VIAJE EN METRO

Viaje en metro es un camino personal de recordar a Fernando González, el objetivo mismo de la observación y la contemplación de los paisajes urbanos y rurales, la representación del brusco cambio paisajístico en el valle de aburra a medida que el metro de Medellín se dirige de sur a norte y con él mi cuerpo, finalmente viaje en metro contempla desde lo ‘alto’, una travesía en la urbe desde la estación Acevedo hasta el parque Arví hecha posible gracias al metro cable de la ciudad.

“…Las cualidades paisajísticas de un territorio dependen de las emociones que sean capaces de despertar en el sujeto que las contempla.” (Maderuelo, 2008)

El paisaje como elaboración cultural ofrece la posibilidad de abarcar diversidad de imaginarios acerca de este. El territorio en este caso es la ciudad de Medellín y la multiplicidad de territorios (o subterritorios) dentro de esta,  que como dice Alain Roger  son la materia prima o principal de los paisajes, son generados  en un viaje en el Metro en dirección sur a norte. De esta manera elaboré a partir de esa masa territorial algunos paisajes que hicieron notorio los pequeños cambios sociales, económicos y culturales al interior de la ciudad, el rápido traslado de mi cuerpo a diferentes espacios físicos gracias a la fuerza impulsora de los motores del tren, recreaba en mis pinturas paisajísticas mentales una línea territorial donde el poder económico decrecía a medida que mi cuerpo se acercaba más al norte de la capital de la montaña.

En contraposición a lo anterior la cantidad de paisajes construidos por las figuras infantiles que jugaban en las calles de la ciudad aumentaba de sur a norte,  en los barrios ‘populares’ de la ciudad podía claramente discernir multiplicidad de figuras en las calles, paisajes infantiles e idealmente puros pintados sobre mi libro de imaginarios, los paisajes construidos por las suaves e inocentes voces representaban en mi opinión una resistencia artística de risas y perdones instantáneos, en contra de la catástrofe económica proveniente del sur que al parecer había invadido los hogares, el perdón inmediato parecía solucionar las disputas políticas entre el grupo de niños.

«Cada ciencia que se posea es una ventana más para contemplar el mundo. Así, el viajero que sea botánico, gozará de la vegetación; el mineralogista, etc. El hombre de ideas generales, como nosotros, goza de todos los aspectos, pero con la desventaja de la disminución de cada uno de ellos.» (González, 1929)

Las emociones y las relaciones únicas presentes en la manera como construyo los paisajes a medida que viajo, provocan que el cuadro finalizado sea diferente al resto de los cuadros de la galería universal, si bien algunos pensamientos y percepciones son similares a los de otros observadores, aunque sean pintados con las mismas acuarela, pinturas o sean utilizadas los mismos pinceles y se hayan realizado los trazos en el mismo momento y lugar, la pintura siempre será diferente.

Javier Maderuelo recordaba que en cualquier lugar de Europa cuando las personas visitan el campo, nada tiene que ver este con lo generado por la naturaleza, y por el contrario la transformación propiciada por el hombre es quien ha formado la mayoría de los paisajes contemporáneos, también Paul Cézanne con su pintura Still Life with Skill enseña otra manera de ver el paisaje, asignando conceptos y sentimientos a objetos que pinta en contextos comunes que al parecer pueden no encajar completamente en una percepción general, haciendo eco en las transformaciones que ha sufrido en el tiempo dichos contextos (Ver ilustración 2 dónde la ‘muerte’ contrasta en medio de las frutas); lo mismo sucede en el paisaje que construí al llegar al parque Arví, el impacto generado en la naturaleza por el hombre se presentaba ante mi como una constante calavera, el dolor materializado de la muerte causada por la invasión del turismo en los últimos rincones tranquilos de mi ciudad.

Por otra parte el postimpresionismo generado por el estadounidense Edward Hopper a través de sus pinturas, me indica también que los paisajes producidos por el hombre con o sin intenciones de causar dolor en la naturaleza y por obviedad en el hombre mismo al pasar del tiempo, al igual que los demás paisajes culturales, poseen una belleza capaz de apreciarse y contemplarse de manera sublime, en su obra Gas de 1940 (ver ilustración 3) la percepción de una estación de gasolina a pesar de representar una fuerte fuente de contaminación es a mi parecer en términos artísticos algo ‘hermoso’, este paisaje le pertenece en mi opinión al empleado de la gasolinera, lo hace suyo, se acostumbra a él, lo transforma en el tiempo y participa en sus trazos.

Los sonidos generados en el territorio, igualmente hacen parte de paisaje, ¿Cómo imaginar un paisaje sin el canto de los pájaros?, o ¿sin el ladrido de los perros? O incluso ¿Cómo llevar a colación una imagen del rio sin intentar recordar sus voces? Así mismo el sonido generado por el aire acondicionado del metro y las condiciones que este generó en mi cuerpo fueron variables que determinaron la manera como deslice la  vos, la pluma, el pincel, como derrame las pinturas sobre el lienzo, y como finalmente expuse a través de la crónica de mi experiencia cada uno de los paisajes construidos.

«…pero para disfrutar del paisaje es necesario, como para disfrutar intensamente de la música, tener una idea de cómo es la partitura y cómo se ha construido cada frase, es decir, es necesario distinguir cada elemento del territorio y apreciar qué sentido tiene en el conjunto, en qué radica su coherencia y armonía, cuáles son sus cualidades estéticas, para comprender qué posee el paisaje de sublime, de maravilloso o de pintoresco.» (Maderuelo, 2008)

El retorno aunque vislumbró nuevos paisajes se situaba en un estado de conciencia de lo observado mayor, los nuevos cuadros representados esta vez de norte a sur a bordo del tranvía contenían en su esencia algo pintoresco, maravilloso y sublime, la sucesión de imágenes trazaba esta vez un progreso económico y la desaparición de niños, me pregunto en qué dirección deseo viajar.

Al igual que el fotógrafo percibe el paisaje de un lugar de noche o de día,

También se puede percibir el alma desde la inocua observación del fuego o las cenizas.

No solo nuestro cuerpo ni pensamientos componen el paisaje de nuestra  existencia,

De la misma forma que  los habitantes de la montaña transforman sus laderas y sus ríos,

Las personas que atraviesan nuestra línea de tiempo alteran el cauce de nuestro flujo,

El paisaje acompañado de un río desbordado,

Se establece de otra forma ante los ojos que lo observan,

El cauce del río detrás del río mismo, solo lo define la ley de la gravedad.

Trabajos citados

Cézane, P. (2013). www.ibiblio.org. Recuperado el 15 de 09 de 2013, de http://www.ibiblio.org/wm/paint/auth/cezanne/sl/

edwardhopper.net. (2013). http://www.edwardhopper.net. Recuperado el 15 de 09 de 2013, de http://www.edwardhopper.net/gas.jsp

feriadelasfloresmedellin.gov.co. (2013). Feriadelasfloresmedellin. Recuperado el 15 de septiembre de 2013, de http://www.feriadelasfloresmedellin.gov.co/sistema-integrado-de-transporte-metro/

González, F. (1929). Viaje a pie. Medellín: Otraparte.

Maderuelo, J. (20 de SEPTIEMBRE de 2008). Elpais.com. Recuperado el 15 de 09 de 2013, de http://elpais.com/diario/2008/09/20/babelia/1221865569_850215.htm

Ilustración 2. Gas (1940) (edwardhopper.net, 2013)

Ilustración 1. Still Life with Skull (Nature morte au crane) 1895-1900 (