Basta de mentiras, presidente

¿cómo se atreve a engañar al pueblo con algo tan sagrado como la salud?


Hay que decirlo sin rodeos: lo que está haciendo el presidente Gustavo Petro con el tema de las ambulancias en Antioquia no solo es vergonzoso, es una infamia. ¿Hasta cuándo vamos a soportar las mentiras descaradas de un gobierno que ya no conoce los límites entre la manipulación y la indecencia?

El presidente anunció con orgullo que su administración había entregado 23 ambulancias “nuevas” a varios municipios de Antioquia, como si estuviera haciendo una obra heroica. Pero rápidamente la verdad estalló en su cara: esas ambulancias no son nuevas, están en funcionamiento desde 2023 y fueron financiadas en su mayoría por la Gobernación anterior.

Una vez más, la realidad le pasa factura al discurso presidencial. Esta vez, el epicentro del desencanto es Antioquia, donde varios alcaldes y el propio gobernador han desmentido públicamente al presidente Gustavo Petro por anunciar, con bombos y platillos, la entrega de ambulancias “nuevas” a los municipios del departamento. El problema no es solo la exageración: es la mentira descarada en algo tan sensible como la salud pública.

Así lo confirmó el gobernador Andrés Julián Rendón, quien no dudó en desenmascarar al jefe de Estado, diciendo con claridad: “Lo que usted presenta como una gran entrega es un reencauche, una farsa, un show barato para engañar a los incautos”. Incluso algunas ambulancias ya están pidiendo cambio de llantas, señor presidente. ¿Es esa su “gran gestión”? ¿Nos cree tan tontos?

Pero lo más grave es que varios alcaldes de los municipios beneficiados también lo desmintieron públicamente: Jericó, Amagá y Cocorná. Todos coincidieron en lo mismo: esas ambulancias ya habían sido entregadas en 2023, y este Gobierno no ha aportado absolutamente nada nuevo.

Wilser Darío Molina, alcalde de Amagá, fue enfático: “En nuestro periodo no se ha entregado ninguna ambulancia y no se ha apoyado en absolutamente nada”. David Alejandro Hoyos, alcalde de Cocorná, expresó que “no es cierto que se han entregado ambulancias nuevas en este Gobierno”. Y Sebastián Garcés, alcalde de Jericó, fue directo: “Estas ambulancias fueron entregadas en 2023, no en 2025”.

Y, aun así, Petro insiste. Miente con imágenes, manipula con cifras, lanza pantallazos del RUNT y placas del 2024 como si el pueblo no pudiera pensar por sí mismo. Pero esta vez, la verdad se impuso. Las pegatinas viejas, los testimonios de los mandatarios locales y los registros de la Gobernación no mienten.

¿Qué clase de presidente es este que juega con la salud del pueblo para montarse un espectáculo político? ¿En qué momento se volvió “normal” que un jefe de Estado recicle proyectos, se robe el crédito de otras administraciones y use la necesidad de los ciudadanos como herramienta de propaganda?

Este no es un simple error. Es una mentira deliberada, calculada y miserable. Y lo que duele más, es que no es la primera. Este gobierno nos ha demostrado una y otra vez que su especialidad no es gobernar, sino confundir, dividir y manipular. Petro ha convertido el Estado en una tarima de populismo, en un festival de cifras maquilladas y promesas rotas.

¡Ya basta! Colombia merece respeto. Los ciudadanos no son idiotas. Antioquia no es un escenario para sus shows politiqueros. Y la salud del pueblo no es una baratija para ganarse aplausos en redes sociales.

Presidente Petro, usted no puede jugar con las ambulancias, ni con las esperanzas de la gente. Su mentira ha sido expuesta, y esta vez no hay cortina de humo que tape la vergüenza. No se trata solo de ambulancias. Se trata de confianza, de verdad, de ética. Y usted, una vez más, nos ha fallado en todo eso.

Si le queda un mínimo de dignidad, pida disculpas. Pero si va a seguir mintiendo, que sepa que ya no le creemos, y cada vez somos más los que estamos cansados de su cinismo.

La política requiere liderazgo, no espectáculo. Gestión real, no propaganda. El país necesita soluciones, no titulares. Y, sobre todo, necesita que su presidente sea un hombre de palabra, no un narrador de ficciones con fines electorales.

Si algo debe quedarnos claro de este bochornoso episodio es que la ciudadanía está atenta. Hoy las redes sociales y los medios independientes se han convertido en contrapeso de las narrativas oficiales. Y aunque el poder pueda gritar más fuerte, la verdad siempre tiene una forma de abrirse camino.

Antioquia no se deja engañar. Colombia tampoco debería hacerlo.