Hace un mes publiqué una columna sobre el patético episodio de la silla vacía en la UdeA. Y me sostengo en todo lo que dije: la instalación de una silla vacía con el rótulo “alcalde” no solo fue una movida de muy mal gusto, sino que además, fue una provocación innecesaria en medio de un ambiente caldeado. Así el alcalde Federico “Fico” Gutiérrez no sea santo de mi devoción y en algunos momento haya caído en esa retorica estigmatizante en contra del Alma Mater, no creo que poco le importe el futuro de la Universidad o que la quiera ver hundida. En ese sentido, Fico no es Quintero.
Era claro que el alcalde no daría la cara en una asamblea multiestamentaria en el Teatro Camilo Torres Restrepo en la cual se abordaría un tema que desde cualquier perspectiva se escapa a su responsabilidad legal: la crisis financiera que viene hundiendo a la UdeA. No solo porque es algo que está lejos del resorte de sus competencias; además, ese espacio asambleario no resultaba siendo el más indicado para que un alcalde asumiera la “responsabilidad política” por una cuestión que atañe -en términos de responsabilidad, si se quiere- al Gobierno nacional, al Congreso y, en primera instancia, a la administración central de la Universidad.
Lo repito: no era el momento, no era el lugar y no era la forma.
Ahora bien, para la siguiente asamblea multiestamentaria, realizada el 22 de octubre en el Edificio de Extensión, Fico delegó su participación en el secretario de Educación, Luis Guillermo Patiño. Aunque en algunos momentos la asamblea se tornó hostil con la presencia de Patiño -egresado de la UdeA-, su postura, sin salirse de un libreto técnico sobre el sentido estricto de su responsabilidad, sí permitió conocer el relacionamiento que Fico 2.0 viene sosteniendo con la Universidad y su coincidencia en el sobrediagnóstico. Porque sin una reforma a los criterios de financiación de la Ley 30 -que sí o sí debe pasar por el Congreso- la crisis solo será la expresión de un eterno retorno.
Concluida esa asamblea se creó una Mesa para llegar a acuerdos sobre medidas para superar la crisis entre la Gobernación, el Distrito, la Rectoría y el Ministerio de Educación.
El llamado a la presencia del alcalde se volvió a realizar en la multitudinaria movilización por la defensa de la Universidad pública del 14 de noviembre. A lo cual Fico respondió en un video en sus redes sociales en el cual afirmó que aunque no tiene responsabilidad legal sí siente una responsabilidad moral “porque miles de jóvenes de Medellín estudian en la Universidad de Antioquia”. A reglón seguido planteó que está “dispuesto a ser parte de la solución, que Medellín ayude, y que si es del caso, tener que llevar un proyecto al Concejo de Medellín, para ayudas extraordinarias, lo podremos hacer.”
Con ese pronunciamiento Fico asume un compromiso en primera persona y hasta va más allá, porque al considerar que si es el caso puede “llevar un proyecto al Concejo de Medellín”, propone sumar la presencia de un actor institucional que ha pasado muy de agache en medio de la crisis. Si con ese pronunciamiento no queda claro que Fico no dejó la silla vacía y que sí quiere ser un actor que entre a sumar para buscar soluciones, entonces no sé qué es lo que se espera de un alcalde que actúa sobre todo mediado por una “responsabilidad moral” y sin asumir el penoso costo de una responsabilidad política.
Vamos a ver en qué se traduce esa buena voluntad, si se convierte en otro factor de presión para instigar, en una lógica de chantaje, por el famoso “plan de austeridad”, o si parte de las propuesta de la Bancada Antioqueña en el Congreso frente a la crisis financiera en la UdeA; entre las que se encuentran:
–Inversión a la base presupuestal. Un aporte de inversión anual del Distrito a la Universidad de 20.000 millones de pesos.
–Exención del impuesto predial. La Universidad paga alrededor de 1.300 millones de pesos por concepto de impuesto predial al trimestre.
–Tarifa diferencial para el pago de servicios públicos. Que EPM establezca una tarifa preferencial para la Universidad que paga anualmente 18.000 millones de pesos en servicios públicos.
Por el momento, la movilización por la defensa de la educación pública continúa y el futuro de la UdeA sigue en la incertidumbre.
Adenda.
Dado que algunos malintencionados están republicando algunas de mis columnas en portales anónimos deformando su sentido, me veo en la obligación de aclarar que NO estoy en ninguna “conspiración” para tumbar al rector John Jairo Arboleda. Por principio de vida soy institucionalista, la designación del rector Arboleda por parte del CSU fue legítima e institucional. Nada que ver con lo que pasó en la Nacho.
El rector no solo debe terminar su periodo, sino que, en la medida de lo posible, debe contar con el apoyo de todos los sectores que queremos ver a la Universidad salir de su peor crisis. La UdeA primero.
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