En los años 70, Luis Fernando Llano Narváez y sus hermanas, María Inés y Sofía, fueron violados durante varios años por el sacerdote Darío Chavarriaga. No fue sino hasta 2014 que decidieron tomar acciones legales contra los actos criminales de los que fueron víctimas. Lamentablemente, poco después, el imputado moriría en una casa de reposo, sin haber saldado su deuda con la justicia ni mostrado arrepentimiento por sus aberraciones.
Mientras tanto, el alcalde de San Rafael enfrenta amenazas constantes del Clan del Golfo, y la Unidad Nacional de Protección (UNP) no se ha dignado a ofrecerle un esquema de seguridad. Curiosamente, los otrora bandidos y terroristas sí tienen prioridad: a ellos se les asignan abultados esquemas de protección pagados con recursos del Estado.
Iósif Stalin murió plácidamente en su casa el 5 de marzo de 1953, tras haber perpetrado crímenes de guerra iguales o incluso peores que los de su antiguo socio y posterior enemigo, Adolf Hitler. Jamás pagó por las purgas, las hambrunas dirigidas, los homicidios en masa ni los campos de concentración que existieron en diversas regiones de la URSS.
Vivimos con la creencia de que el mundo, el universo o Dios nos brindará justicia, ya sea en esta vida o en otra. Sin embargo, lo que realmente impera es un abismal sinsentido. El mundo no responde a los desesperados gritos de los niños que mueren de hambre, el universo no explica por qué a los malos les va bien, y Dios no interviene para salvar a los justos de los pecadores. El universo es indiferente a todo esto, y aunque la conciencia humana busque imponer el orden, es el caos quien reina.
Esto lo hemos sentido la mayoría de las personas en nuestro diario vivir: la chica que deja a su pareja por alguien que la engaña, la persona que ahorra toda su vida para vivir en el campo y, al lograrlo, enferma gravemente y no puede disfrutar su sueño, etcétera. Particularmente, durante años trabajé con el Centro Democrático, soportando madrugadas, trasnochadas, insultos de los contradictores, derrotas, juicios mediáticos… y, cuando por fin obtenemos resultados favorables en Antioquia, la recompensa fue una palmadita en la espalda y una patada en el culo.
Mi profesor Víctor Zapata solía decir: “Lamentablemente, el mundo es lo que es, y no lo que debería ser”. Aunque simples, estas palabras tienen una sabiduría enorme. Como he expresado, el mundo y el universo siguen su rumbo, indiferentes a los placeres y dolores humanos. Lo único que tiene un sentido universal es el constante ciclo de destrucción y reconstrucción de la vida. Todo lo demás es puro cuento.
Albert Camus llamó a esta falta de sentido el absurdo, y lo ejemplificó en el mito de Sísifo, condenado a cargar una roca hasta la cima de una montaña solo para que esta volviera a caer, repitiendo su tarea inútil por toda la eternidad. Pero Camus nos desafía y dice: “Imaginemos a Sísifo feliz”.
Camus plantea que vivir, aceptar y abrazar el absurdo no es rendirse ante él, sino una forma de luchar contra él en rebeldía. Tal vez encontrar la felicidad, a pesar del absurdo, sea nuestro acto simbólico de rebelión contra los dioses y las injusticias de la humanidad.
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