Mucho ruido y pocas nueces. El circo de quinta del consejo de ministros televisado desnudó todas las podredumbres del gobierno pero, más allá de un par de nuevos nombres, nada cambió.
El canibalismo interno, un ejecutivo plagado de feroces luchas intestinas, sigue intacto. La lucha a muerte entre los izquierdistas radicales contra Benedetti y Sarabia sigue ahí, tan viva como siempre. Es la pelea más visible pero no la única. Hay otras larvadas por las responsabilidades en los colosales problemas de corrupción que salpican a muchos y por la disputa del favor presidencial en torno a las candidaturas de la izquierda en las próximas elecciones. Las veremos aflorar en capítulos venideros. En cualquier caso, deberían poner detector de metales en la entrada del próximo consejo, a ver si evitan que se cosan a puñaladas entre todos.
Por cierto, el poder de Armando y Laura es enorme. Los cuestionamientos que recaen sobre ellos no les hacen mella. Y sus habilidades son envidiables. Saltan de cargo en cargo y caen mejor parados que cualquier trapecista.
De hecho, son más fuertes que Petro, endeble, errático y vulnerable. Además chantajeado, en palabras de la Vicepresidente, a la que la franqueza le costó su ministerio en el que, en todo caso, no hizo nada. De ese tamaño son los pecados de campaña y personales que le conocen los nuevos canciller y mininterior.
El gabinete es de fariseos. Se llenaron la boca de discursos sobre dignidad y ahí siguen, atornillados a sus cargos o simplemente cambiando la silla, como la exministra de Ambiente a la que el llanto le sirvió, parece, para saltar a Planeación.
Es también un equipo subjudice, empezando por el mismo Petro, acosado por la financiación ilegal y la violación de topes de su campaña y los entramados de corrupción de sus hijos, su hermano, su esposa y su círculo más íntimo. Que haya nombrado dos ministros formalmente imputados, Interior y Trabajo, no tiene antecedente y es una prueba más del desprecio de Petro por la justicia además de una bofetada a los ciudadanos. Y hay varios más ad portas de serlo, como el MinSalud por el escándalo de la narcoavioneta, el de Comercio Exterior por nombrar recomendados de Papa Pitufo cuando fue director de la DIAN, o el de Educación, que cuando era jefe de la SAE recibió 18 veces en 15 meses a la mano derecha del zar del lavado de activos.
La ignorancia y la mediocridad campean. Barrieron con la tecnocracia para nombrar ministros que no saben nada de los cargos que ocupan, llegan a aprender y son, peor, malos estudiantes. Como el de Educación, vaya ironía, que no fue capaz de superar la sustentación de su tesis. O el de Planeación, que no sabe nada de economía y se ufana de que no le gustan las matemáticas. O la Canciller, que ni siquiera habla inglés y no tiene la menor idea de diplomacia, relaciones exteriores o geopolítica. Son, todos, impudorosos.
Es una administración altamente inestable. En mis cuentas van 51 ministros en dos años y medio (Uribe tuvo 37 en ocho). Y se recicla: son muchos los funcionarios que saltan de una posición a otra.
Como nadie sensato y reputado le acepta un cargo, Petro nombra desconocidos y activistas. Solo busca lealtad y le importan un comino el conocimiento y la experiencia en las materias que deberían dominar los nuevos ministros.
A los partidos que lo apoyan, la mermelada hace milagros, les quedan los restos. A los verdes les nombró a Sanguino y a María Fernanda Rojas. A los conservadores, a Duque en MinDeportes. Y dicen que les mantendrá el MinTic a la U, en franca disputa entre Lizcano y los Ñoños, y a los liberales petristas les daría Comercio Exterior. En cualquier caso, lo evidente es que no hay ampliación de la coalición gobiernista ni, por tanto, mejores augurios para el gobierno en el Congreso. Toda la apuesta queda en manos de Benedetti, que no puede estar más cuestionado pero a quien no se le puede negar su calidad de encantador de serpientes en el parlamento.
Por lo demás, los nuevos ministros de Ambiente, Igualdad y Minas solo parecen tener un componente simbólico y reforzar los lazos con sectores indígenas, de negritudes y sindicalistas marcadamente petristas. Nada nuevo bajo el sol.
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