Algo cambió y debemos hacer algo para evitarlo

El reloj marca las 5 de la tarde y en el parque principal se escuchan las voces de decenas de personas que, sentadas, dialogan con un café en la mesa. Sus voces se mezclan con el canto de una bandada de tangaras, que se posan sobre el árbol de cabuyo, en el centro del parque. La postal sonora de las aves y las personas, en el mismo espacio, es común en el municipio de San Rafael (Antioquia), donde también es cotidiano avistar otras especies de aves y mamíferos a escasos metros del casco urbano. Sin duda alguna, la vida en todas sus manifestaciones abunda en ese pequeño espacio confinado en la cordillera central de los Andes que, por su altitud y estratégica ubicación, es recorrido por aguas desde todos los puntos. Definitivamente la montaña, el agua y la vida son únicos en este paraíso terrenal. Es realismo mágico puro.

Desde hace más de 10 años, los temas de conversación de los que dialogan al compás de un café se habían reducido a simples asuntos familiares, a los acontecimientos jocosos del día a día y de vez en cuando, a la conveniencia o no de las decisiones que tomaban las autoridades del municipio. Un pasado de violencia quedaba atrás, luego de un doloroso proceso de perdón de la comunidad hacia los grupos armados legales e ilegales que se disputaron el territorio para ejercer control de las rentas dejadas por el negocio de las hidroeléctricas y el narcotráfico.

En el pueblo se percibía tranquilidad y era notorio el incremento de turistas que querían disfrutar de los espacios naturales que devuelven la paz y tranquilizan el alma. Las fuentes hídricas, que no eran simplemente un recurso, habían reemplazado las salas de la casa y las cafeterías, porque se habían convertido en espacios abiertos de diálogo, relajación y cooperación. Las aguas de las quebradas y ríos eran el símbolo del nuevo pacto social, de la recuperación de la conciencia colectiva y de la nueva identidad del sanrafaelita.

Pero algo cambió. Hace poco más de dos años, la tranquilidad y el proceso de recuperación de la conciencia colectiva del municipio está en amenaza por un cambio en la vocación de sus aguas. La empresa Clean Water S.A.S (CWSAS) solicitó licencia ambiental para desarrollar una pequeña central hidroeléctrica denominada “PCH El Churimo” ante la autoridad ambiental (Cornare), cuyo propósito es desviar el cauce de uno de los ríos del municipio, cambiándole su vocación y estética. Para lograr lo anterior, CWSAS utilizó las estrategias que en años anteriores llevaron al municipio a un conflicto sin precedentes: nula participación de los grupos de interés; información difusa, confusa y parcial; sin la adecuada identificación de impactos que conlleva a un inadecuado esquema de compensaciones y en total silencio. El procedimiento utilizado, sin duda alguna, levantó sospechas en la comunidad que inmediatamente se organizó y elevó su voz de protesta ante todas las autoridades para evitar la catástrofe.

Fueron muchos los actores sociales que se unieron a reclamar los ríos libres, como colectivos ambientales, gremios económicos locales, académicos, organizaciones campesinas y estudiantes. La razón era simple: el agua ahora era el símbolo de la unión de los sanrafaelitas y querían defenderla libre. Los ríos y quebradas, ahora, no solo son el símbolo de esperanza de sus habitantes por recuperar lo que perdieron con las hidroeléctricas y el conflicto armado, sino que representan la nueva concepción de desarrollo local. En este orden de ideas, las comunidades organizadas participaron en un proceso de defensa de sus aguas y la vida desde lo jurídico y lo simbólico.

La defensa ordenada y con sólidos argumentos desde lo jurídico, lo científico y lo simbólico empezó a tener tropiezos porque las prácticas de violencia regresaron al pueblo. El primer blanco fue una autoridad local que era garante del proceso de participación en las audiencias, seguido de uno de los líderes de la defensa del río Churimo. Ahora todos estamos advertidos: o nos callamos o nos callan. Lo que fue un motivo de unión, de recuperación de confianza y de esperanza, ahora es miedo, temor y desilusión. En los últimos meses, el retroceso es notorio. La masacre de los 4 jóvenes finalizando el año pasado y la amenaza de muerte a los integrantes de quienes defienden los ríos libres de San Rafael, a inicios de este año, hacen presagiar que las cosas no pintan bien.

Aquí se hace importante mencionar que la empresa solicitante de la licencia (CWSAS), está representada legalmente por Luis Hoyos, quien es hermano del actual Senador de la República, Germán Hoyos, así como también del actual candidato a la Cámara de Representantes, Oscar Hoyos. La familia Hoyos (conocida como “el clan Hoyos”) pone en riesgo la defensa del bienestar general antioqueño debido a sus cada vez más amplios conflictos de interés en política, que se explican por los cuestionados métodos usados en sus negocios para ganar dinero con el patrimonio natural de Antioquia, aún cuando esto represente una amenaza para los socio-ecosistemas. Si bien aún no tenemos certeza de la responsabilidad de la familia Hoyos en el creciente conflicto social y ambiental en el oriente de Antioquia, ninguno de los integrantes de las organizaciones que defienden los ríos tenían amenazas hasta que iniciamos el proceso de oponernos al desarrollo de la PCH Río Churimo. Las dudas están sembradas.

Son las 6 de la tarde en el parque del municipio de San Rafael y el sol empieza a caer, como también caen las esperanzas de quienes imaginaron que los ríos serían el motor del cambio que toda la comunidad empezaba a consolidar. Ahora, las risas escasean y la preocupación por regresar a los peores años de violencia es cada vez mayor. Quizás nos quede el último chance por recuperar lo que veníamos construyendo, pero depende de que todos nos unamos al unísono para hacerle saber a quienes quieren quitarnos la tranquilidad que el agua de los ríos es nuestra vida, que los queremos libres y que nos imaginamos un territorio cuya vocación sea la conservación ¿Te animas a hacerlo?

Miguel Fernando Gutíerrez

Administrador público y Administrador de empresas.

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