Buscando la congruencia interna

La emoción decide y la razón justifica


Suele parecer muchas veces pragmático nuestro código ético y moral, sin embargo,  deberíamos atender a la afirmación de que nuestra percepción de la verdad está muy relacionada, con la experiencia y la construcción del pensamiento social que es enseñado como absoluto y digno de ser aceptado entre la cultura.

En la actualidad, prácticas como los sacrificios de personas, la esclavitud, el derramamiento de sangre, racismo, el infanticidio y hasta la extinción de una población con argumentos religiosos son considerados actos detestables y no tolerados; pero en el pasado eran el día a día, de hecho, se sabe que se produjeron tratados científicos y filosóficos para legitimar este tipo de actos.

Las personas se acostumbraron, lo aceptaron, lo dieron como válido e incluso exaltaron ese tipo de comportamientos.

Una persona de esta época contemporánea seguramente afirmaría de ellos algo como:

 Que barbaros y hostiles eran los antiguos, ignorantes y autodestructivos, ¿Cómo pudieron pensar que este tipo de acciones eran buenas?

¡Pero aquí viene la paradoja!

¿Será posible que nosotros también estemos manifestando este mismo tipo de pensamiento que tenían los antiguos, dando por obvio ciertos rituales o comportamientos que serán vistos como la vergüenza de nuestra época en unos 100 años adelante?, Recordemos que estas personas seguían las normas culturales de su época.

¿Sería posible que nosotros nos hubiéramos dado cuenta de que eran despreciables y alejadas de todo lo bueno si hubiéramos crecido en esas circunstancias?

Creo que este es el momento apropiado para determinar, evaluar y reestructurar aquellas creencias enseñadas, pero antes de esto es importante que usted comprenda que la psique humana le resulta mucho más cómodo trabajar para convencerse que tiene la razón en lugar de cuestionarse sus convicciones y poner sus creencias en tela de juicio. muy conveniente ¿no?

Con esta breve introducción entraremos en materia,

Para entender la disonancia cognitiva haré un breve ejemplo que nos pondrá en contexto:

Un viejo conejo que paseaba por el bosque con hambre, notó que junto al camino había en lo alto de un árbol deliciosos frutos los cuales deseaba comer, sin embargo, su sorpresa fue cuando al acercarse para tomarlos notó que era mucho más difícil de lo que él pensaba, alcanzarlos.

Después de varios fallidos intentos y su frustración, decidió no seguir, y ¡pensó! Bueno, al final no quería esos frutos, seguramente están ácidos y me caerán mal, además ya no tengo hambre.

¿Cree usted que sería posible que el conejo hubiera llegado a las mismas conclusiones si hubiera obtenido los frutos que en principio deseaba? Podría ser.

Pero no parecería más lógico que, por la experiencia sucedía el conejo allá interpretado su realidad a su gusto para enfrentar el dolor que esta le ha generado.

Recuerde usted que en principio las declaraciones eran que estaba hambriento y vio unos frutos deliciosos que deseaba; y las afirmaciones que da luego de aquella experiencia son meramente especulativas

¡Se ha mentido así mismo!

En este instante se ha producido una disonancia cognitiva.

Es la tensión interna que se produce entre una experiencia, idea o actitud, contra su sistema de creencias que no encaja dentro de su estructura aprendida.

Otros ejemplos:

Fumar afecta mi sistema respiratorio; pero hoy me he comprado un paquete de cigarrillos

Detesto sentirme atraído hacia esta persona, pero me encanta su cuerpo.

Que factores influyen para sostener mi sistema de creencias condicionado o aprendido, explicare los tres paradigmas:

  1. Paradigma de la persistencia de las creencias refutadas

Cuando hacemos frente a información externa que no es coherente con nuestro sistema de creencias, tendemos a reprobar dicha información; Y recordemos que admitir una dolorosa verdad que actualiza nuestro sistema de creencias es más duro que auto engañarnos para mantener las viejas ideas en pie.  A esto la neurociencia lo ha llamado formación de preferencia de ajuste y que es reforzado por el sesgo de confirmación, que es la tendencia de reafirmar nuestras ideas vigentes consultando únicamente las fuentes que las promueven.

Demócratas leyendo revistas sobre demócratas, comunistas absorbiendo solo contenido comunista sin tomar conciencia de una cosmovisión más amplia, crítica y profesional.

La tentación a mantener las creencias que sustentan nuestra psique interna y retener la manera en que se conciben es sumamente elevada, incluso hay ocasiones en las que de manera anticipatoria el individuo se prepara contra un posible ataque a su identidad de creencias.

Un joven que no estudió para el examen de grado y que sabe que la pérdida de esta prueba conllevaría problemas en su hogar, se anticipa, saliendo a beber alcohol o jugando videojuegos hasta tarde y llega en condiciones inferiores para presentarlo, tendrá una posterior excusa que justifique el fracaso.

Gran parte de cómo se perciben, juzgan y valoran las personas, emana directamente de la percepción que tengan acerca de si mismas, en pocas palabras; lo que somos y lo que hacemos determina nuestra sensación de valía en el mundo. El problema es que si anclamos nuestra autoestima e identidad a factores externos que podrían ser un castillo de naipes que se derrumba al quitar una sola carta.

Confirmar sesgadamente lo que uno ya toma como válido y priorizar la conservación de nuestras ideas contribuye a nuestro sistema de creencias fallido.

  1. Paradigma de la sumisión inducida

A esto yo lo llamo hackear nuestra mente, y será fácil para usted entenderlo a través de esta afirmación:

“tengo que hacer algo que no me gusta y no puedo negarme, por lo que es mejor empezar a convencerme de que si me gusta y que es importante que lo haga”

 Un trabajador que no le gusta su empleo, pero que sin embargo se vanagloria de las ventajas que le ofrece.

Una mujer que excusas las conductas violentas de su pareja, al ser dependiente emocional de ella

  1. Paradigma de la libre elección

Esta es la disposición a sobrevalorar lo que ya poseemos y conocemos, y desvalorar lo otro que es desconocido por no tener la posesión de ella o simple comodidad neuronal.

Esto significa que cuando elegimos libremente nuestra tendencia es primeramente defender la alternativa seleccionada y atacar o desechar sin saber por qué.

En realidad, lo que nuestro cerebro quiere hacer es, convencernos de la certeza de que lo que hemos elegido es lo apropiado.

La emoción decide y la razón justifica

¿Qué camino seguir entonces, para evitar sabotearnos?

La forma más sencilla es lograr reinterpretar con humildad los factores, conceptos e ideas, conocer las fortalezas y debilidades.

Ahora, si reestructuramos nuestras creencias y asumimos una tensión para reinterpretar y colocar a favor estas disonancias cognitivas para alcanzar una realidad favorable, podremos lograr la congruencia interna

Alvaro Jorge Acosta Peña

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