A los Trump colombianos: ¡No más!

 Después del triunfo de Biden en Estados Unidos, los seguidores de la lógica Trumpista criolla, en su mayoría del Centro Democrático, van a seguir radicalizando todo en contra del progresismo colombiano. Las fake news serán su eje



Mercedes Sosa, mujer argentina, y quien se definía así misma como cantora, saca en 1985 su propia versión de una canción muy bella. Titulada “yo vengo a ofrecer mi corazón”. Ella se hace una pregunta: “¿Quién dijo que todo está perdido?” y responde “yo vengo a ofrecer mi corazón”. Tremenda respuesta, llena de humanidad y de ese remedio que nunca nos deja caer a los humanos: esperanza. Pues bien, ese sentimiento, que es la verdadera llama de Prometeo, quiere ser aplacada nuevamente por algunas personas al estilo Trump, precisamente en el momento en que la sociedad colombiana la está recuperando para exigir cambios sociales inmediatos.

Me refiero a quienes siembran el terror y miedo en la sociedad, posando de profetas, señalando que, en materia política, el sector del progresismo -al cual me afilio-, subirá al poder y destruirá todo. Como si existiera a la fecha en Colombia un paraíso para destruir. Después del triunfo de Biden en Estados Unidos, los seguidores de la lógica Trumpista criolla, en su mayoría del Centro Democrático, van a seguir radicalizando todo en contra del progresismo colombiano. Las fake news serán su eje. Sin embargo, lo que nosotros queremos es una sociedad con igualdad, bienestar y dignidad para todos, algo que los sectores conservadores y reaccionarios de esta sociedad, no han construido en tantísimos gobiernos que han participado. Lo nuestro no es comunismo, es democracia real y profunda.

Expresan sin pena alguna, que los reclamos de los indígenas, de los campesinos, de los maestros, de los estudiantes, de las mujeres y de las bases sociales de este país, son pedidos sin asidero. A los indígenas los llaman terratenientes, a los campesinos cocaleros, a los estudiantes y maestros mamertos, a las mujeres feminazis y a los demás sectores, idiotas útiles al servicio de alguna guerrilla. Los adjetivos son su refugio. Pero este pueblo no puede, ni seguirá comiendo entero. Los jóvenes estamos en esa tarea, no porque no tengamos masa cerebral, sino porque detestamos seguir en el camino de los rendidos, de los que se acostumbraron al “no se puede”, a vivir en una sociedad en crisis, sin hacer mayor cosa.

Nos dicen populistas, porque apoyamos los reclamos sociales. Invocan la idea de la regla fiscal. ¡No hay dinero! Es su respuesta. Pero para comprar helicópteros presidenciales de millones de dólares si hay dinero. Para “ofrecerle” dinero a Avianca también lo hay, entre otros ejemplos. Somos unos irresponsables según ellos, por exigir respuesta del Estado. Saben, la verdad es que nosotros tenemos prioridades. No se puede llamar nación a este pueblo, si la gran mayoría del país está en la miseria. Los helicópteros y préstamos los dejamos de últimas. Lo primordial es lo social. Quienes atacan al progresismo, olvidan que el compromiso de esta nación liberada de España, fue precisamente garantizar derechos, construir igualdad y democracia. También olvidan que la Constitución de 1991 fue el pacto de esta tierra con la justicia social y ambiental. Ese libro no está para decorar.

Con qué cara le podemos decir “no” a los sectores marginados: a los campesinos abandonados históricamente (hoy en Boyacá, están tirando sus cultivos de papa a la basura), ¿Se les puede decir que no pidan ayuda? ¿Se les puede decir a los indígenas y líderes sociales que no reclamen por su vida? ¡Pero si los están matando! ¿Acaso se les puede decir a los pobres de este país, que no pidan cuando sus estómagos gritan hambre? ¿A los jóvenes humildes que quieren ir a la universidad, se les puede decir que no pidan gratuidad en el conocimiento? A todas esas personas, a usted lector ¿Se puede decir que vivimos en un Estado viable? No se esfuercen por sacar argumentos, cualquier persona con humanidad y ética en su ser, sabe que no podemos negarnos a transformar esta sociedad de manera profunda. Hoy más que nunca, en medio de esta pandemia, que nos ha afectado tanto, destruyendo empresas, empleos, sueños y hogares, nos resistimos a que traten de quitarnos el derecho a cosechar la esperanza, con miedos y falacias. Para resistirnos, ustedes y yo, debemos poner nuestro corazón, como dice la cantora.

José Luis Bohórquez

Soy abogado de la Universidad Libre. Especialista en Responsabilidad Civil y del Estado de la Universidad Externado. Ex representante estudiantil en la U. Libre. Defensor de derechos humanos. Hago litigio estratégico. Adelanto casos de responsabilidad contra el Estado colombiano. Hago parte de mesas comunitarias. Me gusta la poesía, la política, la música y escribir.

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