opuesto con toda mi alma, pero no soy nadie para que mis opiniones sean tenidas en cuenta, a la tentativa de autorizar a las autoridades departamentales y locales a adquirir directamente dosis de las vacunas para el tratamiento de la COVID19. Por más ilustración que posea, pertenezco al ignaro e inepto vulgo, carne de cañón electoral con algunas habilidades probadas en organización de masas en provecho de personas a la postre ingratas, que ni dan gracias, ni un saludo suelen dispensar.

En este punto estoy al decir de Deyanira: todos cortados por el mismo sastre, con el mismo patrón y con las mismas tijeras, como ilustres egresados todos de la escuela del señor Arturo Tejada.

A estas alturas del partido no se si la dichosa reglamentación fue expedida ni que contenga.

La fama de la corrupción en las localidades colombianas vuela de boca en boca, como cierto cigarrillo, hasta el punto que ha trascendido las fronteras patrias. Léase al efecto en la revista FORBES Colombia, edición 11 de diciembre 2020 enero 201, la entrevista “Colombia vista desde la OCDE” de Andrés Garibello a Paula Garda economista de la OCDE para Colombia y Chile: “… En Colombia la corrupción está más arraigada en las localidades…”, página 50.

Si lo afirma un criollo como yo, lloverían dardos y centellas, denuncias y solicitudes de rectificación y mejor que lo haya dicho una voz independiente como fruto de la observación del fenómeno. No sabría decir si esto, que no es ningún imaginario, sino la realidad cruda, fue tenido en cuenta por la Vicepresidencia de la República al formular la política anticorrupción y no he tenido a quién preguntárselo, porque hace muchos, muchos meses no cruzo palabra con la señora Vicepresidente, lo que de veras lamento. Las grandes cifras de la corrupción en el país podrían estar subvaloradas sideralmente si no se encuestó este tema de las localidades.

La verdad es que sí, en las localidades se contrata con ganzúa y se serrucha desde un rollo de papel higiénico y de ahí para arriba. Imagínense entonces a los alcaldes comprando con sobrecostos vacunas y jeringas y ¿la cantidad de toneladas de aserrín que dejarían regado?

Opino que la vacunación debe ser universal y obligatoria, de tratarse de inmunizar el rebaño, con multas a los renuentes convertibles en arresto y que la adquisición de los insumos debe hacerla excluyentemente el gobierno nacional y, de haber gobernaciones y municipios que deseen adquirirlas, que se las compren al gobierno central. Y, ¡adiós serruchos, sobornos, comisiones! que ya rondan entre el 10 y 20 % del valor de los contratos, dependiendo del grado de avidez de los funcionarios. Las administraciones locales son una vergüenza dadas al latrocinio.

Tiro al aire: La corrupción en las localidades, con algunas excepciones que no sé cuáles sean porque nadie me lo ha podido asegurar, ronda en la vulgaridad, en la iniquidad, en el despropósito, en la bellaquería, en el delito y, perdónenme, en la hijueputez.

Francisco Galvis

Abogado | No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo

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