Anecdotario de mis guerras

Pero algo sí hay que entender y comprender, y debemos partir de ese principio, y es que todos somos diferentes, somos humanos y todos nos equivocamos, así sea de diferentes formas.”


Hace mucho tiempo quería leer crónicas periodísticas, pero había aplazado dicho placer. En días pasados, en mis manos cayó como un obsequio, anecdotario de mis guerras, una recopilación de 53 crónicas periodísticas del escritor y profesor universitario Javier Correa Correa.

Estos cortos relatos, se encuentran en un libro para formar un anecdotario que en mi opinión le sirve al escritor para encontrarse en reflexiones y hacernos encontrar a quienes lo leemos.

La guerra, sin duda ha golpeado directa e indirectamente las puertas y las vidas de muchos colombianos.

La búsqueda de justicia, igualdad, democracia y un mejor país de un joven periodista, lo hace arriesgar su vida, su familia, su profesión y su puesto de trabajo, por una revolución en la cual se vio involucrada toda una generación que creyó que la paz se alcanzaba por medio de la presión al Estado con las armas.

Debo reconocer que no es suficiente leer la guerra para comprenderla. Quizás sea necesario vivirla en carne propia. Durante años me he dedicado a leer diferentes versiones y testimonios sobre la guerra en sus distintas épocas en Colombia, y no tengo más que sentimientos encontrados y confusiones en mi cabeza. Lo mismo me ha ocurrido con este estremecedor relato. Ha causado gran impacto en mí leer y conocer un poco más de la vida y el pasado de Javier Correa Correa, de su lucha, su historia, su experiencia y sus enseñanzas.

Pero estas crónicas, cada una narrada con minuciosidad periodística, aparte de sentimientos encontrados me ha dejado grandes enseñanzas y profundas reflexiones.

En su relato el escritor nos enseña que en la guerra, paradójica y absurdamente, hay de todo un poco. En la guerra, o dentro de la guerra mejor, también hay humanidad, camaradería, compañerismo, amistad. En la guerra también hay espacio para el amor, la pasión y el deseo que demanda la humanidad. Los actores de la guerra no son máquinas como los pretenden mostrar los gobernantes y algunos medios de comunicación; son seres vivos y dolientes que en muchas ocasiones se ven obligados a tomar decisiones difíciles, complicadas y absurdas para seguir fieles a sus ideales. La guerra no siempre es sinónimo de valentía, sino muchas veces de miedos, de cobardías, de dudas y temores. La guerra demanda sacrificios de tipo personales, profesionales y familiares. En su relato, Javier Correa Correa nos narra sus miedos, sus angustias, sus tristezas, sus pequeños momentos de felicidad, sus confusiones y dudas, las de un muchacho que eligió el periodismo como medio de lucha y después su participación en la guerra, que le sirvió para comprender que el camino era aportar a la paz.

Nací y crecí escuchando en televisión y radio las trágicas noticias sobre la atrocidad de la guerra contemporánea en Colombia. Prácticamente crecí en una sociedad que se dedicó por años a inculcar en los niños, jóvenes, adultos y toda la sociedad el odio por ese sector armado que aun insistía en su lucha e ideología un poco ya desfiguradas. Por años a mi generación y a las pasadas les enseñaron a odiar y a rechazar todo lo que oliera a guerrilla, izquierda, vandalismo o revolución. Nos dijeron que ellos eran los únicos malos y culpables de las problemáticas del país.

Ha sido un proceso un poco largo para mí, comprender que aquellas subversiones no son ni fueron el único problema, ni el único causante de esta guerra que parece no tener fin. Ha sido complicado entender que esa guerra, o esas guerras han sido protagonizadas por humanos, por personas con sentimientos, sueños, familias y vidas afectadas, destruidas. Ha sido complicado entender que de una u otra forma, la mayoría de colombianos hemos sido víctimas directas o indirectas de este desangre. Mas sin embargo soy consciente de la necesidad de entender y comprender todos estos planteamientos.

Como lo decía atrás, nunca he entendido las revoluciones armadas, mucho menos las que buscan la paz. Pero algo sí hay que entender y comprender, y debemos partir de ese principio, y es que todos somos diferentes, somos humanos y todos nos equivocamos, así sea de diferentes formas. Hay que partir de ese principio si queremos construir la paz. La venganza nunca será la solución, y de ejemplos de sobra está colmado este país.

Considero que la historia de Colombia, pro ser tan violenta y polarizada, hay que leerla de una forma neutra. Hay que aprender a comprender cada posición y saber ponerse en los zapatos de cada lado de la guerra, sin la necesidad de justificar la violencia, pues esta no tiene justificación. Antes de empezar a leer la historia de la guerra en Colombia, hay que prepararse primero para saber que se encontrará de todo, y predisponerse para no crear nuevos odios y rencores.

Me quedo con la conclusión del escritor: “De ninguna manera volvería a la guerra”. Aporto mi conclusión: la violencia no es la solución.

Leonardo Sierra

Soy bogotano, me gusta leer, amante del arte, la literatura, y la música. creo en el cambio, así que propongo cambios para esta sociedad colombiana en la que vivo, creo en la paz, la reconciliación y el perdón. respeto y defiendo toda clase de libertad y expresión.

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