Esta semana tuve la oportunidad de participar, con el Ministro de Defensa, en un foro de la Universidad Autónoma Latinoamericana y la Corporación Gestión Internacional, donde se presentó el libro “Las fronteras y la guerra” del doctor Eduardo Pizarro Leongómez.
En un franco y abierto diálogo con el Autor, tuvimos la oportunidad de resaltar varios puntos del texto que hace un análisis histórico, geográfico, militar y desde otros ángulos de la Operación Fénix, que fue un punto de quiebre que permitió dar de baja a Raúl Reyes, el hombre más importante de la organización narcoterrorista FARC; obtener información fundamental sobre la organización para posteriores golpes militares contra esa estructura; y terminar con el santuario estratégico que habían construido en Ecuador.
Algunas de las muchas conclusiones que vale la pena resaltar son:
1. La necesidad de conocer y controlar el territorio por parte del Estado, porque como afirmó el General Julio Londoño, Colombia continúa siendo una “nación sin conciencia geográfica”, y un país con más territorio que Estado.
2. El desbordamiento de amenazas y conflictos hacia el vecindario cuando las fronteras son frágiles y porosas. Hoy, la internacionalización de los conflictos es más fluida que en el pasado gracias a la globalización, las nuevas tecnologías, entre otras circunstancias.
3. La necesidad de definir con claridad la retaguardia estratégica (donde las organizaciones armadas ilegales concentran tropas y mandos) y los santuarios estratégicos(que son países vecinos o lejanos donde existen facilidades de apoyo) de las diferentes estructuras armadas ilegales. En la actualidad, por ejemplo, el ELN tiene la retaguardia y el santuario en Venezuela, al igual que algunas de las disidencias de las Farc.
4. La necesidad de un instituto descentralizado de fronteras que nos permita superar la situación actual de “territorios desgobernados”, es decir, con: 1. Deficiente penetración de instituciones estatales en la sociedad 2. Deficiente gestión del monopolio del uso de la fuerza por parte del Estado 3. Deficiente control de los flujos fronterizos 4. Vulnerabilidad a influencias externas
5. La obligación de impedir la “diplomacia insurgente”, es decir, todo ese trabajo de construcción de redes de apoyo,medios, y organizaciones internacionales, por parte de las estructuras criminales.
Aunque también señalé diferencias en algunos puntos con el Autor, creo que este libro, a pesar de concentrarse en la frontera colombo- ecuatoriana, es oportuno para generar una mirada más holística y audaz sobre lo que está ocurriendo y puede continuar sucediendo a los largo de los 2.219 km de frontera con Venezuela, un límite poroso que implica a seis de nuestros departamentos, con unos 268 pasos ilegales, que se constituye en un territorio desgobernado, y con presencia de al menos cinco estructuras criminales colombianas (ELN, FARC, Clan del Golfo, Los Pelusos y Los Rastrojos); sumado a la tragedia humanitaria de los millones de refugiados venezolanos, y ahora, al enfrentamiento entre los carteles de alias Gentil Duarte y los llamados Marquetalianos, con apoyo de fuerzas del vecino país. Hoy más que nunca, tenemos que poner atención sobre esta frontera.
Comentar