“Este espectáculo que ha sido el gobierno de Petro y el proceso que hemos vivido como nación desde el lanzamiento de su campaña, no ha sido otra cosa que un show, una puesta en escena propia del mismísimo David Copperfield. Ese que fue capaz de desaparecer la estatua de la libertad hace ya varios años.”.
Muchos de nosotros nos hemos sentido desilusionados al descubrir cómo se realizan los trucos de magia, el ilusionismo. Ese momento cuando entendimos que todo se trata de estrategias y métodos para desviar la atención y confundir a la audiencia. Entendimos que mientras la mano izquierda capta nuestra atención, la derecha lleva a cabo el truco.
Pues bien, así se deben sentir aquellos que se sintieron atraídos por el “cambio” planteado por la Colombia Humana y su líder Gustavo Petro. Esa mano izquierda de esperanza y nuevas formas de gobernar los cautivó, elevó sus esperanzas de cambio, en un país que a gritos lo pedía. No en vano veníamos de un “estallido social”, otro truco de magia más con el que sellaron el destino de las presidenciales.
Así las cosas, calculo que 5 millones de colombianos se vieron embelesados por tan prolijo y bien ejecutado truco de ilusionismo. Lo triste y grave de este asunto es que ese no era el truco, eso fue solo la mano izquierda distrayendo a la audiencia, mientras la otra preparaba el truco, pues debemos recordar que en el arte del ilusionismo político, los trucos toman meses e incluso años.
Esta incauta audiencia, esa que venía llena de expectativa y esperanza, ahora ve cómo el velo se va retirando del cajón mágico que resulta ser la promesa de cambio, solo para encontrar que votaron por lo mismo. Las mismas formas, mismas estrategias, solo que con nombres y caras diferentes. El guayabo debe ser duro.
Este espectáculo que ha sido el gobierno de Petro y el proceso que hemos vivido como nación desde el lanzamiento de su campaña, no ha sido otra cosa que un show, una puesta en escena propia del mismísimo David Copperfield. Ese que fue capaz de desaparecer la estatua de la libertad hace ya varios años.
Esperamos que este trucazo de magia política que es el socialismo del siglo XXI en Colombia, no desaparezca la democracia, así como Mr. David desapareció la Estatua de la Libertad. Por lo menos Copperfield devolvió la estatua a su lugar, dudo que con la democracia se pueda hacer lo mismo una vez sea vulnerada.
En todo caso, en estas estamos. Estamos siendo testigos de un show de magia, uno que no está saliendo del todo bien y el cual está generando más descontento que emoción. La audiencia que pagó por ese boleto con su voto se está empezando a sentir engañada y el gran mago no ha querido entender que su show no gustó.
Pero no todo es malo. Mientras esta compañía teatral y mágica que supone ser la Colombia Humana genera este descontento generalizado, se abren puertas, nichos para nuevos magos y nuevos shows.
Esperemos tres años para ver que nos trae el siguiente cartel, ya Bogotá como buena plaza que es, está próxima a sentir nuevamente el rigor del truco, ojala entiendan y no se dejen llevar por propuesta de donaciones de sueldos.
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