El Peligro del Estatismo Excesivo

“Desde la Revolución Francesa hasta el siglo XXI, el péndulo político ha oscilado entre el liberalismo y el estatismo. Sin embargo, los ejemplos históricos de regímenes excesivamente estatistas, como la Unión Soviética o Corea del Norte, revelan las consecuencias de un poder centralizado que lo regula todo: represión de las libertades, burocracias paralizantes y economías estancadas”.


El estatismo, entendido como la intervención y el control del Estado sobre la economía y otros aspectos de la vida social, ha sido defendido por muchos como un modelo que garantiza igualdad, justicia y desarrollo. No obstante a ello, cuando se convierte en un exceso, el estatismo puede sofocar la libertad individual, frenar la innovación y perpetuar la ineficiencia. Un Estado demasiado presente no siempre representa un beneficio, sino que en muchos casos se convierte en un obstáculo para el progreso de las sociedades.

Desde la Revolución Francesa hasta el siglo XXI, el péndulo político ha oscilado entre el liberalismo y el estatismo. Sin embargo, los ejemplos históricos de regímenes excesivamente estatistas, como la Unión Soviética o Corea del Norte, revelan las consecuencias de un poder centralizado que lo regula todo: represión de las libertades, burocracias paralizantes y economías estancadas. Como afirma Friedrich Hayek (1944), “cuanto más planifica el Estado, más difícil se hace la planificación individual”. Esta cita sintetiza una de las críticas fundamentales al estatismo: la pérdida de la autonomía personal y del dinamismo propio de las sociedades libres.

En América Latina, el estatismo ha tenido un largo historial de intervenciones fallidas. El caso de Venezuela es emblemático: políticas de control de precios, nacionalizaciones masivas y restricciones al comercio han llevado al colapso económico a la que era una de las naciones más libres y prosperas de la región. Según Vargas Llosa (2017), “el estatismo venezolano ha producido una de las mayores tragedias sociales del continente”. Este tipo de control absoluto no solo empobrece económicamente, sino que destruye el tejido social al promover la dependencia y eliminar incentivos para el emprendimiento.

Por otro lado, no se trata de idealizar al mercado ni de promover un laissez-faire radical. El Estado cumple un papel fundamental como garante del orden, la equidad y la protección de los más vulnerables. Pero cuando el Estado sustituye al individuo, se rompe el equilibrio necesario para una sociedad libre y próspera. Como señala Röpke (1960), “el Estado debe actuar como un jardinero, no como un ingeniero: facilitar condiciones, no imponer estructuras rígidas”.

Además, el estatismo excesivo suele dar lugar a una hipertrofia burocrática. Cuanto más se expande el aparato estatal, más se aleja de las necesidades reales de la ciudadanía. El sociólogo Max Weber (1922) ya advertía sobre la “jaula de hierro” de la burocracia moderna, donde las reglas y procedimientos sustituyen al juicio humano. En este entorno, la innovación y la creatividad se ven sofocadas, y el ciudadano queda reducido a un número dentro de un sistema ineficiente.

Desde mi experiencia como observador de distintas realidades políticas, he visto cómo el estatismo, aunque bien intencionado, termina por convertirse en un sistema cerrado, donde el paternalismo sustituye la responsabilidad individual. La idea de que el Estado debe proveerlo todo conduce, muchas veces, a la pasividad cívica y a una cultura de la dependencia.

El estatismo en su justa medida (Estado mínimo) puede ser útil, pero cuando se vuelve excesivo, deviene en autoritarismo, ineficiencia y estancamiento. Es esencial que los Estados aprendan a retirarse cuando corresponde y a fomentar un entorno donde florezcan tanto la iniciativa individual como el sentido de comunidad. Porque una sociedad verdaderamente libre no se construye con un Estado omnipresente, sino con ciudadanos empoderados. 

Numar González Alvarado

Barranquilla (1990). Filósofo, Profesor de Filosofía y Teoría Económica e Instructor de Literatura en diferentes instituciones educativas de educación básica y media. Actualmente se desempeña como Profesor de tiempo completo y Emprendedor. Es columnista en varios medios de comunicación a nivel nacional e internacional. Es un pensador que se muestra como crítico del tradicionalismo, de la cultura postmoderna.

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