En el campo no está la solución de Colombia

¡Ni la extracción minera es el camino ni el campo es la solución!, a menudo cuando se debate en tertulias en la calle o en foros políticos sobre el devenir del desarrollo económico del país, siempre se pone sobre la mesa la sonada discusión acerca del enfoque sectorial del país en el futuro mediano, sin embargo también siempre se plantea una devuelta de la mirada hacia el campo como la ruta a la salvación, más equivocados no podemos estar.

Cuánta razón tienen todos aquellos que dicen que la minería, el petróleo y la extracción de materias primas son el principio del fin de Colombia, efectivamente, y aunque sus razones van más ligadas con la sostenibilidad ambiental, lo cierto es que para el país no hay ningún camino viable que permita que a través de la explotación de este sector se pueda llegar a generar un impacto real sobre el desarrollo económico de la población.

Para explicar esta tesis primero es necesario entender un concepto «economía de escala», este concepto hace referencia a que ya sea por experiencia, capital humano, o económico un país puede producir un bien o servicio con una capacidad abruptamente mayor que el resto, con costos mucho más bajos, mayores cantidades, y en muchas ocasiones de mejor calidad. Es decir, que a la hora de competir en los mercados internacionales, difícilmente un país sin una capacidad productiva que por lo menos se le acerque va a poder quitarle cuota de mercado, por el contrario no podrá vender y su industria terminará quebrando.

Definitivamente Colombia no es un país minero, es un país minero-dependiente, si fuese minero nuestra producción influiría en los precios de los metales en los mercados de valores, el precio del petróleo o el de la energía, pero no; solo explotamos ese sector, porque no hemos tenido voluntad política para potenciar otras industrias y desarrollar nuevos mercados, pero como los metales solo es dejar que multinacionales los saquen de la tierra y nosotros dedicarnos a cobrar las regalías, es un esfuerzo evidentemente menor al de ponernos a repensar desde el principio como sacar este país adelante.

A principios del siglo XX, la economía agraria era la panacea, los países que más comida producían eran los más ricos, sin embargo el mundo fue cambiando y ya no sólo nos bastaba con la comida para vivir; el mercado fue demandando cada vez más y más cosas, llegó la era de las comunicaciones, la radio, la prensa, el telégrafo, luego la industria automotriz, la industria química, el internet, hoy día los Smartphone, la tecnología y todo lo ‘trending’. He ahí la respuesta de porqué México y Argentina fueron potencias mundiales y luego se subdesarrollaron, porque no supieron visionar su industria en el largo plazo.

Con base en todo lo anterior, ya es posible ir introduciendo el porqué: el campo no es el camino. No obstante, hay un concepto adicional al de «economía de escala» que es necesario entender, y su nombre es «salario real», este concepto básicamente nos dice el nivel de capacidad adquisitiva que tiene en verdad una persona, sin tener en cuenta el valor de la tasa de cambio, la inflación o el salario nominal (el que se devenga en pesos, producto del trabajo), nos dice realmente que personas son más ricas y cuales son más pobres. Resulta que este «salario real» está determinado por dos cosas, la productividad del trabajo y la productividad del capital (físico), esto quiere decir que para que una persona gane más; debe trabajar mucho, tener técnicas que faciliten el trabajo, o debe tener herramientas tecnológicas que hagan que pueda producir mayor cantidades en un menor tiempo que la competencia.

Volviendo al tema central, en ninguna de las dos industrias es posible aumentar la riqueza de la población basada en el salario real, la razón sencilla: en el tradicional sector extractivo, la producción tiene que pasar por un arduo proceso desde que se extrae hasta que se puede comercializar transformada en producto final, es decir, que la brecha de ganancia entre lo que aportamos por sacar la materia prima y la que pueden aportar terceras manos para llevarla al mercado es grande. Lo que significa que del reparto de la distribución de la ganancia, quienes se llevan la mayor parte del salario real son quienes la transforman (quienes tiene el capital físico para transformar), mientras que proporcionalmente los que sólo aportamos las manos y la tierra evidentemente nos llevamos la parte más pequeña de la torta, es por esto, que a menos que sea el país quien produzca, transforme y comercialice el producto, la proporción de ganancia no va a alcanzar nunca para aumentar la riqueza y la calidad de vida la población, no va a generar desarrollo económico.

Por otro lado está el campo… para ilustrar mejor sería bueno contrastar cifras, en EE.UU un país con una política de soberanía alimentaria que permite abastecer casi que autónomamente a toda la nación con producción local, la industria agrícola solo ocupa un 0.8% del Producto Interno Bruto,  mientras que sectores como el tecnológico, financiero o de servicios se lleva casi que el 60% del PIB, esto nos dice algo, la riqueza de EE.UU no proviene de los alimentos, y es el segundo mayor productor del mundo. China por su parte, también subvenciona y promueve políticas pro-alimentarias (esto debido a que el gobierno tiene casi que el monopolio de la producción), y China tampoco es rico produciendo alimentos.

Ahora, si Colombia que es un país que en el mercado jamás va a tener mayores economías de escala que EE.UU, China o India, nos es imposible, sacar arroz, papa, maíz a menor costo que ellos, así el gobierno o los privados le metan toda la plata que quieran, siempre van a meterle exageradamente más plata ellos, es más, ni siquiera podríamos competir en la región, Brasil o México nos llevan por delante si de comparaciones hablamos. ¿Entonces a que le apuntamos?…

Estoy de acuerdo con que en el país se debe promover el campo porque en verdad la comida es más necesaria que la señal 5G, pero con un enfoque más de autonomía nacional, es decir, que nuestra producción nos alcance para abastecer la demanda nacional y el excedente se exporte, pero no es lo que nos va a sacar a de pobres, lo que nos va a sacar de pobres es potenciar diversos sectores que permitan generar ventajas comparativas regionales, que diversifiquen la torta del pastel del PIB y que abra camino a nuevos empleos en la ya casi salida del petróleo, que pronto se nos acaba…

¿Y qué sectores son?, si bien la pregunta genera discusiones entre economistas, algunos organismos multilaterales como FMI, CEPAL o OCDE, han planteado rutas las cuales han mostrado que el país tiene fortalezas: entre esas el sector servicios, somos el segundo país más fuerte del subcontinente en esta industria, el sector salud hay demasiado por explotar, el sector financiero con potenciales aperturas en nuevos mercados generaría mayores ingresos, el energético (renovable), y como dejar atrás el tecnológico, el país está viviendo una ola de nacientes start-ups, fintech y unicorns que posicionan a Colombia como un país atractivo para la inversión en industria tecnológica y científica.

Para terminar es posible inferir varias cosas, que petróleo no comemos, que la comida si pero no así, y que está en cada uno de nosotros desde nuestras capacidades y visión aportar para el país futuro que le dejaremos a los que están por venir, aunque nunca olvidar que estamos hablando de Colombia, el país del realismo mágico, donde pase lo que pase, seguirá siendo nuestro infierno y nuestro paraíso.

Jose Manuel Ortiz

Economista, consultor en bolsa e inversión y ex-asesor del Concejo de Medellín. Creador del canal de podcasts en iTunes y Spotify, "Un café con Jose", escritor de literatura y poesía con tres libros publicados en Amazon y representante de una Fundación en el sur del Córdoba, dedicada al trabajo social, con niños, jóvenes y madres víctimas del conflicto.

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