¿Apagar la economía? No, ¡Volver al trabajo!

Si la idea no es destrozar el aparato productivo quebrando miles de empresas, la cuarentena obligatoria debe suspenderse, de manera gradual, en la medida en que está cumpliendo sus propósitos: reducir la tasa de contagio del virus y enseñarle a la población la gravedad del asunto para aumentar su disposición de acatar normas de conducta menos draconianas.

En otro artículo sostuve que la cuarentena bloqueaba sectores que responden por el 70% del PIB. En un artículo publicado en El Tiempo, el economista Carlos Caballero Argeaz habla de 50%, sin explicar cómo obtuvo la cifra. No he visto ningún estimativo de entidad alguna del Gobierno Nacional (DANE, DNP, Hacienda). Están en mora de presentarlo. Asumo, por tanto, que mi estimativo es válido.

Ya hay información suficiente para decir algo desde la perspectiva geográfica. El esbozo que se presenta a continuación y todos los demás análisis cuantitativos están basados en la información reportada por el Instituto Nacional de Salud a 31 de marzo.

En Colombia hay 32 departamentos y hay casos de Coronavirus en 22 de ellos y se han presentado casos en 84 de los 1103 municipios. El 83% de los casos se presentan en las capitales de los departamentos afectados, el 72% en aquellas donde se han presentado 20 ó más casos (Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla, Cartagena, Pereira y Neiva), el 59% en las tres mayores (Bogotá, Medellín y Cali) y el 43% en Bogotá. Los otros 77 municipios afectados responden por el 17% de los casos.

Si a los de las capitales agregamos los de los municipios conurbados tendríamos que las áreas urbanas responden por cerca del 90% de los casos.  Es llamativo, por decir lo menos, que estemos confinando todo el País para enfrentar una situación que parece claramente concentrada en las áreas urbanas.

Gráfica 1

 Hay indicios de que las medidas de contención están funcionando. La tasa de crecimiento diaria de los contagios ha caído fuertemente desde la aplicación de la cuarentena obligatoria. El promedio de las registradas entre el 14 y el 25 de marzo fue de 24%, mientras que entre el 27 y el 31 de marzo fue de 13%. Esto a pesar de que el número de pruebas se elevó considerablemente. Entre el 30 y el 31 de marzo los test aumentaron 27 %. Entre esas mismas fechas el porcentaje de los positivos del total de pruebas realizadas pasó de 6% a 5%.

Gráfica 2

Comprendo la difícil situación en la que están las personas del gobierno – empezando por el señor Presidente – a quienes les ha caído difícil responsabilidad de manejar una situación completamente inédita en la historia del País. Es con todo respeto y consideración y con el ánimo de ayudar que presento las propuestas que a continuación se esbozan y que deben ser precisadas por profesionales de la salud y expertos en seguridad industrial.

  • Suspender totalmente la cuarentena obligatoria en todos aquellos municipios donde al 13 de abril no se hayan presentado contagios o no más de 2 o 3 casos, que pueden manejarse con aislamiento. En las ciudades grandes deben mapearse las zonas según el grado de afectación y definir áreas con diferentes niveles de restricción a la movilidad de las personas.  Se mantendrían todas las medidas de lavado de manos, uso de mascarillas, cuando sea requeridas, y distanciamiento físico. Seguirían las restricciones a las actividades que dan lugar a la aglomeración de personas.
  • Permitir la reactivación total de la construcción. Los trabajadores de la construcción están la mayor parte de tiempo al aire libre y adelantan sus labores bastante alejados los unos de los otros. Naturalmente, en todas las obras se activarían protocolos de desinfección y distanciamiento físico.
  • Permitir la reactivación de la industria. En la mayoría de las manufacturas, los operarios laboran en áreas relativamente grandes y en cadenas de producción en las que están alejados los unos de los otros. El distanciamiento físico podría ser mayor manejando turnos de trabajo y otro tipo de restricciones de acuerdo con las características de los procesos y lugares de trabajo. Se aplicarían protocolos de desinfección de los lugares de trabajo y protección de los operarios.
  • El sector de los servicios en lo que suponga atención presencial de público, puede funcionar con restricciones en lo referente al número de empleados en labores y al proceso de atención de las personas. Podrían manejarse horarios ampliados, incluso nocturnos. Se aplicarían protocolos de desinfección de lugares y personas y de protección de estas.
  • El comercio en general es un caso especialmente difícil, aunque el funcionamiento del comercio de alimentos y víveres durante la cuarentena muestra que es factible operar con algunas restricciones. En los centros comerciales pueden establecerse horarios de apertura para los locales y limitaciones de acceso al público, como el ya famoso pico y cédula. También deben aplicarse protocolos de desinfección de lugares y personas y, eventualmente, hacer obligatorio el uso de mascarillas. Los administradores de dichos centros están en la obligación de inundar, por así decirlo, sus locales con dispositivos para el aseo manos. En todo momento, por micrófonos y altavoces, deben hacerse llamados al cumplimiento de los protocolos.
  • Para el transporte público deben imponerse restricciones para que buses y vagones operen a lo sumo con la mitad de su capacidad. La adopción de múltiples horarios de trabajo en las actividades productivas ayudaría a descongestionarlo. También deben aplicarse restricciones de acceso a los medios masivos – Metro, Transmilenio, tranvías, etc. – y limitaciones a la cantidad de pasajeros de los buses, controladas por las autoridades de tránsito. En el transporte público individual debe limitarse a un solo pasajero, debidamente protegido y sentado en la silla trasera. Todos los operarios de deben estar protegidos con mascarillas y los medios de transporte – buses, taxis, vagones, etc. – deben desinfectarse diariamente.
  • El transporte público intermunicipal también puede ponerse a funcionar con limitaciones en cuanto al número de pasajeros transportados que no deben ser más que la mitad de la capacidad de los buses. Esto puede controlarse desde las terminales de transporte y los pasajeros y conductores están obligados a viajar con protección. Las terminales deben ser aseadas y desinfectadas diariamente e inundadas con dispositivos y materiales para el aseo de manos.
  • Las actividades educativas presenciales deben mantenerse suspendidas durante dos o tres semanas a partir de 13 de abril. Con esto se retiran de las calles y de los medios de transporte un número importante de personas. Muchas universidades y colegios privados han venido funcionando con medios virtuales y pueden continuar haciéndolo. El Ministerio de Educación debe ocuparse para que esto se generalice al conjunto del sistema educativo.
  • Debe permitirse la apertura paulatina de restaurantes y bares imponiendo restricciones de atención. Estos establecimientos deben reducir a la mitad el número de mesas y sillas para garantizar la distancia entre los comensales. Deben tener también, a disposición de los clientes, dispositivos y materiales para el aseo de manos y deben ser más estrictos que de costumbre en la limpieza de instalaciones, mobiliario y útiles de servicio.
  • Trabajadores de servicio doméstico, trabajadores independientes que prestan servicios en domicilios y oficinas – plomeros, electricistas, pintores, cerrajeros, albañiles, jardineros, etc. – y venderos ambulantes y estacionarios deben volver a su actividad con restricciones de días de trabajo con el ya utilizado pico y cédula.

Planteo estas ideas – no a título de especialista en salud pública ni de experto en seguridad industrial, pues no soy ni lo uno ni lo otro – solo con el propósito de mostrar que existen alternativas de manejo distintas a la de “apagar la economía” durante tres meses.

Nadie con responsabilidades de gobierno, ni aquellos que irresponsablemente la plantean, se atrevería a aplicarlas. No voy a entrar a enunciar los efectos que tendría sobre la economía y la sociedad. Basta con decir que, desde cualquier punto de vista, es una soberana tontería y que tiene solo el propósito de cobrar dividendos políticos una vez pase la emergencia.

También encuentro fútil esa idea de inyectar recursos fiscales y monetarios de forma masiva que revela una profunda ignorancia del funcionamiento de la economía. Si el aparato productivo se derrumba al cabo de tres meses de parálisis, las inyecciones monetarias y las trasferencias fiscales obrarán tanto como el suero o las transfusiones de sangre aplicadas a un cadáver.

Creo que en Gobierno hay gente que entiende bien esas cosas. Y que también entiende, confío en ello, que una cuarentena obligatoria de tres meses más se rompería violentamente en medio de un estallido incontenible de desobediencia civil acompañado de saqueos y vandalismo. A lo mejor eso es lo que están buscando quienes proponen “apagar la economía”.

De ser acogidas, las propuestas como las que aquí se presentan y otras, quizás más atinadas, y todas las medidas de mitigación que las acompañan, deben ser explicadas por el Gobierno para que la gente las acate voluntaria y responsablemente, para hacer que la gente entienda que la libertad es también el cumplimiento sereno del deber y así poder volver al trabajo.