“Cuando un habitante de Medellín se asoma por uno de los puentes que cruzan el río, se encuentra con un agua maloliente, de aspecto turbio y denso, color tierra, oscuro y espeso, con sólidos flotantes, basura, y, probablemente, gallinazos que viven de los desperdicios acumulados en las orillas y en islotes”[1].
Rio Medellín en 1979 a la altura de la desembocadura de la quebrada Doña María
Esa descripción y la imagen que la acompaña son completamente extrañas para los habitantes de Medellín de menos de 40 años – el 55% de la población- acostumbrados al desfile de las flores y el alumbrado navideño al lado del Río y a la gran infraestructura urbana – Metro, Parques del Rio, Edificio Inteligente, Palacio de Exposiciones, Teatro Metropolitanito, Edificio Bancolombia, etc. – construida a lo largo de sus márgenes. Nada de eso habría sido posible sin el saneamiento del Rio y sus quebradas afluentes.
Se construyen tubos de alcantarillado a ambos lados de las quebradas y del río Medellín; llamados colectores, los primeros, e interceptores, los segundos. Los vertimientos se conectan a esos tubos impidiendo su descarga en las quebradas y el río que van siendo así saneadas. Las aguas residuales son llevadas a plantas de tratamiento y después, libres de contaminación, se descargan al río.
Bastan unas sesenta palabras para describir el proceso de saneamiento del río Medellín y sus afluentes que se inició en 1966, con el plan piloto de alcantarillado, y tuvo sus grandes hitos con la entrada en operación de las plantas de tratamiento de San Fernando, en 2000, y Aguas Claras, en 2018. Llevamos 57 años y faltan unos cuantos más, mientras se construyen las plantas, más pequeñas y de tratamiento primario, de Girardota y Barbosa.
Se concluiría así la primera gran fase de la recuperación del Rio, su recuperación propiamente sanitaria y se materializaría la realización del sueño del saneamiento del río Medellín, que su gran y recatado artífice, el Ingeniero Álvaro Salazar Arias, en 2004, expresara de la siguiente forma:
“Remover 200 ton/día de DBO5 para llevar el oxígeno disuelto a mínimo 5 mg/l en el río Medellín para el año 2010”[2].
Los sueños de los ingenieros tienen número y cronogramas, como debe ser.
Esquema de colección y tratamiento de aguas residuales planteado en 1982
El agua del Rio todavía se ve un tanto turbia, color gris, más claro o más oscuro, a causa de los residuos, lodos y sedimentos que traen las quebradas, especialmente, en los inviernos. En un bello libro a ellas dedicado, el Ingeniero Enrique Posada ha descrito de forma inigualable lo que ocurre hoy con nuestras quebradas:
“Las quebradas de Medellín se han convertido en oscilantes indicadores del clima. Por épocas se van quedando secas. No caen lluvias y se las ve como delgados hilos de aguas, de color gris triste. Aumentan los olores, no atraen la mirada. Empiezan las lluvias y cuando son abundantes o hay borrascas, las quebradas se crecen y se convierten en veloces corrientes, impetuosas, de color marrón, cargadas de sedimentos y de todos los materiales y basuras que se habían acumulado en sus orillas durante los tiempos secos. Dan susto. La genta agradece que estén canalizadas entre lozas de cemento gris, que evitan que se inunden las calles y las vecindades. Pero, aún así, existen riesgos y con cierta frecuencia se producen daños e inundaciones. Se ha perdido el efecto regulador de las quebradas. Al despojarlas de sus riberas cubiertas de vegetación y al enderezarlas, las aguas lluvias fluyen de inmediato hacia sus cauces, arrastrando sedimentos y residuos. Fluyen las corrientes a alta velocidad, inundando a su vez al rio”[3].
La recuperación recreativa y ambiental del Rio pasa, como supuso su recuperación sanitaria, por la recuperación de sus quebradas, es un proyecto que en cierta forma ya ha iniciado la Ciudad, con la primera etapa de Parques del Rio y con la formulación del Plan Quebradas de 2017, en el marco del convenio Nuestro Rio.
Pero hay que convertir esas iniciativas en un sueño de largo plazo, con su proyectos y planes y sus mecanismos de financiación. Son dos los componentes básicos:
- Recuperar la navegabilidad del Rio y su uso recreativo en paseos de olla y charcos.
- Recuperar las quebradas culminando su saneamiento, reestableciendo sus cursos naturales, sus capas vegetales y arborización con especies nativas.
Para lo primero debe hacerse una convocatoria internacional para recibir propuestas de operadores turísticos que quieran construir la infraestructura e instalaciones requeridas a cambio de una concesión para su explotación durante un período determinado. BOOMT para el Río.
Para lo segundo destinar durante un tiempo determinado, por lo menos diez años, un porcentaje de las transferencias que anualmente hace EPM al Municipio. En este componente deben participar las Gobernación, las autoridades ambientales, el Metro y los demás municipios del Valle de Aburrá.
Los impactos de estos programas son enormes y se extenderán y aumentarán en el tiempo. Destaco tres:
- Eliminación, prevención y mitigación de inundaciones y desastres causados por crecidas de las quebradas.
- Protección de la infraestructura del Metro afectada por las crecientes del rio.
- Mejora de la calidad del aire en la Ciudad por la captura de CO2.
A lo mejor dentro de cincuenta años, los medellinenses vuelvan a ver su ciudad, desde el alto de Santa Helena, como la viera el poeta de la antioqueñidad, Gregorio Gutiérrez González:
“Allí está Medellín, su sol ardiente
la hace ostentar su gala y sus primores
y le da fantásticos colores
del magnífico edén del oriental.
Ciñe su talle esbelto su ancho rio,
cual cinturón de perlas y de plata,
y en su onda limpia su beldad retrata
y allí su imagen sonreída ve”.
Coletilla. Todos los años, en el mes de septiembre, el Banco Interamericano de Desarrollo realiza un evento educativo en el que se presentan estudios de caso. Ha sido ponente en dos oportunidades. En el evento de este año, el primero presencial después de la pandemia, se iba a presentar el caso del Saneamiento del río Medellín y sus quebradas. Cuando se enteró de que yo era el consultor encargado, el señor Carrillo vetó la presentación, privando a EPM y sus profesionales del homenaje y reconocimiento del sector de agua potable y saneamiento de toda América.
Más columnas en este enlace: Luis Guillermo Vélez Álvarez
[1] Orozco, Álvaro (1981) “Monografía del rio Medellín” en Revista Empresas Públicas de Medellín, Volumen 3, # 3 – 4, diciembre de 1981.
[2] Salazar A, Álvaro (2004). “Saneamiento del río Medellín y sus quebradas afluentes. Inicios, evolución, situación actual, futuro”. En Letras Jurídicas. Volumen 9, No 2, septiembre de 2004, EPM, Medellín, Página 213.
[3] Posada Restrepo, Enrique (2020). Las quebradas de Medellín: una crónica poética. Medellín, marzo de 2020. Página 16.
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